La vida se vale ahora del correo electrónico para hacerme regalos impensados. Recibí un bello mensaje de Fray Manuel Anaut, sacerdote de la orden franciscana. Me dice esto:
"Distinguido maestro: Con profunda emoción leí hoy en su columna su evocación de unos versos que comienzan diciendo: 'Llena de rosas mi herida, / llena de estrellas mis ojos'. Digo que con profunda emoción porque el autor de esa décima es un querido y admirado hermano mío de hábito, el padre franciscano fray Jerónimo Verduzco, coahuilense como usted y alumno del Ateneo Fuente de Saltillo, benemérito instituto al que nosotros, sus cuatro lectores, sabemos que está usted tan entrañablemente ligado".
Regalo grande es en verdad darme a conocer que el autor de esos hermosos versos marianos, que transcribí sin saber quién los escribió, es un paisano mío -Fray Jerónimo nació en Lamadrid, Coahuila-, y además ateneísta como yo.
Por ese regalo le doy gracias a Fray Manuel Anaut, y por los dones de paz y bien que me dio con su fraternal saludo franciscano.
¡Hasta mañana!...