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¿Instituciones?

Sergio Aguayo Quezada

A raíz de las tempestades desencadenadas por el intento de reforma energética, reaparecieron, como en 2006, los hosannas a las instituciones. Seguimos divididos y seguimos siendo incapaces de organizar un verdadero debate en buena medida por la incompetencia de organismos públicos.

Es imposible que hablen en serio quienes presentan a las instituciones como doncellas virginales. Es igualmente impreciso descalificarlas a todas y cada una de ellas. Sostengo, con base en evidencia más propia de ensayo académico que de columna periodística, que la sensación de crisis es tan intensa porque los organismos que hacen funcionar la democracia no están funcionando como debieran. En consecuencia, teminan alienando y enojando a quienes dicen defender o representar. Lo ejemplifico con dos instituciones importantes.

Tengo años criticando a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y presentando evidencia de que es un organismo al cual, en algunos temas, le falta compromiso, eficacia y representatividad. Que ello suceda es consecuencia directa de la irresponsabilidad del Senado de la República quien ni monitorea ni exige cuentas a este organismo público. Son más bien compadres.

No soy el único que cuestiona a la CNDH. En febrero de 2008 se inició un diferendo público entre Human Rights Watch y ese organismo. El primero presentó un informe devastador y muy bien documentado sobre las carencias y omisiones de la CNDH. Un mes después vino la respuesta de la CNDH en la que enumeraba 48 presuntos errores cometidos por Human Rights Watch. El organismo civil respondió la semana pasada que “tras un análisis exhaustivo de la respuesta de la CNDH, deducimos que todas las conclusiones de nuestro informe siguen vigentes”.

Lo más notable de este intercambio de documentos ha sido la incapacidad de armar un debate serio en el cual se desmenucen y revisen los diferentes argumentos con el ánimo de encontrar formas de solucionar las carencias reales en beneficio de quienes han visto sus derechos violados. En lugar de una discusión bien armada hemos visto el atrincheramiento de quienes defienden a la CNDH llegando incluso a descalificar el informe de Human Rights Watch porque fue hecho por una organización extranjera. Es como si estuviéramos todavía en 1968 cuando a los movimientos estudiantiles se les descalificaba por considerarlos peleles de turbios fines extranjeros.

Pero lo realmente lamentable ha sido el espeso silencio del Senado de la República. En los últimos años sean mexicanos, extranjeros o extraterrestres quienes critican a la CNDH el Senado se hace el desentendido renunciando, en los hechos, a cumplir con su tarea. Prefieren asumir el papel de ignorantes que preocuparse por entender cómo anda un organismo que recibe fortunas del erario público. Resulta inconcebible que nunca se hayan preocupado por realizar una evaluación integral, objetiva e independiente que permita separar las luces y las sombras de un organismo que pertenece a todos. Siendo justos, han sido las fracciones del PRI y el PAN las responsables de lo que ha estado pasando.

La CNDH con José Luis Soberanes se ha caracterizado por un conservadurismo reacio a reconocer la pluralidad del México actual. Uno de los ejemplos está en el Consejo Consultivo integrado por personajes respetables, pero que no tienen una trayectoria de cercanía con la comunidad de organismos de la izquierda cívica que están más cerca del México marginado y maltratado.

En el otoño de 2007 el Senado debía nombrar a dos nuevos integrantes del mencionado Consejo. En octubre un grupo de organizaciones civiles inició un proceso para solicitar al Senado que el proceso de selección fuera transparente. Siguieron en todo momento el protocolo, la pompa y la ceremonia de la Cámara Alta. La Comisión de Derechos Humanos presidida por Rosario Ibarra se comprometió y logró que, por primera vez, fuera público el procedimiento. El ritual debía terminar el 4 de diciembre y había la esperanza de que se rompiera el blindaje y que al Consejo Consultivo llegaría alguien propuesto por organismos de la izquierda cívica. Nunca pasó nada porque esos cargos honoríficos están siendo disputados como si se tratara de un contrato con Pemex.

Versiones confiables aseguran que José Luis Soberanes intervino y que Manlio Fabio Beltrones lo respaldó y que el PAN se dividió. Lo real es que a unos días de que termine el actual período de sesiones el Senado no ha nombrado a nadie lo cual significa que, para un sector de México, la CNDH seguirá siendo un búnker impenetrable.

Se confirma la existencia de una red de intereses poderosísima que controla una institución cargada a la derecha cuando debiera ser respetada por todas las corrientes. Un indicio adicional estaría en el periplo laboral del priista oaxaqueño, Sadot Sánchez. Como presidente de la Comisión del Senado impulsó la reelección de José Luis Soberanes en 2004 y ahora cobra en la CNDH donde coordina el Programa contra la Trata de Personas.

En entrevista telefónica, Sadot Sánchez, se declara preparado para el cargo por haber impulsado una ley sobre el tema y no considera haber incurrido en ningún conflicto de intereses. Tal vez tenga razón, pero imposible quitarse la duda de si estamos ante otro intercambio de favores hecho a costa del erario público. Sería ingenuo esperar que el Senado se va a interesar en establecer si es adecuado el perfil profesional de quienes conducen los programas de la CNDH.

Un buen número de instituciones gubernamentales ni cumple con su mandato ni toma en cuenta la pluralidad de México. Y aun así esperan que se les honre y santifique olvidándose que, en una democracia, el respeto no viene de la jerarquía sino de la autoridad moral ganada con el trabajo. Es por ello que me permito concluir con una pregunta: ¿instituciones?

La miscelánea

Hace ya meses me enteré por casualidad de que un pequeño grupo de personas había protestado en Insurgentes contra las corridas de toros. Recibieron una escasísima atención mediática pese a ser una forma legitima de movilización social contra el inhumano maltrato a animales. Es una causa que merece ser apoyada y a reserva de que escriba una columna sobre el tema incluyo, para los interesados, las páginas de un par de organizaciones que están haciendo un trabajo serio al respecto. Asociación Mexicana por los Derechos de los Animales, www.amedea.org; y Anima Naturalis, www.animanaturalis.org

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