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El “levantón” en Durango

Gilberto Serna

La fiera batalla que sostuvieron las fuerzas del orden, en un operativo en el que participaron soldados del Ejército Mexicano, avecindados en Torreón, en Santiago Papasquiaro y en Parral, acompañando a los elementos de la Policía Federal Preventiva, que dio lugar a fuertes enfrentamientos contra el crimen organizado, no produjo el resultado apetecido ya que aún así los delincuentes a la alta escuela, fuertemente armados, lograron escapar en una persecución en que se vieron auxiliados por dos avionetas. Antes habían perdido la vida dos agentes policiacos y su comandante, lográndose abatir a dos de los sicarios que el pasado sábado habían “levantado” en la capital del estado de Durango, se dice, al comandante de la Unidad Contra el Crimen Organizado, Sergio Muñoz. Lo que está patente en el relato de los hechos, tal y como sucedieron, es que los forajidos sostuvieron un intercambio de disparos parapetándose y desbordando el cerco que se supone habían de preparar la alerta, según el Código Rojo, para que se sumaran todos los cuerpos de seguridad que hay en la entidad. No hubo tal. Los maleantes huyeron por las carreteras que comúnmente utilizamos los habitantes para llegar a su destino donde los esperaban naves aéreas.

No hay una información precisa de cual era la intención de las policías, si rescatar al secuestrado o combatir a los criminales o ambas cosas. Lo que sí se sabe es que murió el comandante por lo que cabe pensar fracasó su liberación. No es cosa fácil, pues, ahora sabemos, los maleantes cuentan con suficientes recursos para rechazar el acoso aún de los soldados, que eran o han sido o son los mejor disciplinados y los más confiables. No hay en nuestro país otra corporación con mayores recursos bélicos que los miembros del Ejército nacional que cuenta con el apoyo moral de los mexicanos. A pesar de que legalmente están impedidos de actuar en épocas de paz, se han tenido que sacudir esa disposición, quitándosela de encima, para enfrentar al crimen organizado en una batalla que no dista mucho de una guerra que no debe perder. No hay una declaración formal, no ha sido autorizada por el Senado, pero existe de hecho. La práctica indica que el país se las vería negras si los dedicados a ese sucio negocio logran superar el obstáculo. Lo que a la fecha da la impresión que lo pueden todo, aun surcar los espacios aéreos con total impunidad. No diré que los encargados de perseguirlos están perdiendo, pero lo que pasó en Durango tiene todo el perfil de un descalabro que no creemos se debe repetir.

Ha habido aprehensiones de cabecillas del narcotráfico, de más o menos importancia, allanamientos de fincas donde se han encontrado pertrechos y en ocasiones fuertes cantidades de billetes verdes, lo que pone en evidencia que se está haciendo lo que corresponde. Se han enviado a prisiones de Estados Unidos de América a poderosos capos del narcotráfico y sin embargo la lucha sigue. El suministro de municiones no para, es constante y todo indica, perpetuo. La frontera parece tener más agujeros que un queso gruyere por el que se cuelan armas y más armas, cada vez más poderosas. La pregunta es ¿quién se beneficia de tales actividades? ¿por qué es que nadie puede o quiere detener ese tráfico tan nocivo y peor que el trasiego de enervantes? Ya vimos como dentro del territorio de los vecinos es de suma facilidad el adquirir un arma, con el pretexto de que cada ciudadano tiene derecho a portarla para defenderse a sí mismo, ¿estarán pensando los contrabandistas, de estos letales artículos, que su introducción ilegal está justificada por que equilibra y en veces rebasa el poderío bélico del Gobierno? Qué es lo que los anima ¿desestabilizar al Gobierno local o es simplemente un negocio, como cualquier otro?

Vamos a ser serios. O paran el tráfico de armas o se concretarán a avisar a sus ciudadanos el peligro que representa venir a México. El Gobierno de Washington tiene mucho que ver en este asunto. No es posible que le estén diciendo al Gobierno de acá de la incapacidad para acabar con el comercio de enervantes y por otro lado permitan que de sus fronteras salga el armamento necesario para combatir a los elementos de nuestro Ejército. Es una doble moral que no se justifica, pero se entiende. Hay en juego muchos intereses que no están dispuestos a sacrificar sus portentosas ganancias. Es más fácil decirles a sus connacionales, en una propaganda perversa, que México es quien protege a los narcos, los apapacha, los consiente y les deja hacer y deshacer, mientras el Gobierno de las barras y las estrellas, dice, los combate ferozmente. Los cuernos de chivo, las pistolas capaces de perforar una pared de acero o de hacer blanco a una considerable distancia, se fabrican allá y se disparan de este lado. Lo que acaeció en Durango, no hace esperar si no más días aciagos.

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