Un señor llamó por teléfono a una funeraria, y por equivocación marcó otro número. Le respondió un hombre joven de atiplada voz. "¿Bueno?'' -dijo el que contestó. Pregunta el señor: "¿Es usted el de las pompas fúnebres?''. "¡Huy, no! -exclamó el otro-. ¡Yo siempre las traigo bien alegres!''... En su habitación del hotel de Las Vegas aquel muchacho hizo una apuesta con sus amigos, y la perdió. El castigo consistía en pasearse sin ropa por el corredor. Confiado en que nadie andaría por ahí, el mozalbete salió en peletier, quiero decir desnudo, corito, encuerado. Apenas había iniciado el recorrido cuando se abrió una puerta. Era la del cuarto de Himenia Camafría, madura señorita soltera, que pasaba unos días en Las Vegas con sus amiguitas Solicia Sinpitier y Celiberia Sinvarón, maduras célibes como ella. El apuesto y musculoso joven, lleno de apuro, acertó sólo a quedarse de pie al final del corredor, inmóvil como estatua. Himenia, que iba a traer refrescos, lo vio, lo examinó con gran interés sin que el muchacho se moviera, y corrió luego hacia su cuarto llena de entusiasmo. "¡Muchachas! -les dijo a sus amigas-. ¡Vengan rápido, y traigan bastantes monedas! ¡Acabo de descubrir una máquina más interesante que todas las demás!''. (¡Ah, señorita Himenia! Seguramente le movió la palanquita)... Un señor compró un billete de lotería. "Si me saco el premio gordo -le comentó a su hijo- ¡París, champaña, mujeres hermosas!''. Pregunta el muchacho: "¿Y si no te lo ganas?''. "Entonces lo de siempre -farfulló el señor-. Tlaquimixco, licor barato, tu mamá...''... A pocos días de las visitas que el Papa Benedicto XVI hizo a México y Cuba podemos establecer algunas diferencias entre ambas. Ciertamente la presencia del Pontífice entre nosotros vivificó la fe de los católicos, y sirvió para proyectar una buena imagen del país. Sin embargo, Benedicto no hizo aquí ninguna declaración que pueda ser calificada de memorable. En Cuba, en cambio, sus palabras calaron hondo, incluso las que dijo aun antes de aterrizar en la Isla, cuando en el avión declaró que el comunismo ya no es útil. De seguro la visita que el Papa hizo a los cubanos, sus palabras de apoyo, sus exhortaciones, impulsarán el proceso de libertad que, aunque sea en forma vacilante, se ha iniciado en esa nación hermana, oprimida por una dictadura que ha violado sistemáticamente los derechos humanos y se ha negado en forma abierta a la democratización de la vida nacional. Cuba, ninguna duda cabe, sigue siendo un Estado policiaco que mantiene en la opresión a sus ciudadanos. Cualquiera puede ir a la cárcel si el régimen lo ordena. No hay prensa libre. Tampoco hay libertad de comercio, asociación o reunión. Las elecciones no existen. Todas las personas son vigiladas en su vida diaria, y sus acciones severamente limitadas por el Estado. En las cárceles hay presos políticos. En ese contexto de tiranía la visita que Benedicto hizo a Cuba, sus pronunciamientos, los mensajes que dio a los cubanos serán aliciente para la búsqueda de la libertad y de mejores condiciones de vida en la Isla... Un sujeto fue al teatro con su esposa. En el intermedio sintió ganas de ir al pipisrúm, de modo que se dirigió a buscar el baño para caballeros. No lo pudo encontrar. Afanosamente buscó por todas partes, y después de un buen rato de buscar vio una puertecita. La abrió y se encontró en un jardín en penumbra con una pequeña fuente y un árbol. La urgencia que traía era tan grande que se acercó al tronco del árbol e hizo lo que tenía que hacer. Ya muy tranquilo, y después de las sacudiditas de rigor, volvió a su butaca al lado de su esposa. "¿Me perdí algo del segundo acto?'' -le preguntó. "-¿Que si te perdiste algo del segundo acto? -responde escandalizada la señora-. ¡Estuviste en él!''... Un borracho comenzó a ponerse necio en la cantina. Fue hacia un señor que sin meterse con nadie bebía su copa en un extremo de la barra, y le dijo con tono amenazante: "¿Está usted buscando pleito?''. El otro le respondió muy calmado: "Desde luego que no, amigo. Si buscara pleito ya me habría ido a mi casa''... Inepcio y su mujer iban atravesando un oscuro callejón. Les salió al paso un violador que sació en la señora sus instintos de libídine mientras con una pistola mantenía a raya a Inepcio. Pasado el terrible trance le dijo éste con reconcomio a su mujer: "Lo que más me enojó fue ver que te movías y agitabas como nunca has hecho conmigo''. "Viejito, -respondió ella-, al mal paso darle prisa''... FIN.