
Ingeniería a detalle
Entre la decepción generada por la noticia de que la supercarretera a Mazatlán no operará completamente para este año, las obras en el imponente puente Baluarte avanzan en el corazón de la zona montañosa conocida como el Espinazo del Diablo.
La complejidad para la construcción de este puente, que unirá a los estados de Durango y Sinaloa en la Sierra Madre Occidental, requirió de una inversión superior a los dos mil millones de pesos, cantidad equivalente a la que el Gobierno duranguense recibió como presupuesto para invertir en obras de construcción, conservación y modernización de carreteras y caminos rurales, para todo este año.
Los vehículos que circulen por este puente tendrán que recorrer mil 124 metros para cruzarlo de punta a punta. Para ello, el Baluarte tiene una amplitud de 19.8 metros en los que caben cuatro carriles de circulación, a fin de prevenir accidentes por la velocidad con la que se podrá recorrer la rúa.
Los obreros maniobraron maquinaria y herramienta sobre un barranco de 402 metros de profundidad hasta el río Baluarte, que da nombre a esta construcción emblemática de la supercarretera.
Es precisamente por esa exposición a condiciones naturales extremas, que los especialistas de ingeniería idearon la forma de que el puente sea capaz de soportar rachas de viento de hasta 200 kilómetros por hora y una circulación diaria de hasta dos mil vehículos.
El tramo que implica concretamente al puente Baluarte está formado por 18 dovelas del lado de Sinaloa y 18 más de Durango, las cuales están sujetadas por 152 tirantes que soportan 150 toneladas de peso bruto. La primer semana de este año el puente Baluarte recibió el certificado del Record Mundial Guinness como el puente atirantado más alto del mundo.