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Arzobispo panista

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

Con inexplicable insensibilidad, el nuevo arzobispo de Tlalnepantla llegó el lunes a su nueva sede a bordo de un lujoso automóvil marca BMW. Bien pudiera ser de su propiedad o de la arquidiócesis, pero le fue facilitado por el ayuntamiento panista del municipio que es la sede del Gobierno eclesiástico de esa región. Al día siguiente, entre los invitados a la asunción de su cargo, el doctor Carlos Aguiar Retes, el nuevo prelado contó a la secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, al secretario privado del presidente de la República, Luis Felipe Bravo Mena, a la subsecretaria de Asuntos Religiosos de la secretaría de Gobernación, Ana Teresa Aranda, y a los alcaldes de Naucalpan y Atizapán, José Luis Durán Reveles y Gonzalo Alarcón, todos ellos miembros relevantes del Partido Acción Nacional.

Se diría que tan selecta nómina se hizo presente sólo por la circunstancia de que sus domicilios se ubican en el territorio de la arquidiócesis o por razones funcionales. Al igual que la subsecretaria Aranda, al menos uno de sus antecesores, Humberto Lira Mora mantuvo durante su encargo, y ha conservado una cercana relación con el nuevo arzobispo, trato facilitado por el hecho de que Lira Mora nació en Texcoco, de donde Aguiar Retes fue obispo hasta antes de su actual misión.

Pero también puede ocurrir que las invitaciones y la aceptación del fastuoso vehículo tengan un signo partidista. Ya en enero de 2007 el obispo Aguiar Retes había dado cuenta de esa inclinación. Como presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano asistió a la inauguración de la sede mexicana de la Organización Democristiana de América (ODCA), en ceremonia que el presidente de esa agrupación internacional, y ex líder nacional panista Manuel Espino dedicó expresamente a ese "ciudadano del mundo" que era Juan Pablo II. El obispo de Texcoco no acudió en funciones de sacerdote, digamos que a bendecir la casa, sino manifiestamente en una posición política. Tanto fue así que se hizo eco de las expresiones de Espino, que lanzó una cruzada contra los partidos populistas. Aguiar Retes convino con él en que el populismo era una amenaza para América Latina. La fecha, 27 de enero de 2007, distaba menos de dos meses de la azarosa toma de posesión de Felipe Calderón, que había centrado su campaña en denunciar a Andrés Manuel López Obrador, populista si los hay a los ojos del PAN, como un peligro para México.

La ostensible preferencia política del nuevo arzobispo embonará muy bien con el entorno de la comarca comprendida por la arquidiócesis de Tlalnepantla. Ésta abarca los municipios de Naucalpan, Atizapán de Zaragoza y la propia Tlalnepantla, que hace mucho tiempo han estado regidos por ayuntamientos postulados por Acción Nacional (si bien alcanza asimismo a Huixquilucan, donde el PRI pudo recuperar el Gobierno Municipal). Tlalnepantla, tanto o más que Naucalpan ha sido surtidor de militantes que ocupan posiciones de relieve fuera del ámbito local. Ulises Ramírez, ex alcalde, es senador de la República y fue el coordinador de asesores de Juan Camilo Mouriño en Gobernación. Norberto Hernández Bautista, que preside el consejo general del Instituto Electoral del Estado de México trabajó para diversas administraciones municipales de Tlalnepantla.

El panismo de ese municipio, sin embargo, no es homogéneo y no ha estado por ello exento de conflictos internos. Basta recordar que de allí emergió, tras ser alcalde, como figura de alcance estatal Rubén Mendoza Ayala, que en 2005 y frente a Enrique Peña Nieto fue candidato a gobernador (tras la contienda interna en que derrotó la poderosa aspiración de José Luis Durán Reveles, por segunda vez alcalde de Naucalpan). Expulsado recientemente del PAN, Mendoza Ayala es todavía motivo de litigios internos en el panismo al que llegó después de militar en el PRI.

Tal vez la presencia de un nuevo arzobispo interesado en la suerte de Acción Nacional contribuya a serenar a los panistas de esa ciudad, una de las más pobladas de nuestro país, y asiento de una zona industrial que no ha perdido el dinamismo con que creció a partir de los años cincuenta. El prelado actuará en un contexto menos áspero del que le correspondió en Texcoco, origen y centro del perredismo que gobierna la mayor parte de los municipios del oriente mexiquense, a que corresponde la diócesis texcocana. No tengo registro de que en los diversos conflictos que perturbaron a la región (la resistencia contra el aeropuerto y la represión de mayo de 2006) el obispo haya mostrado solidaridad con sus feligreses atacados desde el poder público local y federal.

Aguiar Retes es nayarita. Nació en Tepic el 9 de enero de 1950, y en el seminario de esa ciudad, del que más tarde fue rector, inició sus estudios apenas a los once años de edad. Se ordenó sacerdote el 23 de abril de 1973, y obtuvo el doctorado en teología bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en 1977. Ingresó al episcopado el 29 de junio de 1997 y fue elegido secretario del mismo en 2004 y luego presidente, en 2007. La arquidiócesis que ahora regirá fue creada apenas en junio de 1989, si bien como fue diócesis desde 1964 (y en ella fue obispo otro nayarita ilustre, Adolfo Suárez, que de allí partió a ser arzobispo de Monterrey, y luego cardenal). Don Manuel Pérez Gil se convirtió de tercer obispo en primer arzobispo, cargo que ejerció de 1989 hasta su muerte en febrero de 1996. Lo reemplazó Ricardo Guízar Díaz, a quien ahora reemplaza Aguiar Retes.

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