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Viaje a Dinamita en 1910

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Adolfo Dollero, historiador y viajero italomexicano llegó a La Laguna en 1910 como parte de un largo recorrido a través del país. Y en 1911 publicó su libro "México al día: impresiones y notas de viaje", en el que describe las andanzas que tuvo en Dinamita, Durango, y que reproducimos a continuación.

Acompañados por el Doctor Paparelli nos fuimos en coche hasta la fábrica de dinamita, a unos cuantos kilómetros de Noé donde nos había invitado el ingeniero Giny, mi buen amigo.

Nunca olvidaré la impresión que experimentamos cuando entramos en la cuenca en donde está situada la fábrica. Parecía otra bolgia del infierno Dantesco.

Alrededor montañas de formas y matices diferentes: acá se asomaban rocas negras y tétricas, allá una cresta recortada como encaje y ligeramente azulada, más adelante un cerro que dejaba ver una cantera de mármol blanco apenas empezada a explotar y después otras rocas verdes por los líquenes.

Todas esas montañas de aspecto variado se juntaban y se escondían la una tras de la otra, formando jirones, y sombras repentinamente iluminadas por un rayo de luz.

Arriba una bóveda azul hacia la cual se elevaban espirales de humo negro, morado o amarillento según cuando provenía de esta o aquella de las peligrosas materias que se fabricaban allí o que servían para fabricar los varios ácidos.

La Compañía Nacional Mexicana de Dinamita y Explosivos S.A. está formada en su mayor parte de capitales franceses: son por todo 4 millones de pesos.

Tuvimos la buena suerte de encontrar al Director General, Don Augusto Genin, literato y poeta además de ser hombre de mucha práctica en los negocios.

Al señor Genin debemos una palabra de sincero agradecimiento por la cortesía exquisita con la que sirvió recibirnos.

A pesar nuestro, supimos que la entrada a la fábrica estaba prohibida rigurosamente a todos y especialmente a los periodistas.

Nosotros sin embargo estábamos decididos a introducirnos en ella aún contrariando la prohibición existente.

Preparamos un complot y esperamos que el señor Genin nos haya perdonado la indiscreción.

Se había retirado a su despacho y siendo una persona incansable para el trabajo era imposible que no permaneciera allí unas horas siquiera. Quedaba sin embargo el ingeniero Giay del cual tampoco podíamos esperar nada porque como buen piamontés sabía ser fiel a la consigna.

Entonces, pretextando buscar un poco de descanso en la pieza que habían puesto amablemente a nuestra disposición, dejamos a Vancresson con el señor ingeniero, encargado de que lo entretuviera, mientras nosotros buscábamos la manera para introducirnos en la fábrica.

Habiendo obreros y vigilantes en todos los departamentos no debía ser muy difícil franquear la entrada, porque teníamos a nuestro favor la circunstancia que varios nos habían visto con el Director General y con los empleados superiores. Dicho y hecho. Empezamos por entrar en el departamento en donde se fabricaba el ácido nítrico y el ácido sulfúrico con la recuperación de los gases que habían sido ya aprovechados.

Bornetti fingía ser un nuevo ingeniero y muy serio me daba órdenes e instrucciones que yo aparentaba escuchar con atención y respeto.

Nadie nos hizo alguna observación; algún comentario en voz baja y nada más.

Seguimos nuestra visita por el departamento del algodón collodion, por el de la nitroglicerina extremadamente peligroso, y por fin, en donde las obreras fabricaban los cartuchos de dinamita juntando la nitroglicerina con los nitratos absorbentes y el collodion.

Pasamos por los talleres de herrería y de fundición; observamos las máquinas que impermeabilizan el papel de los cartuchos, y los depósitos de dinamita cuando encontrábamos algunos de ellos abierto, pues casi todos estaban cerrados.

Al terminar nuestra visita sabíamos muchas otras cosas; que la fábrica producía 150,000 cajas de dinamita al año, que trabajaban en ella 450 personas comprendiendo empleados y obreros (entre ellos 63 italianos) y varios otros detalles.

En la noche, durante la cena contamos al señor Genin nuestra travesura: en ese momento nos pareció algo contrariado, pero después sonrió y por último acabó con reírse abiertamente, ya que la cosa no tenía remedio.

¡Cuántas veces él, viejo periodista, no habrá hecho lo mismo, acaso para conocer cosas menos interesantes y menos importantes! -termina el relato.

-Yo me sé una historia mejor, de ese tiempo -dice un poblador de Dinamita en 2021. "Orita se las cuento, es de una cartuchera…".

@kardenche

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