
Nunzia Rojo de la Vega no es sólo una cara bonita, también es una destacada artista plástica.
Si en el Nueva York de los 40 existieron las Cushing Sisters, famosas socialités de respetada familia que hicieron leyenda por ser simplemente hermosas, en el México del Siglo XXI tenemos a las Rojo de la Vega, una progenie de bellezas herederas de una dinastía empresarial, lideradas por la prima más fotografiada de todas: Nunzia Rojo de la Vega.
“Me encanta tener primas tan guapas”, dice la modesta socialité de 27 años, hija del restaurantero Martín Rojo de la Vega, favorita de las revistas de sociales, novia del empresario Fernando Schoenwald y además, pintora de tiempo completo.
Por ella misma
Aunque en el pasado la han relacionado con otros guapos del jet set mexicano, Nunzia no destaca por sus parejas sino por sí misma, ya sea por su espectacular físico, ya por su apoyo a causas benéficas, ya por ser una Rojo de la Vega, familia compuesta por ocho empresarios.
“Yo me parezco a la familia de mi papá”, dice orgullosa, pero su tipo mediterráneo a lo Claudia Cardinale se lo debe a su madre, hija de un inmigrante napolitano, Nunzio Piccolo, médico y catedrático de la UNAM del que heredó el amor por el arte y la comida: “pintaba y además era un gran chef, incluso tuvo en San Ángel un restaurante italiano”.
Sonríe con sus ojos color oliva, su cara bonita, su cabello de comercial y su cuerpo curvilíneo, con brazos fuertes y muslos italianos, logra conservar la cinturita gracias al ejercicio, “soy grandota”, dice también presumiendo a su hermano Gabriel, futbolista profesional, y a su madre, Mónica, dueña de un spa, “ya te imaginarás que nos inculcó el deporte un poco a fuerza”.
Y por dentro...
Pero, ¿hay sustancia detrás de su intemperante belleza? “No trabajo para mantenerme, es la verdad”, confiesa sin reserva, “pero lo curioso es que vendo muchas pinturas y me va bien, así que al final de cuentas es mi trabajo, aún sin querer”.
Nunzia estudió diseño de interiores en el Studio Degli Abiti, y fue en la clase de muralismo cuando descubrió su amor por la plástica, “la maestra que me dio esa materia después me dio clases particulares y así comencé”.
Al poco tiempo, en el 2002, cuando apenas tenía 18 años, puso una tienda de scrapbooking, donde sus pinturas sólo servían de adorno y no eran parte de la oferta de la tienda “pero un día un señor me preguntó si estaban a la venta, le dije que sí y se las llevó, hoy es uno de mis mejores clientes”.
Aunque aspira al reconocimiento, los laureles no son su objetivo; ni quiere ser parte de la élite plástica mexicana ni sueña con ser la próxima Frida Kahlo “lo hago porque es mi terapia, no busco un lugar entre los altos círculos del arte, pero sí me interesa mucho darme a conocer y tener presencia en otras ciudades y otros países”.
Admite que el reflector social que se posa prácticamente todo el tiempo sobre ella la ha ayudado a promover su trabajo, “me ayuda a que me ubiquen, pero los mejores clientes vienen de recomendación de boca a boca, y aunque no lo creas, de Facebook y Twitter”.
Trayectoria
Expone desde el 2007 y tuvo su primera exhibición personal en el restaurante Le Bouchon, ha participado en numerosas muestras colectivas y a beneficio, ya sea en una colección itinerante de talentos emergentes o en la subasta del Oso Fredo.
Pinta sobre tela o madera con técnica mixta y su leitmotif son los poemas que escribe sobre el lienzo, “no son siempre míos, muchos los tomo de autores como Jaime Sabines, o son frases que oigo”.
Próximamente, piensa explorar la escultura y la fotografía, y a la par de su faceta estética, la inquietud de Nunzia la ha subido al escenario del restaurante Berigüell, “para nada quiero ser cantante, es un capricho mío, me encantan los canta-bares, es algo entre amigos”, dice.
Nunzia recuerda la primera pintura que hizo, Cielo Amarillo, “algo entre cubista y abstracto”, que compró uno de sus primeros coleccionistas, que famoso hotel de Ciudad del Carmen está decorado con su arte y que pinta en el jardín.
Nunzia, como buena Rojo de la Vega, brilla por su sencillez y buena educación; no sale mucho por las noches y no provoca escándalos. Como las niñas de sociedad de antes.