Ya lo decía Shakespeare: los nombres no importan. Mejor dicho, no deberían de importar: una rosa se ve como rosa y huele a rosa aunque se le dé otro nombre; o aún si el mencionado vegetal no tiene la más remota idea de cómo se le nombra.
Sin embargo, no todo funciona en la práctica como lo dice la teoría. A propósito de nombres, el escritor Eraclio Zepeda contaba una graciosa anécdota: que siendo joven y bello, vio en una fiesta a la mujer más hermosa que sus ojos jamás hubieran registrado. No sólo eso, sino que la chica se veía alegre, simpática y guapachosa. Eraclio se enamoró de inmediato y hasta las patas, y la invitó a bailar. Luego de agotar los temas menores usuales de la edad, escuela en que estaba y otras menudencias, finalmente llegó al “¿Y tú cómo te llamas?” La respuesta hizo añicos las ilusiones del buen Eraclio. La muchacha resultó llamarse… Eraclia. Ni modo.
Asimismo, hay países que se toman muy en serio la cuestión de los nombres… que tienen sus vecinos.
Por ejemplo, a la República Popular China le dan retortijones cada vez que oye a alguien referirse a Taiwán como la República de China, que es el nombre oficial de la isla rebelde. Que, según los comunistas chinos, es eso: una provincia en rebeldía, a la que por tanto se le debe llamar por su nombre: Taiwán; y que ni bandera tiene, como recordarán si se fijaron en la ceremonia de premiación del taekwandoista mexicano: una de las banderas que se enarbolaron ese día era la olímpica… porque la de Taiwán (o República de China) jamás podría ondear en el territorio de los descendientes de Mao.
Otro caso más peculiar es el de Macedonia. Ésta era una de las seis repúblicas que constituían Yugoslavia, y la única en separarse de manera pacífica a principios de la década pasada. Al independizarse, quiso llamarse como siempre, Macedonia… pero sus vecinos del Sur, los griegos, pusieron el grito en el cielo. Alegaron que Macedonia es un nombre griego (¿yyyy?), y que al llamarse así un país, sería como si estuviera reclamando la provincia griega de ese nombre (lo que nadie ha hecho). Total, que no podía llamarse así. Para quitarse de broncas, y que quedaran las cosas claras, los macedonios convinieron en llamar a su nuevo país la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM). Sería como llamar a este sufrido país el Antiguo Virreinato de la Nueva España Hoy Llamado México que es Gigante de la Concacaf. (AVNEHLMGC).
El caso es que Grecia sigue perreando a los macedonios porque éstos quieren llevar el nombre de la patria del gran Alejandro. Y no se crean que nada más de manera simbólica. Hace unos meses, vetaron la solicitud de ingreso de Macedonia a la OTAN… porque no podía llevar ese nombre.
Total, que parecen cosas nimias… pero con las nimiedades, en este malhadado planeta, se arma cada jaleo…