
Antes de la sesión, Tunick habló con las 105 mujeres que participaron en este nuevo desnudo. (El Universal)
Realiza Spencer Tunick una segunda sesión fotográfica, ahora en el museo de Frida Kahlo
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- Con el peinado típico, las cejas pintadas y hasta con el bigote de Frida, 105 mujeres posaron desnudas en la segunda sesión que realizó el fotógrafo Spencer Tunick en México.
Por segunda ocasión el fotógrafo Spencer Tunick hizo de las suyas y reunió a un grupo de 50 mujeres de cabello negro para fotografiarlas desnudas en la Casa Azul de Frida Kahlo que se localiza en Coyoacán.
En una reunión secreta, el grupo de mujeres con características de pelo largo, lacio, a la altura de los hombros se despojaron de sus ropas para ser captadas por la lente del polémico fotógrafo que quiere hacer un homenaje a Frida Kahlo.
Como ya es costumbre del artista, las convocó en las primeras horas de ayer lunes en la conocida Casa Azul que se localiza en la calle de Londres, en la colonia Del Carmen Coyoacán.
Previo, Spencer mantuvo una reunión secreta para darles a conocer las características de mujer que requería para este segundo desnudo efectuado en la Ciudad de México.
Buscaba rasgos que recordarán a la pintora Frida Kahlo, por ello, indicó que aquéllas que no tuvieran el cabello negro a esa altura de los hombros podían utilizar peluca.
Antes de que le ganaran los rayos del sol las reunió y acomodó, como sólo él sabe hacerlo, en los jardines de dicha residencia.
Con el peinado típico, las cejas pintadas y hasta con el bigote de Frida, 105 mujeres posaron desnudas en el jardín, la fuente y la pirámide del museo.
Apenas el domingo, el fotógrafo reunió a cerca de 20 mil mexicanos que decidieron quitarse la ropa frente a su cámara en la explanada del Zócalo capitalino.
La multitud acudió al llamado desde las 01:00 horas del domingo y poco a poco se rebasaron las expectativas de 13 mil asistentes ya que algunos se quedaron con las ganas de entrar a la plancha del Zócalo y ser parte de la historia.
Para el desnudo masivo, las autoridades montaron un dispositivo con más de 500 policías para resguardar el tránsito y evitar que las pasiones se desbordaran con más de 20 mil personas reunidas.
En el número 247 de la calle de Londres, justo donde se ubica la Casa Azul que actualmente funciona como museo de Frida Kahlo, personal de seguridad custodió la casa para evitar que intrusos tuvieran imágenes de este desnudo de mujeres con el que el fotógrafo homenajear a Kahlo.
EL ZÓCALO AL DESNUDO
Una estudiante universitaria de Torreón participó el domingo pasado en el desnudo masivo del fotógrafo Spencer Tunick en el Zócalo de la Ciudad de México. Éste es su testimonio.
MÉXICO, DF.- Eran las 4:30 de la madrugada, y las calles alrededor del Zócalo comenzaban a tapizarse por multitudes mexicanas. Comenzaba el primer embotellamiento del día, los accesos al Zócalo habían sido cerrados la noche anterior, inclusive la estación del metro. Solamente dos calles daban entrada a la entusiasmada masa. Gente corriendo, gritando y empujando para lograr entrar a lo que sería el evento de desnudos más grande en la nación. Un sinnúmero de gente levantando sus solicitudes, mientras esperaban a que las filas avanzaran para ingresar al lugar donde Spencer Tunick daría las indicaciones para comenzar con las fotografías. Por fin, los grupos se trasladaron a las orillas del Zócalo, y se sentaron, esperando ansiosamente a que iniciara. Al cabo de las seis y media, la euforia de la gente parecía alimentarse junto con el frío, ¡era increíble ver que la gente seguía entrando!
“Dicen que ya rompimos el récord” grita alguna de las organizadoras, y las porras de los mexicanos comenzaron a desatarse. “¡Viiiva Méxiiico!”, “¡Cachún cachún ra ra…!”, “¡México, México!”. Hasta el escritor Carlos Monsiváis le tocó porra, cuando la gente se dio cuenta que se encontraba como espectador en la parte alta del hotel Majestic, pidiéndole también que se desnudara.
