Xi Jinping podría no asistir a la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP 26) que muy pronto tendrá lugar en Glasgow, RU. Boris Johnson habría sido informado que el presidente chino no acudiría, de acuerdo con The Times de Londres, "en un entorno de pesimismo" respecto al éxito de la cumbre. Esa importante noticia debe leerse en conjunto con otras situaciones y reportes que también han ido surgiendo estos días.
Empiezo por el Reporte de Amenaza Ecológica (ETR). El mayor hallazgo de este reporte es, probablemente, el círculo vicioso que se genera entre degradación ecológica y conflicto violento. Esto no es un asunto "del futuro". De los 15 países con calificación más baja en el reporte ecológico, 11 ya experimentan conflictos violentos severos, y 4 corren el riesgo de enfrentarlos próximamente. En cambio, ninguno de los países con altos niveles de paz se ubica en la zona de riesgo en el reporte ecológico.
El reporte invita a las agencias internacionales, a las organizaciones locales y a los gobiernos, a asumir enfoques integrales en la atención a las degradaciones ecológicas más severas. Hay que mitigar los impactos por escasez de alimentos, escasez de agua o por eventos naturales, por supuesto, pero al mismo tiempo, se necesita edificar o reforzar las estructuras, las instituciones y las actitudes que crean y sostienen la paz. Sin embargo, vamos a encontrar que varios de esos aspectos no pueden ser atendidos exclusivamente de manera local. Así como ocurre con la pandemia que vivimos, las crisis ambientales son crisis sistémicas.
Por ello importa la potencial ausencia de Xi Jinping en Glasgow. Se especula que ello podría significar que China -el país más contaminante del planeta- se podría negar a establecer objetivos climáticos más radicales. Habrá que ver.
Por ahora, la cooperación internacional se vuelve indispensable ya no solamente en materia de políticas públicas para hacernos más resilientes ante los riesgos que enfrentamos, sino en términos de la transición de energías contaminantes hacia energías más limpias. The Economist explica que la vida moderna requiere de vastas cantidades de energía y no se ha hecho una inversión suficiente a nivel global para cubrir los desabastos con energías limpias. La inversión en energías fósiles se ha venido reduciendo sin que exista un contrapeso en energías renovables que puedan cubrir la demanda existente.
Esto se conecta inmediatamente con lo que sucede en EUA. La porción más importante de la agenda climática de Biden, un programa para reemplazar las centrales eléctricas de carbón y gas de EUA con energía eólica, solar y nuclear, probablemente se tendrá que eliminar del mayor proyecto de ley de presupuesto que el presidente está intentando pasar en el Congreso, según reporta el NYT. La oposición del senador Manchin, demócrata, está siendo crucial pues sin su voto, este presupuesto no pasa.
En suma, vivimos una crisis sistémica. Los efectos de esa crisis ya se están sintiendo, y no solo en temas climáticos o en las consecuencias de los fenómenos naturales, sino en otro tipo de temas cuyos vínculos con la degradación ambiental están bien documentados, como lo es el conflicto armado y el desplazamiento humano. Si no para resolver esa crisis sistémica de raíz, al menos para intentar mitigar sus múltiples efectos, se requiere mucha imaginación, cooperación y acción coordinada. Esto implica tener en cuenta y atender de manera integral una serie de aspectos y deficiencias a nivel local y nacional, pero también promover la colaboración multilateral a nivel global. Nuestro país, con vasta experiencia en ello, necesita jugar el rol que hoy le corresponde en esta materia.
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