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Plaza Pública / Fin de El Caso

Miguel Ángel Granados Chapa

La muerte de Flora Ileana quedó marcada desde el principio por la eminencia social de su familia, una de las más acaudaladas de la entidad, y por la posición sesgada que las autoridades ministeriales y judiciales, teñidas de priismo, adoptaron para condenar a Medina Millet, que en los primeros meses de su viudez no fue acusado por homicidio.

Pasado mañana finalizará la fase penal de El Caso, como se ha llamado en Yucatán el conflicto surgido a raíz de la muerte de Flora Ileana Abraham Mafud, sea por su propia voluntad o a manos de su esposo Armando Medina Millet.

En el intento de dilucidar quién privó de la vida a esa joven mujer se ha generado no sólo un prolongado proceso penal, que quizá este miércoles llegue a su extremo cuando lo resuelva en última instancia la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino una profunda escisión entre sectores de Yucatán.

Uno de sus efectos más notables ha sido el diferendo entre el arzobispo Emilio Berlie Belaunzarán y el Diario de Yucatán, una institución periodística en la península, que hasta ahora tenía entre sus timbres de orgullo su proximidad con la autoridad eclesiástica.

En mayo pasado, con motivo de una fiesta ofrecida por el Club Libanés al prelado, al celebrar 13 años de su traslado de Tijuana a Mérida, el Diario de Yucatán publicó fotografías que muestran al arzobispo ?en actitudes afectuosas e incluso halagadoras con representantes de la familia Abraham Mafud?.

Según se explicó en la Primera columna, que hace las veces de editorial del periódico, ?una de las fotografías corresponde a una deferencia del señor Berlie: antes de ocupar el puesto que se le había asignado en la mesa de honor, hizo escala en la mesa de Asís Abraham Daguer y sus familiares, para compartir con ellos varios minutos de plática?.

Un lector se inconformó con la publicación de las fotografías y la Primera columna le contestó que no debía sorprenderse por la manifestación de simpatía del arzobispo a esa familia: ?No la ha ocultado en los nueve años del proceso judicial y ha sido más evidente conforme el caso Medina-Abraham se acerca a su definición. Esa simpatía se ha interpretado incluso como un apoyo moral y ha suscitado discrepancias que han levantado polvaredas doctrinales.

?La simpatía a que nos referimos es tanto más evidente cuanto que el señor arzobispo, como se sabe, dispensa un trato distinto, opuesto diríamos, al ingeniero Medina y su familia.

?La inconformidad puede tener su origen también en las documentadas opiniones, compartidas por el Diario, en el sentido que Medina Millet estaría en libertad desde hace mucho tiempo si el suyo fuera sólo un caso judicial. Está muy extendido el convencimiento de que jueces imparciales no habrían aceptado, por ser falsas, las pruebas de homicidio en que se basa la sentencia que lo condenó?.

Esa ausencia de jueces imparciales condujo el caso hasta el máximo nivel federal, donde las partes esperan que los haya. La muerte de Flora Ileana quedó marcada desde el principio por la eminencia social de su familia, una de las más acaudaladas de la entidad, y por la posición sesgada que las autoridades ministeriales y judiciales, teñidas de priismo, adoptaron para condenar a Medina Millet, que en los primeros meses de su viudez no fue acusado por homicidio. Cuando se le llevó a juicio y a prisión, se multiplicaron las irregularidades en su proceso, que no fueron subsanadas y ni siquiera estudiadas sino hasta que el relevo de partido gobernante en Yucatán lo permitió.

El caso fue sacado del clima de pasiones e intereses locales mediante un juicio de amparo que será resuelto por fin esta semana. Los defensores de Medina Millet, que ha sufrido nueve años de injusta prisión, han insistido en que durante la averiguación previa la evidencia fue falsificada y alterada dolosamente en perjuicio de su cliente. Dicen, por ejemplo:

?Se alteraron las fechas de las pruebas de radizonato de sodio efectuadas a las perillas del predio donde ocurrieron los hechos y al mango del martillo que utilizó Armando Medina Millet para abrir la puerta del cuarto donde se encerrara Flora Ileana para dispararse. En el expediente de la averiguación previa se asentó que la fecha en que se hicieron dichas pruebas fue el 16 de noviembre de 1995, pero en realidad fueron realizadas el 21 de noviembre de 1995... Dichas pruebas se alteraron con el objeto de hace creer que Flora Ileana Abraham Mafud había sido asesinada, pues sólo el homicida habría podido contaminar las perillas de las puertas y el mango del martillo tras dispararle (específicamente Armando Medina Millet, quien era el único que se encontraba con Flora Ileana Abraham Mafud en la casa). Adicionalmente, quedó plenamente acreditado en el expediente que las pruebas de radizonato de sodio no están diseñadas para aplicarse sobre objetos tales como perillas o mangos de martillo?.

Éstas sirven sobre todo para verificar si una persona ha disparado. Le fue aplicada con ese propósito a Medina Millet, pero en el documento donde consta esa prueba se alteró la hora. Fue practicada a las 20:30 horas, pero se anotó que había sido realizada a las 23:45 horas. Se procedió así, piensan los abogados, ?con el objeto de hacer creer que la prueba de radizonato de sodio practicada a Armando Medina Millet resultó negativa debido al tiempo que había transcurrido entre el disparo del arma de fuego que privó de la vida a Flora Ileana Abraham Mafud y la toma de las muestras correspondientes (seis horas)?.

También se falsificó la fecha en que se practicó la prueba de Walker a la blusa que vestía la víctima. Y las de las pruebas de balística, presentadas además como si las hubiera realizado el Ministerio Público y no encargadas por la familia Abraham.

En fin, la apreciación sobre el cúmulo de irregularidades decidirá el caso en último término.

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