Cultura Columnas editorial Cultura

Los oficios que mantienen a la danza

Los oficios que mantienen a la danza

Los oficios que mantienen a la danza

DANZA

 MÉXICO, D.F.- En el mundo de la danza mexicana es un lugar común señalar que los bailarines ejercen su profesión en un contexto desfavorable: reducidos apoyos, carencia de seguridad social, poca oferta de trabajo, salarios raquíticos, prácticamente nulas oportunidades para internacionalizarse y ausencia del reconocimiento de la sociedad por la que trabajan.

La repetición de esta realidad no ha implicado que existan opciones viables para que la situación cambie drásticamente y de forma definitiva.

Además, hay géneros dentro de la disciplina artística que sufren aún más esta realidad, como la danza contemporánea. Ni hablar del flamenco o el butoh.

Grandes figuras de la danza en el mundo, como Merce Cunningham, no se cansaron de repetir que sin los bailarines, por obvio que parezca, no existe la danza.

En México, ¿quiénes le dan vida a la danza? Para algunos, los bailarines son seres heroicos, para otros, unos necios. Lo cierto es que son jóvenes que han decidido entregarle a esta disciplina algo más que su tiempo y sus cuerpos, sus vidas enteras, por una simple razón: convicción.

Conseguir vivir de su profesión no es fácil para la gran mayoría de ellos. Por eso han tenido que dedicarse a ejercer otros oficios casi siempre vinculados de algún modo a la danza, como dar clases en un gimnasio o profesionalizarse en gestoría cultural.

Es el caso de Bruno Ramírez, bailarín de la compañía "La Cebra Danza Gay", y de Stephanie García, del grupo Sur Oeste, quienes narran sus historias sobre cómo han logrado mantenerse en esta carrera.

 BRUNO, DEL GIMNASIO AL ESCENARIO A finales de 2010, la cantante Madonna visitó nuestro país para inaugurar una sucursal de su Hard Candy Fitness Center en la Ciudad de México. Su presencia causó un gran revuelo en los medios y entre sus fanáticos. Muy pocos fueron los que tuvieron acceso a la única clase que la diva del pop impartió, entre ellos Bruno.

Después de realizar un casting, Bruno fue seleccionado para impartir clases de acondicionamiento físico en el lujoso centro deportivo. Pocos de sus alumnos sabían que él era un profesional de la danza contemporánea mexicana, con más de 10 años de trayectoria, formado en algunas de las escuelas más importantes del país y, sobre todo, en compañías destacadas, como el Ballet Independiente y La Cebra Danza Gay.

El ambiente no le gustó a Bruno, sus alumnos no tenían la disciplina que él exigía. Decidió retornar a los gimnasios en los que imparte clase desde hace un par de años, ubicados en la delegación Cuauhtémoc, en donde también da cursos de yoga.

Entre clases, Bruno, de 33 años, entrena por lo menos cinco horas diarias con La Cebra; en tiempo de funciones y giras, más de 12 horas al día.

"No sé si es por cuestión religiosa, pero el cuerpo ha sido menospreciado, se piensa que no tiene futuro, que dedicarse a bailar no significa tener una carrera profesional y que tu vida está acabada a los 40 años. También se cree que la única manera de sobrevivir es estar en una compañía subsidiada o que estás condenado a matarte trabajando sólo por el gusto de hacer lo que haces. Es cierto, pero ya es momento de ver a las compañías como una empresa en donde puedas ofrecer seguridad social, vacaciones, bonos por productividad, condiciones que le permitan al bailarín poder vivir con dignidad", explica en entrevista.

Bruno inició en la danza a la edad de 16 años, después de haber formado parte de un taller en la Escuela Nacional Preparatoria. Estudió con el Ballet Nacional de México, de la legendaria bailarina y coreógrafa mexicana Guillermina Bravo.

Desde entonces se ha formado en escuelas de Jalapa, Monterrey y la ciudad de México.

"Terminé la escuela y necesitaba bailar, pero ahora entiendo que toda esa etapa me ayudó para ser el bailarín en que me convertí", dice.

La primera oportunidad la recibió en el Ballet Independiente, fundada por Raúl Flores Canelo, en donde permaneció durante siete años.

Con el paso del tiempo, paralelamente Bruno ingresó a La Cebra, donde finalmente se estableció y sigue en la actualidad.

"Soy de los bailarines afortunados, al principio mi familia me apoyó mucho económicamente, pero tuve que conseguir otros empleos, fui mesero, trabajé en antros los fines de semana, hasta que en el Ballet obtuve una beca que me permitió seguir", cuenta.

