Cuando llegaron los conquistadores vascos, encontraron un gran lago de 200 kilómetros de circunferencia a donde desembocaba el río de las Nazas y Aguanaval y en sus márgenes, charcas y ciénegas encontraron multitud de indios salvajes y en completa barbarie; totalmente desnudos y cubiertos de barro; los misioneros jesuitas incansablemente recorrían toda esta región en busca de aquellos indios que vivían de la pesca, la caza de animales menores, del maguey, el mezquite, lechuguilla y tunas, sin estar nunca seguros y siempre con el peligro de que por su antojo o por satisfacer su hambre los mataran y comieran.
Fueron tras aquella población trashumante, para poderles dar instrucción y principios de vida social; los irritilas, rayados, y todas aquellas tribus hablaban un remedo de zacateco, teniendo gran dificultad para su conversión, venciéndola, fueron reuniendo estos naturales hasta más de dos mil en el pueblo de Parras pero una vez ahí, era constante también las dificultades con los españoles que querían esclavizarlos, no obstante, se pudieron formar varios pueblos ya muerto el padre Juan Agustín de Espinosa; la primera misión, de Santa Ana, la segunda es San Pedro de La Laguna, la tercera del cacique de Aztla cercana a lo que hoy es Gómez Palacio, Durango, la cuarta en San Francisco del Río Nazas y la quinta la llamaron de las Cuatro Ciénegas como a 30 leguas al norte (150 kilómetros).
Fueron azotados terriblemente por la viruela que los diezmó y los restantes fueron abandonando los poblados. Se agregó el problema de la política religiosa en que se buscaba quitar a los jesuitas y a los franciscanos las misiones ya establecidas lo que consiguieron al expulsar a los jesuitas en 1687 y llegaron los curas de iglesia, gordos y amantes de la comodidad con los cuales los terratenientes tenían mayor facilidad de negociar. Éstos simplemente dejaron desaparecer los poblados y los escasos indios laguneros que quedaban, regresaron a los montes donde se extinguieron.
LAS TRIBUS BELICOSAS
Los indios tepehuanes, los tarahumaras encabezados por el indio teporaca, los tobosos, los conchos y los apaches, que venían del norte bajaban en oleadas, asesinando a todo el que se encontraban en las márgenes del Río Nazas y sus orígenes: El Río Oro y el Río de Ramos donde durante 300 años no se pudo andar sin el peligro de morir en el intento.
Llegaban a incursionar hasta Cuencamé, Cinco Señores (hoy Nazas, Dgo.). Varias veces atacaron San Juan de Casta (hoy León Guzmán, Dgo.), Mapimí, el que en 1717 atacaron los tobosos y masacraron a casi toda la población de mil doscientos habitantes quedando abandonada durante más de 50 años. Los ataques a la Hacienda de Hornos y a Parras eran frecuentes y audaces y una vez terminadas sus fechorías, huían al Bolsón de Mapimí que era su guarida inexpugnable.
Entre el tres de mayo de 1779 y el nueve de marzo de 1783 (¡Cuatro años!) el Coronel Juan de Ugalde estuvo en pie de guerra constante contra estas tribus bárbaras desde la Sierra de la Paila en la Región Lagunera, hasta el Río Bravo y la región occidental de Texas; pero el peligro en el Bolsón de Mapimí, sólo lo terminó el ejército de Porfirio Díaz, ¡después de 300 años!
LA COLONIZACIÓN TLAXCALTECA
Por lo indómito de los indios norteños, por orden del Virrey don Luis de Velasco que giró las capitulaciones correspondientes publicadas en México el 14 de marzo de 1591, ordenando que debido a que fueron aliados muy importantes para la conquista de México, se les diera un trato preferente como caballeros y anteponiendo a su nombre el ?don? que los distinguía. Se buscaba que con su contacto y cultura agrícola ayudaran a la civilización de los pueblos bárbaros norteños por lo que se les llamó ?Indios madrineros? y sí era posible lograr una mezcla de razas, pero los tlaxcaltecas nunca se mezclaron. Se trajeron 100 familias del pueblo de San Esteban Tlaxcala y ahí fundaron su nuevo pueblo de San Esteban aledaño a Saltillo en la época en que los cientos de colonos judíos traídos por don Luis de Carvajal salían para fundar Nuevo León, gran parte de Tamaulipas y lo que 100 años después sería Coahuila.
Algunos de estos indios y sus descendientes fueron a poblar Parras, y fundar el pueblo del Álamo (hoy Viesca, Coahuila) y algunos de ellos a San Juan de Casta (hoy León Guzmán, Durango).
Trajeron su cultura y su estirpe; ahora te explicas por qué hay sarapes en Saltillo, pan de pulque y dulces cristalizados y dulces de leche quemada de Parras, como en Tlaxcala; el amor a la familia, el respeto a sus mayores, su religiosidad y su amor al trabajo, son sus características.