El solista Luis Humberto Ramos se llevó el aplauso del público en el concierto de la Camerata de Coahuila, dirigido por Tatul Yeghiazaryan. (Fotografía de Érick Sotomayor)
Con Tatul Yeghiazaryan como director y Luis Humberto Ramos como solista, la Camerata se lleva el aplauso de los laguneros
TORREÓN, COAH.- Con el clarinete como protagonista y Tatul Yeghiazaryan como director invitado, la Camerata de Coahuila ofreció con gran éxito su tercer concierto de la Segunda Serie de la Temporada 2007.
Obras emblemáticas que destacan lo mejor de los músicos y del director fueron la pauta de la noche, misma que abrió con la obertura a Il Matrimonio Segretto, de Domenico Cimarosa, pieza con la que el autor creó lo que en los siguientes 50 años sería el modelo de la ópera bufa italiana.
Este inicio fue decisivo, pues aunque el programa fue muy variado, en todo momento se siguió una atmósfera vienesa que todos los seguidores de la Camerata -cuyo repertorio es el más amplio en obras de Mozart- supo agradecer.
Luego llegó el momento esperado de la noche, sí, ahora seguía Mozart y el Concierto para Clarinete en La Mayor, obra que según los expertos es la mejor escrita para cuerdas o vientos solistas. Y qué mejor que llevarla al escenario a través de un virtuoso del clarinete como Luis Humberto Ramos, quien se enfrentó a este casi examen musical, demostrando su dominio y control sobre el trabajo del genio de Salzburgo, el cual maniobra con exquisitez y gran disfrute, logrando envolver al público con su interpretación.
El momento sublime sin duda es el Adagio, que figura como tercer movimiento de la obra y el golpe maestro fue el tercer y último movimiento, que es un rápido Rondo- Allegro en el cual quedan expuestas la técnica y transparencia del solista y que el clarinetista sacó airoso.
El momento culminó después del Allegro y el solista se llevó el aplauso del público que siguió ovacionándolo hasta hacerlo regresar una vez más al escenario, pero para sorpresa de los laguneros que siempre quieren más, el maestro agradeció, hizo una reverencia y salió de nuevo del escenario sin ofrecer el esperado encore.
Luego del intermedio la orquesta continuó con la Sinfonía No.3 en Re Mayor, de Schubert, compuesta por cuatro movimientos de una factura impecable y que fue descifrada por Yeghiazaryan con maestría y tocada con la ya habitual calidad de la orquesta, concluyendo la noche con muchos aplausos.
