Apenas dejó la presidencia del consejo de directores de la Cruz Roja mexicana, Olegario Vázquez Raña quedó a la cabeza del Consejo de participación ciudadana de la Procuraduría General de la República. Sustituyó al señor Abraham Mafud, que a su vez había asumido ese cargo honorífico el 14 de junio del año pasado. El acortamiento en más de un mes del periodo anual respectivo obedecería a cuidar que Vázquez Raña no tuviera que esperar, carente de una representación como la que ostentaba.
Aunque Olegario Vázquez Raña, lo mismo que su hermano Mario han mantenido siempre una cercanía con el poder político, quizá en este sexenio se ha acentuado la de aquel empresario cuya familia original procede de Avión, en Galicia con Los Pinos. Olegario Vázquez Raña mantiene nexos estrechos con la familia Fox, ya sea mediante la concesión del negocio de flores y regalos en su cadena de hospitales a la esposa del hijo mayor de la señora Marta, ya sea ofreciendo un empleo de alto nivel en su negocio de hotelería a Ana Cristina Fox de la Concha.
Unidos todos, como la razón social lo indicaba, en la mueblería Hermanos Vázquez, hace ya décadas que cada uno de los miembros de esa familia decidió tomar su propio camino, aunque tres de ellos, Mario, Olegario y Abel han coincidido en actividades deportivas y en organizaciones que las gobiernan. Olegario es, hasta julio próximo, presidente de la Federación internacional de tiro deportivo. Quién sabe qué fue primero, si su afición a las armas de fuego o sus negocios como proveedor del Ejército, actividad discreta pero voluminosa donde se encuentra el origen de su fortuna, más allá del original negocio familiar.
En la década reciente, Olegario Vázquez Raña se convirtió en presencia dominante en la atención hospitalaria. El Grupo Ángeles Servicios de salud, que inicialmente adquirió el hospital Humana en el Pedregal del sur capitalino, se ha expandido mediante la construcción de unidades como el de Interlomas, en el poniente del valle de México, y a través de la adquisición de empresas largamente establecidas en el ramo, que no pudieron resistir la combinación de agresiva competencia y oportunas ofertas de compra. El grupo es ahora propietario de diez hospitales. Se halla también en la hotelería, con 15 establecimientos de la cadena Camino Real, el más reciente de los cuales abrió sus puertas a la vera del antiguo Humana.
Vázquez Raña aprovechó asimismo la privatización de los aeropuertos. Con socios españoles constituyó el Grupo aeroportuario del Pacífico, que controla las terminales aéreas de Tijuana, Guadalajara y Vallarta, ciudades clave para el turismo, que tienen también importancia estratégica en términos de seguridad nacional. En el pasado y en el presente han sido sedes de grupos de delincuencia organizada que requieren fluidez en su tránsito por tales aeropuertos. Recuérdese que hace trece años, en mayo de 1993, pistoleros que participaron en el tiroteo en que fue asesinado el cardenal José de Jesús Posadas Ocampo viajaron sin problema, poco después de la balacera ocurrida en la propia terminal tapatía, hasta la de Tijuana.
Hace dos años, la expansión de Olegario Vázquez Raña se orientó a los medios de comunicación. Adquirió entonces la mayoría de las acciones del Grupo Imagen, y con ella las concesiones de tres radioemisoras hasta entonces propiedad de la familia Fernández. Mediante una fuerte inversión, adicional a los cincuenta millones de dólares que habría pagado por su entrada al negocio radiofónico, integró un bien dotado técnicamente cuerpo de información que se afana en el competido ámbito de la radio noticiosa.
Amplió su participación en ese campo este mismo año, mediante la compra y remozamiento del diario Excélsior, adquirido también en 50 millones de dólares. Aunque fuera con tardanza, consumó una operación que estaba por realizarse en octubre de 2000, cuando fue expulsado de la cooperativa el usurpador de la dirección con quien el empresario había pactado la compra. Es posible que la demora haya militado a favor de los intereses de Vázquez Raña, pues la renuencia y aun oposición de segmentos de la sociedad cooperativa a deshacerse de sus activos se convirtió en urgencia por hacerlo, dado el deterioro cotidiano del diario y sus instalaciones. La buena relación construida por Vázquez Raña con la familia Fox añadió ventajas a la operación, que no se avizoraron hace cinco años.
Francisco Labastida, el candidato presidencial priista hace un lustro, mantiene excelente relación amistosa con los Vázquez Raña. Fue acogido en los periódicos de la Organización editorial mexicana después de su fracaso y en un plano más estrecho vacacionó después de la derrota en la colosal finca de Olegario en su pueblo natal, próximo a Vigo. No obstante esa preferencia, los Fox y el propietario del Grupo Imagen lograron también una amistad aderezada por los intereses mutuos. Eso permitió las especiales condiciones de venta del diario fundado por Rafael Alducin en 1917.
La cooperativa estaba hundida en un mar de deudas, especialmente de carácter fiscal. Sus pasivos laborales eran también significativos. Vázquez Raña logró que la secretaría de Hacienda continúe teniendo a la virtualmente inexistente cooperativa como su deudora, lo que limpió de esa obligación al nuevo propietario que, por otro lado, no acepta actuar como patrón sustituto. De esa suerte, antiguos asalariados y colaboradores peregrinan sin éxito para que se les retribuya su trabajo.