“Como dice el viejo y sabio refrán, ...”. Muy afortunados somos los hombres en contar con los refranes, pues en ellos se encierra la sabiduría popular acumulada por cientos de años.
Bellos son los adagios contenidos en la Biblia, en ellos encontramos el verdadero concepto de la moral. Famosos son también los proverbios que Cervantes puso en boca de Don Quijote de la Mancha: “Más vale un toma que dos te daré”.
Aunque no me dedico a la paremiología, siempre consulto los refranes con el afán de que la sapiencia que en ellos se encierra sirva como guía en mi vida.
Recuerdo que una vez en la primaria nos castigaron a un amigo y a mí, siendo que yo no había hecho absolutamente nada. Indignado reclamé por la injusticia, pero la maestra me dijo: “Tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata”. También recuerdo a mi abuelita cuando me decía: “El que come y canta loco se levanta”. De esta manera aprendí a querer los refranes y a sacar provecho de ellos.
Por desgracia hay personas que además de no entender el verdadero significado de los refranes, son incapaces de encontrar en ellos una enseñanza que los ayude a ser mejores cada día. También hay quienes lejos de interpretar los proverbios, se apegan a su sentido literal. Tal sucedió con algunos de nosotros y con las autoridades, pues durante años nos apegarnos ciegamente al famoso refrán: “Agua que no has de beber, déjala correr”.
En los últimos años se ha dejado correr mucha agua por La Laguna, motivo por el cual hemos aprendido lo que significa la escasez del vital líquido. El rápido crecimiento poblacional, así como el auge industrial en el que vivimos, han provocado la sobreexplotación de los principales mantos acuíferos que abastecen la región. Pero ¿quién tiene la culpa de esto?
Creo que uno de los culpables somos todos nosotros. Nuestra cultura y educación nos impide pensar que cada vez que abrimos la llave sin un motivo justificable, contribuimos a la futura escasez del agua. Sin embargo, nos gusta lavar los trastos con un chorro que muchas veces sólo sirve para bañar la coladera; cada vez que nos bañamos nos fascina cantar todo nuestro repertorio; nos encanta lavar el coche con la manguera; regamos las plantas hasta ahogarlas.
Otro de los culpables de la escasez del agua es el Gobierno. Hasta el momento nuestros funcionarios públicos han sido incapaces de desarrollar obras a largo plazo que garanticen a todos el abasto continuo de agua. La única forma en que el Gobierno ha tratado de solucionar el problema es perforando nuevos pozos y sobreexplotando los mantos acuíferos existentes. Los mismos funcionarios públicos han reconocido en diversas ocasiones que el 50 por ciento del agua que llega a la región se pierde por diversas razones, como las fugas y las tomas clandestinas. Si a esto sumamos que la mayoría de las aguas de lluvias se pierden, nos podremos dar cuenta que nuestro futuro no es tan promisorio como quisiéramos.
Es cierto que hemos tenido una temporada de lluvias mejor a la de otros años, pero no podemos estar a expensas de las nubes pasajeras del inmenso cielo. Si queremos tener agua en el futuro, el Gobierno debe emprender obras que ayuden al cuidado de este preciado líquido.
En estos días, ciudades como Parras han sufrido los efectos de las fuertes lluvias. Es increíble, pero de existir una buena red de drenaje pluvial, gran parte del agua que anduvo por las calles de la ciudad, podría aprovecharse para nuestro bien. No cabe duda que de ahora en adelante debemos decir: “Agua que no has de beber, hazla presa”.
Además de emprender viajes inútiles y de gastar millones en publicidad, el Gobierno Estatal y las administraciones municipales deben poner especial énfasis en las obras de drenaje pluvial para aprovechar de mejor manera este preciado recurso.
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