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Grupo México y Asarco

Plaza pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Mientras se reaviva en México el nunca olvidado reclamo de rescatar de Pasta de Conchos los cuerpos de 63 trabajadores sepultados por un estallido en esa mina de carbón, Grupo México, que a través de Impulsora Minera México es concesionaria de aquella explotación, parece haber perdido la propiedad de Asarco, la emblemática empresa que hizo la fortuna Guggenheim. Si se consuma definitivamente la venta de Asarco a un consorcio indio, Grupo México estaría cosechando tempestades por haber sembrado vientos.

American Smelting and Refinning Co. (Asarco) nació a fines del siglo pasado como una federación de mineros norteamericanos en México necesitados de fundir y refinar sus productos. En 1901 la empresa fue adquirida por el legendario Meyer Guggenheim (cuyo hijo Solomon estableció la fundación que a través del tiempo ha fomentado las artes y los museos que llevan ese apellido), y comenzó un periodo de expansión que ni siquiera las vicisitudes de la revolución armada interrumpieron. A partir de 1919, ya como Cia. Minera Asarco practicó una minería escasamente cuidadosa del buen trato laboral y el respeto al medio ambiente. Un episodio central en su historia fue la prolongada huelga en Nueva Rosita (ciudad coahuilense fundada por esa empresa) que provocó la Caravana del hambre, desde aquel enclave minero hasta la Ciudad de México).

En 1965, como consecuencia de la ley minera que mexicanizó esa actividad, Guggenheim perdió el control de Asarco, y mantuvo el 49 por ciento de las acciones. El 51 por ciento se distribuyó entre accionistas mexicanos, el principal de los cuales fue Jorge Larrea (padre de Germán, que es ahora el protagonista de diversas historias). El control familiar se consolidó en 1974 cuando Larrea adquirió un 15 por ciento más de acciones de Guggenheim. Mudó entonces la razón social por Industrial minera México, eje de la actividad del Grupo México, que se expandió en las décadas siguientes, adquiriendo minas como la de Cananea y La Caridad en Nacozari, operación en que surgió el germen de la discordia con el sindicato minero.

Simultáneamente con esas adquisiciones en México, en 1999 Germán Larrea tomó la mayoría de las acciones de Asarco en Estados Unidos, que explota minas y tiene fundiciones y refinerías en Arizona. Esa compra magnificó al plano global las operaciones del Grupo México, que a través de Asarco adquirió en Perú otra gran empresa cuprífera, Southern Copper. La fortaleza de Asarco en Estados Unidos, sin embargo, se vio ensombrecida por la legislación ambiental, que hizo multiplicarse las demandas civiles y gubernamentales contra la depredación causada por una desaprensiva explotación minera y metalúrgica. Al calcular que el previsible monto a pagar por demandas de ese género mermaría considerablemente las utilidades de Asarco, Grupo México realizó una operación destinada a enflacar deliberadamente a la empresa. En 2003, transfirió a precio menor del de mercado a una filial creada sólo para esa operación, el 54 por ciento de la empresa peruana, con lo que puso en predicamento las finanzas de Asarco cuyos acreedores consiguieron en 2005 la declaración de quiebra.

En ese momento Grupo México perdió el control de la empresa en Arizona, que fue puesto en manos de un consejo independiente de tres miembros, uno de los cuales representa a Larrea, y es Carlos Ruiz Sacristán, que en el Gobierno de Ernesto Zedillo fue secretario de Comunicaciones y Transportes. No es de extrañar que Ruiz Sacristán trabaje ahora para Larrea, ya que pudo haber ocurrido que lo favoreciera en su función oficial, que incluyó la privatización de los ferrocarriles, uno de su cuyos beneficiarios fue Grupo México, que integró la empresa Ferromex.

Los consejeros independientes que controlan hoy Asarco decidieron vender la empresa para enfrentar sus obligaciones insolutas. Grupo México pretendió en ese momento readquirir el control de la empresa, que se beneficia del auge de los mercados de cobre, y presentó un plan para recuperarlo, incluyendo un fondo para satisfacer las demandas de los acreedores. Pero algunos de éstos cuestionaron tal pretensión en los tribunales, alegando que fue en su perjuicio la venta de acciones de la peruana Southern Copper. Atribuyen carácter fraudulento a esa operación pues no supieron que Asarco, bajo el control de Larrea, hiciera un esfuerzo por encontrar mejores compradores y ni siquiera se contrató un banco de inversión que actuara en beneficio de todos los accionistas y los acreedores.

En esas circunstancias, esta semana, y con el obvio voto en contra de Ruiz Sacristán, los consejeros independientes vendieron Asarco a Sterlite, una firma dependiente del consorcio indio Vedanta Resources, en dos mil seiscientos millones de dólares. Según apreciaciones de la correduría Merril Lynch, ese monto corresponde a cuatro veces las ganancias obtenidas por Asarco el año pasado, que llegaron a 650 millones de dólares. Grupo México combatirá esa decisión en los tribunales, y espera que “un juez considere su propuesta para reorganizar a su ex filial estadounidense… un ejecutivo de GMéxico dijo a Reforma se opondrá a la operación debido a que le fue negada información clave a pesar de ser el tenedor del total de las acciones de la empresa”. (4 de junio).

Por lo que hace al reclamo de los acreedores, el ejecutivo de GMéxico “señaló que la empresa confía en salir bien librada, ya que en su momento la operación fue avalada por el Departamento de justicia y un juez federal”.

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