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Y no ando presumiendo

El Filósofo de Güémez

RAMÓN DURÓN RUIZ

Hay una vieja historia que narra: "Cierto día, un abogado iba llegando tarde a los tribunales a una importante audiencia, como el tiempo pasaba y no encontraba estacionamiento, levantó sus ojos al cielo implorando: '¡Señor!, no puedo llegar tarde a la audiencia, por favor consígueme un lugar para estacionarme, te prometo ir a misa todos los domingos del resto de mi vida, dejo las carnes asadas y la tomada con mis amigos... es más Señor, también dejo de acostarme con la vecina, que como tú sabes es casada.'

De repente al dar la vuelta, como por un milagro apareció un lugar para estacionarse, el abogado rápidamente colocó ahí su carro y bajando su portafolio a la carrera, dice: 'Señor, ya no hay necesidad de que hagas nada, ¡ya encontré estacionamiento!'"

La moraleja de esta historia es muy simple: pareciese que diariamente omitimos dar las gracias por las cosas que suceden en la vida a nuestro favor; es más, hasta creo que a veces nos sentimos tan poderosos, que creemos que no le debemos nada a nadie y que hasta le hacemos un favor a la vida estando en esta carnalidad.

Si para algo sirve estar llenos de soberbia y con el ego inflado ser malagradecidos, es para romper nuestra armonía con el universo y con ello, minusvalorar nuestras potencialidades y dones.

Cuando en un gesto sublime de humildad eres agradecido con Dios, con tus padres, con tu pareja, con tu familia, con tu hogar, con tu trabajo, con tus estudios, con la vida; como por arte de magia la abundancia de bienes y dones llegan a ti.

La palabra GRACIAS, tan sencilla como parece, cuando brota del fondo de tu alma se torna en una palabra mágica. El místico alemán Meister Eckhart, dijo: "Si la única oración que dices en toda tu vida es 'Gracia', será suficiente." Es válida también, la sabia frase que dice: "No se puede ser agradecido y desgraciado al mismo tiempo", eres tú y sólo tú, querido lector, quien cada nuevo amanecer toma la elección de cómo desea vivir este día.

Cuando en un acto de amor eliges tener una actitud de constante gratitud, certificas para ti una vida plena en salud, felicidad y prosperidad. El camino del agradecimiento, además de enriquecer tu vida, te conduce a una reconfortante paz interior.

"Vive tu vida de tal manera que el miedo a la muerte no entre nunca en tu corazón. Cuando te levantes por la mañana, da gracias por la luz del alba. Da gracias por tu vida y por tu fuerza. Da gracias por tu comida y por la alegría de vivir. Y, si acaso no ves razón para dar gracias [...revisa el engranaje de tu vida, seguramente algo anda mal]".

Hoy es el día, el momento en el que te decidas a dar las gracias por todo lo que a ti ha llegado, por las cosas buenas y por las malas; por los espacios de sana alegría y también por los de dura tristeza; por los éxitos y los fracasos; unos te hacen ver que estás hecho para la grandeza, los otros te hacen más humano... más humilde.

La gratitud exige de ti un duro trabajo espiritual, que cuando lo practicas, haces de ti una persona extraordinaria que se reencuentra con la grandeza para la que fuiste creado.

Hoy, no esperes a dar las gracias al Señor... para sentirte parte del milagro de la vida.

Hoy, no esperes que la enfermedad llegue... para dar las gracias por la bendición y el milagro de la salud.

Hoy, no esperes la muerte de un ser querido... para darle las gracias por formar parte de tu vida.

Hoy, no esperes salir de casa... para dar las gracias por el milagro del nuevo día.

Hoy, da las gracias porque los problemas te hicieron poner los pies en la tierra y el éxito te llevó a poner tus sueños en el cielo.

Hoy, sonríe... es la manera más agradable de dar las gracias Dios por la bendición de tu salud, tu familia, tu amigos, tu trabajo... y tu vida.

Lo anterior me recuerda al "Pacorro", aquel gallego avecinado en Güémez que fue al table dance. Después de darle las gracias al dueño por la amistad que le profesaba y a los meseros por altas atenciones que le brindaban, se dispuso a recrearse la pupila y gozar de una cerveza y un tequila; apenas se acomodaba en la silla, cuando su mirada fue atrapada por "La Cenicienta", una bella bailarina que cadenciosa y sensualmente movía en el tubo su exuberante carnalidad plena de un erotismo incandescente.

Una vez que la dama hubo terminado su rutina, salió del escenario y detrás de ella, el Pacorro, diciéndole:

-¡Maja! Que quisiera ir a la cama contigo.

-Por 3 mil pesos estoy a tu disposición, sólo que debes saber que tengo AH1N1, VPH y VIH-Sida.

-¡Joder tía! -Responde el Pacorro- Pues entonces muchas gracias por tu lindo baile, pero yo tengo mis propios: VHS, DVD, MP3 y UN BLACKBERRY... ¡¡¡Y NO ANDO PRESUMIENDO!!!

[email protected]/ Facebook: elfilosofodeguemez/ Twitter: @filosofoguemez

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