Esta columneja empieza hoy con el relato de un chascarrillo que fue reprobado de consuno por la Liga de la Decencia y por la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Las personas que no gusten de leer chascarrillos reprobados de consuno, sáltense hasta donde el columnista hace una pregunta que no tiene respuesta. Luego de examinar a doña Facilisa el ginecólogo fue con el esposo de la señora y le manifestó: "Su señora tiene el busto como bolígrafo". "¿Como bolígrafo? -se desconcertó el marido-. ¿Qué quiere usted decir, doctor? ¿Que mi mujer tiene el busto azul, o negro?". "No -replicó el facultativo-. Quiero decir que lo tiene todo mordisqueado"... ¿Podré pagar alguna vez el afecto que la gente de Saltillo me demuestra? El domingo que pasó -¿por qué tienen que pasar los domingos?- presenté en la Feria Internacional del Libro, en mi ciudad, a petición de Ricardo Aguirre, su excelente organizador, una charla autobiográfica: "Por qué escribo lo que escribo". Ahí conté mi vida. O, al menos, lo que de ella se puede contar. El vasto salón se abarrotó con una generosa concurrencia que a más de llenar todas las sillas disponibles hubo de sentarse en los pasillos y en las escalerillas, o escuchar de pie mi perorata. La misma cantidad de público que entró, según supe después, se quedó afuera, lo cual me apenó mucho. Quetzali García, de Vanguardia, escribió en la reseña que hizo de mi conferencia: "Ni Justin Bieber ni Lady Gaga: el ídolo de Saltillo sigue siendo Catón". Y añadió: "El mediodía en el Salón de las Letras transcurrió entre carcajadas y aplausos para el ícono de la cultura". Tengo un sueño recurrente en el cual me veo, el día del Juicio Final, haciendo la relación de mis culpas ante el Supremo Juez, con traducción simultánea para todas las naciones. Ese día fatal las personas físicas y morales que me han dado diplomas, medallas, trofeos o reconocimientos de cualquier especie me exigirán que se los devuelva tras conocer lo que verdaderamente soy: "un hombre débil, un espontáneo que nunca tomó en serio los sesos de su cráneo". (La frase es de Ramón). Mientras tanto, sin embargo, agradezco a la señora Vida -ese libro de páginas que se van abriendo una a una cada día-, y a su oculto editor, que tan mal esconde a veces su presencia, el regalo amoroso de permitirme conocer a mis cuatro lectores, y de abrazarlos en desmañado intento de decirles mi permanente gratitud. Por eso me pregunto: ¿podré pagar alguna vez el afecto que la gente de Saltillo me demuestra? Y otra pregunta me hago: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... Don Chinguichingue Almorroide, señor necio y latoso, molestaba a su esposa de continuo con sus impertinencias. Un día le dijo: "De hoy en adelante tú me pondrás los calcetines". "No puedo prometértelo -replicó la señora, harta ya de sus constantes exigencias-, pero si me sigues jorobando conseguiré a alguien que te los ponga". "¿Quién?" -preguntó Almorroide con acento imperativo. Responde ella: "El empresario de pompas fúnebres". (Nota. Hizo bien la señora al decir eso. Yo pienso que toda mujer casada tiene derecho por lo menos a 10 años de viudez. Y es que la mayoría de los esposos solemos ser bastante neciecitos. De paso, la última frase de la historietilla me hizo recordar a Flordelisio. Alguien marcó su teléfono por equivocación, y preguntó: "¿Es usted el de las pompas fúnebres?". "No, señor -contestó él-. Yo las tengo bastante alegres")... Hércules, el semidiós cuyo nombre no se puede decir en el diminutivo, bajó a la Tierra, pues quería refocilarse carnalmente con una mortal. En cierto bar conoció a una linda chica que lo invitó a ir a su departamento. Ahí el forzudo héroe le hizo el amor a la muchacha 14 horas seguidas. Después Hércules regresó al Olimpo y le contó a Zeus su proeza. El padre de los dioses se enojó: "¿Cómo pudiste ser capaz de someter a esa pobre joven a una sesión amorosa de tanta duración? Regresa inmediatamente, y pídele una disculpa". Avergonzado, Hércules volvió a la Tierra y fue a buscar a la muchacha. Le dijo: "Vengo a disculparme contigo por haberte hecho el amor durante 14 horas". "No te preocupes -le respondió la chica-. Estoy segura de que la próxima vez podrás durar más"... FIN.