La solución de los agudos problemas socioeconómicos que hemos dejado crecer en México no está tanto en anunciar grandes programas, planes o pactos sino en perseverar en el trabajo callado y efectivo que ya hacen millares de organizaciones e instituciones en el país.
Uno de estos casos es la Universidad Tecnológica del Valle de Chalco, fundada por el jesuita Enrique González Torres. Ubicada a poca distancia de la ciudad de México, es ejemplo de la respuesta que hay que dar al crítico retraso nacional que ha conducido a la nación a grados antes inconcebibles de desorden y violencia generalizada. La institución está dedicada a atender la grave carencia de cuadros técnicos para atender la demanda que el desarrollo económico nacional requiere.
La Universidad del Valle de Chalco, inició sus actividades en 2007 en una región altamente poblada y a la fecha entrena a casi 500 alumnos en especialidades que la propia comunidad le ha pedido como la de mantenimiento industrial, mecatrónica, procesos de producción, administración de autotransporte y logística y tecnologías de información y comunicación. Se tienen proyectadas otras carreras de inmediata aplicación.
Los cursos son de dos años, seis cuatrimestres, realizando el último en un centro de trabajo. El 30 % de la enseñanza es teoría mientras que el 70 % consiste en estadías en las empresas que se han inscrito en el programa.
El modelo educativo de la Universidad toma del sistema "escuela-industria" que Alemania instauró en la década de los cincuenta y que explica el formidable éxito económico de ese país. La esencia del programa es introducir al alumno a la práctica real de sus conocimientos desde antes de recibir su certificado de estudios.
En Alemania hay más de 1'4 millones de alumnos que realizan parte de su formación en empresas. El desempleo juvenil en Alemania es el más bajo de la Unión Europea.
El sistema en México está diseñado para zonas de poca oferta educativa con población marginada vinculándola con la demanda laboral local con lo que, por una parte, se mejora el nivel de vida local y, simultáneamente se logra optimizar la operación de los empleadores.
La labor de la Universidad, que se sostiene de donativos tanto oficiales como empresariales que complementan las modestas colegiaturas que cobra, se desarrolla en un difícil escenario nacional de desequilibrio entre necesidades de mano de obra calificada y aguda falta educativa lo que frena la competitividad nacional. Hoy día alrededor de ocho millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, sirven de pasto para el crimen organizado.
Por contraste, un exceso de oferta de carreras como la de abogados y contadores. Las carreras tecnológicas, atraen poco, pese a que el país necesita de ellas. Un tercio de las empresas tiene dificultad para cubrir puestos de trabajo.
El sistema "escuela-empleo", es el alma del programa "Triple Hélice" anunciado por Juan Pablo Castañón presidente de Coparmex, hace pocas semanas. Junto a la Secretaría de Educación Pública, instituciones de Educación Media Superior y empresas privadas, se puso en marcha este "Modelo Mexicano de Formación Dual".
A la fecha ya hay más de mil "espacios educativos" funcionando en 155 empresas en once estados, en temas como aeroespacial, manufacturero y automotor que se han incorporado al esquema. De extenderse el programa México podrá crecer con equidad y sustentabilidad.
Lamentablemente son pocos los empresarios mexicanos que responden al programa. Es común que los dueños de las empresas se interesan más por costosos cursos de administración que acreditan con diplomas de prestigio y hacerlas crecer para luego venderlas al mejor postor, muchas veces, a multinacionales extranjeras.
No es fácil la labor de convertir la disponibilidad básica que tiene México de mano de obra aumentada con el "bono demográfico". El esquema depende más del empresariado que del gobierno. Hay, desde luego, excepciones. La empresa Flex Américas que trabaja en Altamira, Tamaulipas, ha suscrito varios convenios con universidades y tecnológicos de la región y no sólo de ellos ha reclutado trabajadores sino, a su vez, ha capacitado alumnos que, así encuentran fácil colocación laboral.
El esquema "escuela-industria" de probada eficacia, requiere el impulso decidido del empresariado, curiosamente el que más beneficios obtiene. Sin él la tarea continuará débil.
Necesita el respaldo efectivo de las otras organizaciones patronales como la Concamin, Concanaco y Canacintra y de cada una de las respectivas centrales sindicales que no han convertido sus constantes exigencias de capacitación en la apertura necesaria.
Entre tanto, universidades como la del Valle de Chalco, otros tecnológicos que vayan sumándose a programas "escuela-industria", seguirán capacitando a jóvenes en las especialidades técnicas que el país requiere… hasta donde sus escasos recursos alcancen.