Bruno reconoce que sus circunstancias no son las mejores y que su oficio paralelo le permite mantenerse a flote. La situación, dice, no es un impedimento para ser el mejor bailarín, por eso asegura mantenerse en constante crecimiento porque sobre los hombros de los bailarines que han visto nacer el nuevo siglo depende el futuro de la danza.

 STEPHANIE, A LA GESTORÍA CULTURAL Stephanie García tiene 24 años de edad, cuando era adolescente, su madre -gimnasta- le comentó que la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea estaba en periodo de inscripciones.

"No sabía muy bien qué iba a hacer en mi vida, mi mamá me contó de esa opción y fui; fue un poco natural para mí porque al igual que ella había estudiado gimnasia artística. Ingresé y descubrí mi vocación", cuenta.

A diferencia de Bruno, Stephanie forma parte del grupo de bailarines que trabajan como free lance en diversas compañías, algo que le ha traído una amplia formación, pero también un desequilibrio económico que remedia con otra carrera: la gestoría y promoción cultural.

En medio de ensayos, entrenamientos y funciones, Stephanie creó con un grupo de amigos la compañía Sur Oeste, dedicada al análisis, estadística, gestión, promoción, difusión, producción, investigación y registro de proyectos culturales.

"Me ayuda a mantenerme económicamente. Sur Oeste es una asociación civil que hace trabajos de asesoría; con la compañía de danza Barro Rojo hicimos una evaluación y reestructuración en el ámbito administrativo, que aunado a un apoyo de la delegación Tlalpan, le permitió ser independiente y ofrecer mejores condiciones laborales para los que ahí trabajábamos", narra.

Con la asociación también ha logrado crear temporadas para compañías como Mákina de Turing, A Poc A Poc, Foco al Aire, entre otras.

Este oficio lo combina con su carrera como bailarina y recientemente como coreógrafa.

"Una de las desventajas de no estar en una compañía es que andamos en lo que nosotros llamamos hippismo ilustrado, hacemos las cosas por gusto, si nos pagan funciones las dividimos entre todos y nunca tenemos un salario fijo. Por eso para mí fue importante formar parte de Sur Oeste, junto con dos amigos que se dieron cuenta de que las cosas eran muy difíciles para nosotros", dice.

Y agrega: "Nosotros hablamos de las ventajas de convertirse en asociaciones civiles, porque creemos que fortalece a las compañías y les da opciones para pagarles a sus bailarines. Trabajamos para que la danza sea benéfica para todos, hacemos investigación, estadísticas, vemos cosas no tan divertidas que tienen que ver con asuntos administrativos. No es fácil para la danza potenciarnos, pero debemos estar preparados", dice.

En 2009, Sur Oeste hizo "un estudio que nos arrojó que el sueldo puede ir de 3 mil 500 pesos a 6 mil al mes, o mil pesos por función, pero puedes tener siete funciones al año, imagínate", expresa la bailarina.

Stephanie atraviesa por un proceso creativo para generar un trabajo coreográfico que estrenará bajo el cobijo del propio Sur Oeste a mediados de año; y mantiene un arduo entrenamiento con diferentes maestros.

Bruno y Stephanie han tomado el toro por los cuernos porque saben que los apoyos gubernamentales no llegarán pronto y porque están conscientes de que son ellos quienes tendrán que abrir los espacios y mantener sus carreras.

El reto lo afrontan sin quejas ni dramatismo. "No debería ser así, pero un precio se paga por hacer lo que más te gusta en la vida", dice Stephanie.

FOTOGRAFÍAS EL UNIVERSAL

Entre el yoga y la gestoría

⇒ Bailarín y coreógrafo. Bruno Ramírez formó parte del Ballet Independiente, fundado por Raúl Flores Canelo. Actualmente es uno de los bailarines más antiguos de la compañía La Cebra Danza Gay, de José Rivera Moya. Además de su sólida carrera como ejecutante, se ha dedicado a diversos oficios, como mesero, instructor de gimnasio y maestro de yoga.

⇒ Administradora. Stephanie García ha bailado en grupos como Barro Rojo y Camerino 4. Ha incursionado en la coreografía. Es fundadora del grupo Sur Oeste, dedicada a la gestoría cultural.

Leer más de Cultura

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Cultura

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Los oficios que mantienen a la danza

Clasificados

ID: 700682

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx