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Agricultura orgánica

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

La agricultura orgánica se diferencia básicamente de la agricultura convencional en el manejo que se da en la fertilización y las plagas y enfermedades en los cultivos, utilizando en el primer caso abonos orgánicos y en el segundo métodos de control biológico, lo que implica prescindir de productos sintéticos que incorporen residuos tóxicos en los productos agrícolas.

Sin embargo, el crecimiento de la agricultura orgánica significa no sólo un cambio tecnológico en la forma de producir los bienes agrícolas, también lo es a nivel cultural, particularmente en los conceptos de producción de alimentos sanos. Ha sido estimulada por motivos de cuidado de la salud de las personas y de protección al medio ambiente, ya que los productos agrícolas convencionales se han basado en el uso intensivo y a veces indiscriminado de fertilizantes sintéticos y de la aplicación de agroquímicos que en muchas ocasiones provocan la contaminación de ambiente en perjuicio de la salud de las personas y de los recursos naturales, particularmente de los suelos agrícolas.

Si bien la agricultura orgánica no es una forma reciente de producción agrícola debido a que desde épocas antiguas existieron agricultores que cultivaron la tierra mediante la aplicación de prácticas agrícolas semejantes a las que hoy le definen de esta manera, cobra importancia cuando se observa que las tecnologías utilizadas para intensificar la producción agrícola, sobre todo a partir de mediados del siglo pasado con las innovaciones tecnológicas generadas con la revolución verde, tienen los efectos señalados.

La agricultura orgánica, para algunos también agricultura ecológica, es una actividad que presenta un crecimiento importante en el mundo como se expresa en el periodo de 2009-2011, al aumentar de 32.2 a 37.2 millones de hectáreas, según información publicada por la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Ecológica (INFAM).

En el último de esos años y a dicha escala destacan como productores de productos agrícolas orgánicos países como Australia con 12 millones de hectáreas, Argentina con 3.8, Estados Unidos con 1.9. México tiene 169,750 ha, destacando en la producción de café orgánico cuya superficie sembrada de esta forma abarca un tercio de la superficie total cultivada y lo coloca como el primer productor mundial de este bien agrícola.

Además de ser una actividad benéfica para la salud humana y la protección del medio ambiente, la agricultura orgánica debe verse también como un negocio, ya que una vez que se domina la tecnología para producirla es posible bajar sus costos de producción si los productores generan algunos de los insumos requeridos en el manejo de estos cultivos como es el caso de los fertilizantes o abonos, una ventaja adicional al mejoramiento que hacen de los suelos agrícolas en sus predios.

En el norte del país este tipo de agricultura es en gran parte desconocida, salvo algunas regiones como Mexicali y otras áreas donde se producen particularmente hortalizas a escala y destinadas a la exportación, quizás porque la agricultura convencional rápidamente predominó en los valles irrigados debido a la multiplicación de los rendimientos obtenidos con la aplicación de tecnologías como parte de la modernización impulsada con el enfoque de la revolución verde.

A pesar de este predominio empezamos a ver iniciativas novedosas de agricultura orgánica en la producción de algunas hortalizas, pero particularmente en dos de los más importantes cultivos establecidos en algunas áreas agrícolas de temporal, como es el frijol, y de riego con el nogal pecanero. Sobre este último, destaca la huerta Cuatro Hermanos de la familia Harsaniy, en el valle de Delicias, Chihuahua, quienes producen nuez orgánica certificada desde hace casi una década cuya producción ha sido rentable y es exportada a Estados Unidos y Alemania.

Si bien en La Laguna la agricultura orgánica no destaca, cobra importancia los esfuerzos que realizan investigadores por generar este tipo de tecnologías como aquellos productores que están por concretarlos mediante la certificación de sus predios. Es el caso de las huertas de varios pequeños productores de nogal ubicados en Gómez Palacio, que desde hace casi tres años están transitando hacia una producción orgánica mediante una asociación con la empresa de la familia Harsaniy y el acompañamiento técnico de la Facultad de Agricultura y Zootecnia de la UJED. Vale la pena dar seguimiento a esta iniciativa pionera que a nivel local está sucediendo.

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