EL PUERTO DE LÁZARO CÁRDENAS en Michoacán fue tomado por el crimen organizado, convirtiéndolo en su centro de operaciones ante la mirada perdida y despistada del Gobierno Federal. Se trata de un territorio ocupado por el crimen y sustraído al Estado de Derecho. Lázaro Cárdenas, cuarto puerto en importancia del país, se convirtió durante estos últimos años en el centro de operaciones y la principal fuente de ingresos para los llamados Caballeros Templarios.
EN ESE MUNICIPIO y varios de sus colindantes, el crimen logró descomponer hasta sus mismas entrañas el tejido social de la población. En la actualidad todos los giros de la vida económica de aquella región han sido corroídos, tan es así, que la vida diaria es partícipe y forma parte de la delincuencia por aquellos lugares. No existe ningún giro de su vida económico que no haya sido penetrado por el crimen en todas y cada una de sus nefastas manifestaciones.
SEGÚN DATOS APARECIDOS en la prensa, Lázaro Cárdenas se convirtió en el paraíso de los delincuentes y centro de sus operaciones financieras. No es sino hasta la semana pasada, que el Gobierno Federal trata de tomar el control del puerto, sus instalaciones, de sus servicios aduanales y fiscales. El puerto fue tomado por los delincuentes frente a las narices de los tres niveles de gobierno, para convertirlo de su muy personal puerto de exportación de la droga y el ingreso de toda clase de anfetaminas.
LOS HABITANTES de aquellos lugares han venido siendo víctimas de toda tipo de extorsión y que han dañado de manera muy severa el tejido social de esa población y municipios circunvecinos, y es que de una u otra manera ya sea por la fuerza o voluntariamente, aquellos michoacanos han tenido que involucrarse y tolerar el narco como un nuevo estilo de vida.
SE ESTIMA que las ganancias anuales de los delincuentes superan los mil millones de pesos, los que se originan por el trasiego y venta de drogas; la extorsión a empresarios y pequeños negocios; a contratistas, constructores, hotelería, sindicatos, ganaderos, productores agrícolas de cítricos, aguacate y el libre manejo de un puerto federal.
COBRO DE PISO a gasolineras, extorsión a pequeñas tiendas de abarrotes y a empresas fletadoras o del transporte. El robo de automóviles, el secuestro, la extorsión y la piratería. Se dice que el estado de cosas ha llegado a tal grado, que los mismos municipios son también extorsionados con cuotas mensuales.
COMO SE PODRÁ VER, la penetración del crimen ha llegado al mismo corazón de la sociedad trastocándole su sistema de vida, de relación y producción en aquella zona. Uno se preguntaría ¿cómo fue posible que llegaran las cosas al estado que hoy guardan? Una situación de esta naturaleza no puede aparecer de un día para otro ni como por arte de magia. Han sido todas y cada una de las autoridades de aquel estado las que por muchos años toleraron el crimen y su crecimiento y a tal grado, que pudieron posesionarse de una parte del territorio nacional ante la mirada complaciente e inútil de aquellas autoridades y del Gobierno Federal.
HOY LA SITUACIÓN se ha convertido en un problemón y de tal magnitud, que el Gobierno Federal se ha visto en la necesidad de enviar miles de soldados y marinos para tratar de recuperar el puerto para el país. La tarea es muy difícil pues no es posible deshacer aquella enorme red de complicidades que han penetrado su tejido social, y que por otra parte, han instituido nuevas reglas a la convivencia social para la vida económica de aquellas comunidades.
LOS INTERESES creados por la delincuencia involucran ahora a la misma sociedad, cuyos intereses se encuentran entremezclados con su tejido social, de ahí la dificultad que tendrán las autoridades a sus tres niveles para erradicarla.
SIN EMBARGO, los sucesos en Lázaro Cárdenas, Michoacán, son una llamada de atención al Gobierno de Peña Nieto, de hasta dónde puede llegar el poder de la delincuencia, cuando no existe una política de prevención del delito ni de combate al delito. Hoy se apropiaron del puerto Lázaro Cárdenas, mañana podrían apoderarse del de Veracruz.
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