La conformación del actual Instituto Federal Electoral (IFE) estuvo tan tropezada como plagada de intereses: los partidos políticos representados en la Cámara de Diputados tuvieron la obligación de nombrar a los nueve consejeros que lo encabezan, pero como fueron incapaces de ponerse de acuerdo sobre nueve nombres que les simpatizaran a todos, optaron por repartirse el pastel: tres propuso el PAN, tres el PRI y tres el PRD. La única condición fue que ninguno de los nombres resultara dramáticamente adverso a ningún partido, es decir, hubo una especie de derecho de veto.
Para definir a los siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la Suprema Corte de Justicia de la Nación mandó al Senado tres nombres de sugerencia para cada vacante, con el objetivo de que los legisladores en consenso escogieran uno de esos perfiles. Así sucedió.
Para integrar el IFE, el Partido de la Revolución Democrática propuso tres nombres: Alfredo Figueroa, Lorenzo Córdova y Leonardo Valdés (quien resultó nombrado presidente del Consejo General del Instituto). Se trata de tres perfiles de ideología izquierdista, cercanos en pensamiento y visión crítica a los postulados del PRD y sus organismos afines. Las tres sugerencias fueron aprobadas. Valdés había sido presidente del Instituto Electoral del DF, propuesto por López Obrador, y en esa gestión nunca se le acusó de ser parcial a favor del PRI (sí, en cambio, lo acusaron otros partidos de ser parcial a favor del PRD y el GDF).
A la sesión en que el Senado nombró a cinco de los siete magistrados del TEPJF, el 31 de octubre de 2006, asistieron 117 senadores. María del Carmen Alanís recibió 113 votos; Flavio Galván, 116; Salvador Nava Gomar, 115; Manuel González Oropeza, 113; y Constancio Carrasco, 116. En otra sesión dos semanas después, el 16 de noviembre, Pedro Esteban Penagos fue ungido con 106 votos a favor de PAN, PRI y PRD. Su presidente, Alejandro Luna Ramos, había sido aprobado desde el 21 de abril de 2005 con 83 votos a favor, 4 nulos y 5 que sufragaron por otros candidatos.
En síntesis, el PRD dio su visto bueno a los árbitros de la contienda… y hoy los descalifica, insulta y acusa hasta de delincuentes.
De los tres consejeros del IFE que propuso el PRD, sólo uno (la votación final fue 8-1 en el Consejo General), Alfredo Figueroa, sufragó a favor de los postulados de Andrés Manuel López Obrador y los partidos de izquierda contra la elección presidencial que arrojó como vencedor a Enrique Peña Nieto. Lorenzo Córdova, Leonardo Valdés y otros seis consejeros desecharon las querellas sobre la compra de votos y en contra de periodistas y medios de comunicación.
De los siete magistrados del Tribunal, ninguno (la votación fue 7-0) estuvo de acuerdo con la impugnación de Andrés Manuel López Obrador.
Son debatibles los fallos de las autoridades electorales. Más aún la ley electoral vigente que, aprobada por todos los partidos, permite rebasar los topes de gastos de campaña sin sanción terminante.
Pero para el tabasqueño y sus fieles, el delito más grave, el que merece la denostación pública y la persecución es no estar de acuerdo con él. El castigo lo sufren, ahora también, consejeros y magistrados.
