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Jaque mate/Caña contra maíz

Sergio Sarmiento

“Muchas veces

nuestras costumbres,

al llegar a viejos, se

vuelven tiranías”.

Gustave Flaubert

Si alguna duda cabía de que nuestros congresistas legislan para beneficiar a grupos especiales, a aquellos que tienen influencia política, y no para el país o para la equidad que debe prevalecer entre los gobernados, hoy esto queda de manifiesto por la ratificación del Senado del injusto impuesto a las bebidas que utilizan fructosa como edulcorante.

Ese impuesto de 20 por ciento fue establecido en 2002 con el afán de proteger a los productores de caña de azúcar que enfrentaban una creciente competencia de la alta fructosa que se elabora a partir de maíz amarillo.

La fructosa es un edulcorante más competitivo, especialmente cuando se usa para endulzar productos líquidos. Pero los productores de azúcar de caña, en lugar de aceptar esta situación y buscar nichos de mercado o de mejorar su competitividad a través de las urgentes reformas estructurales que necesita la actividad cañera, optaron por promover ese impuesto especial para desplazar deslealmente a sus rivales.

El impuesto, que afectó a los productores de maíz y de fructosa de Estados Unidos, hizo que el Gobierno estadounidense se negara a autorizar la compra de excedentes de azúcar de México a los que teníamos derecho por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La Organización Mundial de Comercio, por otra parte, ratificó que el impuesto a la fructosa es ilegal, lo cual nos deja abiertos a nuevas represalias por parte de Estados Unidos.

Los fabricantes de alta fructosa en nuestro país, junto con los productores de maíz, buscaron este año que se estableciera una exención al impuesto para la fructosa producida en México. La disposición fue aprobada por la Cámara de Diputados, pero el Senado, atento sólo a los intereses de los cañeros, se negó a aceptarla. Así, el impuesto permanece.

El gravamen a los refrescos que usan la fructosa es una forma absurda de tratar de detener lo inevitable. No es un impuesto que recaude dinero para el erario, ya que al colocarse en un nivel de 20 por ciento simplemente obliga a los productores de refresco a emplear azúcar de caña para evitar el pago del gravamen. El azúcar de caña, sin embargo, es un edulcorante relativamente caro e ineficiente para su empleo en refrescos y otros líquidos. Tarde o temprano la alta fructosa tendrá que adoptarse en nuestro país si es que queremos ser competitivos.

Esta discusión se ha generado poco después de que los legisladores del PRI y del PRD impulsaron una Ley cañera que devuelve a la industria azucarera a los tiempos de control absoluto del Gobierno. Los precios del azúcar de caña, lejos de ser establecidos por la Ley de la oferta y la demanda, serán responsabilidad de un comité nacional a la vieja usanza soviética. El Gobierno del presidente Fox, que accedió a publicar la Ley, optó después por recurrirla ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, debido a sus tintes de inconstitucionalidad. Por otra parte, en 2008, de conformidad con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se levantarán las barreras al comercio de edulcorantes entre los dos países. Pero en lugar de haber tomado las medidas que nos habrían permitido tener una industria azucarera más eficiente y competitiva, hemos hecho todo lo necesario para lograr exactamente lo contrario.

A nuestros senadores mexicanos poco les ha importado esta situación. Les ha dado igual también la condición de tres millones de mexicanos que cultivan maíz y que podrían encontrar en la producción de fructosa una salida rentable para su producto. Han sido igualmente insensibles al hecho de que en nuestro país se han efectuado inversiones muy importantes para la producción de fructosa en los últimos años. Su único interés ha sido ceder ante los intereses de una industria, la del azúcar, y ante un grupo de productores organizados, los cañeros, que tienen una fuerte influencia en el PRI.

Éstas son las decisiones fundamentales en que el Congreso nos está fallando. Siempre que hay que hacer una reforma de fondo, alguna que nos permita realmente construir un país más próspero y competitivo, los legisladores se oponen. Siguen pensando que un país puede volverse rico en medio del proteccionismo y el populismo económico. No se han dado cuenta del daño de fondo que le están haciendo a nuestro país.

SIN EMBAJADORES

Ni México ni Venezuela ganamos nada con el retiro de nuestros embajadores. El presidente Fox hizo originalmente comentarios que no venían al caso al culpar al venezolano Hugo Chávez y al argentino Néstor Kirchner del fracaso de la cumbre de Mar del Plata. Pero las agresiones verbales de Chávez a Fox se han pasado de la raya. Una vez queda de manifiesto el riesgo de las palabras no sopesadas.

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