
(Archivo)
Bajo el título 'Una orquídea tatuada y la danza en las manos de Rosa Rolanda (1898-1970)', el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) ha organizado un homenaje a quien fuera esposa del pintor e ilustrador Miguel Covarrubias y que brillará con luz propia en el arte visual.
En conferencia de prensa ofrecida hoy aquí, Rafael Coronel Rivera, curador de la exposición, explicó que esta muestra que reúne unas 300 obras inéditas, que dan cuenta de la sensibilidad y complejidad de Rosa Rolanda, se podrá admirar a partir del 24 de febrero próximo en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y La Casa Luis Barragán.
Se trata de una artista con un particular lenguaje artístico, con el que transitó por diversos medios y soportes; es el debut mundial del trabajo de quien fue bailarina del Morgan Dancers, agrupación que ofrecía presentaciones en Broadway y Europa.
Tras una exhaustiva investigación de más de 40 mil piezas, Coronel Rivera seleccionó obra inédita, entre pintura, fotografía y dibujos, procedente de siete instituciones y tres colecciones particulares, tanto nacionales como extranjeros. 'Esta es la presentación de Rosa Rolando al mundo', dijo.
Para una mejor comprensión de la versatilidad de la artista, cuyo nombre real era Rosemonde Cowan y participó en el grupo de Isadora Duncan, la exposición está divida en cinco núcleos temáticos que destacan las disciplinas en las que se involucro la artista.
El primero es 'Pintura: la danza al pincel', en el que da cuenta de su interés por la niñez, las naturalezas muertas y el autorretrato, así como las fiestas populares, a través de bocetos y dibujos preparativos que fueron terminados al óleo, acrílico y acuarela.
El segundo, 'Tradición y paisaje: viajes de la mirada', reúne una selección de fotografías inéditas de los viajes que Rosa Rolanda realizó por diferentes países, entre ellos México, Indonesia, Japón, China, Estados Unidos y Filipinas, en las cuales se observa su interés por registrar la diversidad de culturas y tradiciones.
De acuerdo con Coronel Rivera, la mujer que conociera al mexicano Miguel Covarrubias en Nueva York no fue una fotógrafa amateur, sino una extraordinaria fotógrafa, de la talla de Lola Alvarez Bravo.
'Fue tan importante como ella', sostuvo al tiempo que señaló que el acervo fotográfico de Rolanda se encuentra entre 30 mil negativos.
'Fue una retratista fantástica; en la muestra destacan obras de José Clemente Orozco en Nueva York, cerca de 50 retratos de Frida Kahlo, de los cuales solo exhibiremos seis, también de Diego Rivera', dijo.
'Tizapán, ingrediente para una receta mexicana' constituye el tercer núcleo, en el que se reconstruye el ámbito íntimo de la casa donde vivió con Miguel Covarrubias.
Aquí se da cuenta del especial interés que tenía por la cocina, al considerarlo lugar donde se condimentaban las relaciones personales.
En esta sección, se incluyen diseños de joyería que realizó al lado de figuras destacadas como William Spratling, el artista más conocido por su influencia en el diseño de plata mexicana del siglo 20.
'Diseño. El florecimiento de una sensibilidad creadora' es el cuarto núcleo, donde se muestran los diseños de las coreografías y vestuario, como el que hizo para la compañía de danza Walter Hicks, que se presentó en el evento inaugural del Museo Experimental El Eco.
En la última sección se presenta 'Retrato: El rostro de la lente', dedicado a uno de los géneros ampliamente trabajados en su faceta como fotógrafa, a través del cual capturó a importantes personajes de la vida cultural de la época.
'La importancia de la exposición que estará hasta el próximo 22 de mayo, es que por primera vez se presenta a una autora que pertenece a este grupo de creadores norteamericanos y europeos que se vinieron a vivir a México entre los años 30 y 40 del siglo pasado, prácticamente desconocida y que tiene el nivel de su época', dijo el también nieto del muralista mexicano Diego Rivera.
De acuerdo con Coronel Rivera, el hecho de que la exhibición se presente en dos espacios al mismo tiempo, radica en 'hacer una relación entre los dos museos, para continuar la tradición de Juan O´Gorman, arquitecto encargado de ambos recintos, y la relación de O´Gorman tanto con Barragán como con Rivera'.
Aclaró que lo que se buscó al presentar a Rosa Rolanda en esta muestra, fue entender la importancia de la artista, 'que se viera y cómo es que habíamos omitido a una figura de las artes plásticas.
'Me parece que fue una omisión que hicimos todos los creadores; creo que la enorme figura de Covarrubias no nos permitió ver la gran figura de Rolanda, es por ello que en esta muestra se omite a Miguel.
'Mi intención fue omitir a Miguel y se entendiera lo más posible a ella, como autora, como creadora, sin la presencia de su esposo', señaló.
Rosemonde Cowan (después Rosa Rolanda) nació en Los Angeles, California, el 6 de septiembre de 1898, hija de padre estadounidense y madre de segunda generación de mexicanos.
Comenzó su carrera artística como bailarina y a los pocos años ya se encontraba en Nueva York participando en importantes obras de aquella época, pues era una conocida artista del Morgan Dancers.
En ese país conoció al pintor Miguel Covarrubias, quien era uno de los más aclamados ilustradores residentes en Estados Unidos. A raíz de su casamiento, en 1930, con el pintor, escenógrafo y arqueólogo, Rolanda participó intensamente en su vida dentro de la cultura.
Además de apoyarlo en la escritura de sus libros, entre los que destaca 'México South', 'The Ithsmus of Tehuantepec' y 'The Island of Bali', Rolanda fungió como asesora de primer orden en filmes de 'El Chamaco', donde entrevista a nativos, bailarines, artesanos y guardianes de tradiciones mexicanas.
Dentro de esa sociedad artística y bohemia a la que perteneció, Rosa Rolanda comenzó a pintar influenciada por la gente que la rodeaba, principalmente por sus amigos, quienes en aquella época fueron los mejores pintores mexicanos del momento, como Diego Rivera y Frida Kahlo, entre otros.
Empezó pintando retratos de gente a quien apreciaba y se autocatalogó como una artista 'neo-figurativa'. En 1957 Miguel Covarrubias murió en la Ciudad de México y 13 años después, el 25 de mazo, en esta misma ciudad dejó de existir Rolanda.