Bromas y gritos entre la gente, un escenario simpático y animado difícil de olvidar. De pronto, sale Tunick a escena. La gente le aplaude como si fuera una celebridad. “¡Ya me quiero encuerar!” se escucha entre el público.
Las cámaras, la prensa, entrevistadores y fotógrafos se encontraban situados en el hotel frente al Zócalo; pero sólo TV UNAM y sus organizadores tuvieron acceso a la plancha con la gente. Sin duda, ha sido el evento cultural con mayor cobertura en muchos años.
Seis cuarenta, el sol ya estaba por asomarse en el Zócalo. Las personas de pie, emocionadas mirando al fotógrafo. “¡1, 2, 3 GEET NAKEED!” indica el neoyorquino.
Sin pensarlo dos veces, la gente desesperadamente se quita la ropa. Las prendas volaban, dejándolas por doquier y los cuerpos desnudos comenzaron a correr a la plancha del Zócalo, intentando tomar cada uno su lugar. Se forraba el lugar de pieles morenas y blancas. Extranjeros, hippies, ancianos, parejas tomadas de la mano, gordos, flacos, hasta ciegos y discapacitados decidieron participar. ¡Ya eran más de 18 mil desvestidos! Cada uno tomó su lugar en un cuadro del piso posando entonces para la primera posición: todos de pie y viendo a la cabeza del compañero de enfrente. Ésta tomó varios minutos, pues era verdaderamente difícil tratar de controlar la muchedumbre. Mientras tanto, en un hotel frente a la instalación artística, unos compañeros voyeuristas disfrutando del espectáculo. “¡A encuerarse o a ver de cerquita!” protestó una chica.
La siguiente posición: todos acostados boca arriba apuntando hacia el asta de la bandera (que por cierto, estaba ausente). El frío del asfalto logró arrebatar algunos gemidos de parte de la gente. “¡Apúrale Tunick, como tú no estás encuerado!”.
Pero venía la fotografía más tardada y difícil: posición fetal. Las personas trataban de colocarse, tal y como la manta pegada en el edificio de enfrente lo indicaba. Haciendo su mejor esfuerzo, y algunos intentando más de una vez cayendo a los lados, se logró. La alfombra humana más grande tendida en la plaza mayor. Con todo y cuerpos pegados, el respeto entre los mexicanos impactó a los organizadores, excluyendo a los bribones que trataron de ocultar las cámaras o celulares entre las personas. A pesar de esto, el desnudo masivo se convirtió en una expresión de igualdad entre la gente. Las personas abandonaron todo recato, dejándolo a un lado, junto con sus calzoncillos. Sin razas ni prejuicios, sin máscaras o prendas caras, sin un vestuario que marcara individualidad alguna. Fueron cuerpos expuestos sin pena alguna, atreviéndose a celebrar junto con otras 18 mil personas un festival de libertad y hermandad que en definitiva marcó la historia cultural mexicana.
Las 8:10, y las fotografías no acaban. Ahora, la multitud recorrería toda la calle 20 de Noviembre para unas últimas poses. Algunos decidieron salirse y por fin cubrirse, pero la mayoría siguió disfrutando del evento. Caminando todos, y platicando como si fuera casual y cotidiano andar sin prendas. De pronto, un atrevido bailando en un tubo, la gente no se contuvo la risa. En seguida la multitud levantó la mano izquierda y hasta el mismo Tunick quedó impresionado: “¡Esto es hermoso, (decía el traductor que apenas se le escuchaba), parece un bello jardín, créanmelo, es hermoso, muchas gracias México!”.
“¡Ahora sólo mujeres!”, indicó para finalizar el fotógrafo. Algunas se quedaron, pero las otras tantas personas decidieron regresar a lo habitual y finalmente, vestirse. Algunas miradas pervertidas evocaron hacia las chicas. Y para alguno que otro arriesgado corriendo desnudo por la calle, Tunick ya nervioso indicó: “¡A vestirse ya los hombres por favor”! Para algunos fue difícil encontrar su ropa en medio de la de otros miles. Fueron varios minutos en los que se sintió el miedo a quedar desnudo frente a los ojos de la gente ya vestida. Cayendo en cuenta de esto, alguno alcanzó a exclamar sonrojado: “Ay, pero si estoy desnudo”.
Una experiencia totalmente descabellada y memorable.