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Decidir nuestro futuro

JORGE ALVAREZ FUENTES

Tengo para mí que en medio de las múltiples crisis que vive el mundo y que cada individuo está experimentando hoy en día, cientos de millones de personas no están percatándose de la magnitud e interrelación entre ellas. En medio de la pandemia, de oleadas de contagios, de la percepción apocalíptica ante la pérdida de seres queridos, el quebranto de la salud física y mental, la crisis económica con una recuperación que no llega, la incertidumbre sobre las perspectivas de nuestras vidas, los medios para ganárnosla, o para muchos subsistir, el incremento de los riesgos provocados por desastres, guerras regionales y conflictos, una inmensa mayoría de individuos parecen no estar comprendiendo los complejos procesos que está sucediendo en la aldea global. Cada uno vive su crisis, sin poder ver el conjunto de desafíos que como humanidad tenemos, sin darse cuenta del escenario completo y lo que aún es posible hacer, si se actúa de manera decisiva, colectiva y pronta. El resurgimiento de mentalidades de bloques por parte de los países poderosos amenaza la paz y la seguridad internacionales y tiene su correlato en el individualismo que corroe la voluntad colectiva de formar parte de un cambio global.

Como todos lo sabemos, la emergencia climática es en extremo grave. El mundo se enfila rumbo a una catástrofe. La comunidad internacional y los líderes se comprometieron a luchar contra las emisiones de efecto invernadero, pero dichas promesas, como nos lo acaba de volver a recordar el secretario general de la ONU, "van en la dirección equivocada". Faltan unas cuantas semanas para la COP 26 en Glasgow y todas las naciones tendrían que haber redoblado con la máxima urgencia sus esfuerzos, para vislumbrar una luz de esperanza, cuando ya no disponemos de mucho tiempo. Estamos en el 2021, no en 2015, cuando se alcanzó el Acuerdo de París. Sólo 113 países, que representan el 49 % de las emisiones han actualizado sus compromisos nacionales y México no está entre ellos. A pesar de que la temperatura en México aumenta a un ritmo mayor que en el resto del mundo. La pandemia ha descarrilado la agenda climática. Advertimos que las emisiones están ya superando los niveles pre pandemia. Está aumentando, no disminuyendo, la temperatura en el planeta. Por ello hay un incremento recurrente de huracanes, inundaciones y situaciones de emergencia en todo el mundo provocadas por los desastres naturales que son resultado de la acción humana.

El gobierno mexicano requiere invertir ahora más recursos extraordinarios en reconstruir que en prevenir, tras haber cometido el craso error de desaparecer tanto el Fondo de Desastres Nacionales (Fonden) como el Fondo Nacional para la Prevención de Desastres (Fopreden). Este año ha debido destinar miles de millones de pesos para atender emergencias graves en 17 estados, y es seguro que tendrá que seguir haciéndolo en los próximos años, ante el previsible aumento de fenómenos hidrometeorológicos. Este año han ocurrido 30 huracanes. El crecimiento del agujero de la capa de ozono también debe ser motivo de alarma y acción colectiva, no una anécdota en la prensa, puesto que el ozono atmosférico absorbe la luz ultravioleta procedente del sol. Si disminuye esa capa protectora, la tierra recibe más radiaciones de alta energía que dañan a las células vivas.

Hace tres años, jóvenes de todo el mundo dejaron de acudir los viernes a la escuela y alzaron la voz para exigir a los líderes acciones concretas y contundentes para frenar el cambio climático. Hoy es un movimiento de masas que reúne y moviliza a jóvenes, padres y abuelos. Está claro: en la acción climática no puede ya haber marcha atrás. Los gobiernos y las empresas deben invertir masiva y rápidamente en energías limpias, con un doble imperativo: avanzar en la transición energética y mitigar y revertir el cambio climático. Se debe garantizar que para el 2030 haya un acceso universal a energías no contaminantes. Siete países acaban de firmar un compromiso auspiciado por la ONU para dejar de construir nuevas centrales de carbón, en un esfuerzo para llegar con mayor impulso a las duras deliberaciones, difíciles acuerdos e impostergables compromisos durante la conferencia el próximo mes en Escocia. Como quedó de manifiesto en el pasado Diálogo de Alto Nivel en Energía en el marco de la AGONU, en los próximos 8 años se necesita triplicar la capacidad instalada para generar energía eléctrica renovable para pasar de 2,799 GW hoy en día a 8,000 GM en 2030 y mejorar la tasa de aprovechamiento de 1% actualmente a 3%.

En los últimos 50 años hemos devastado la integridad medioambiental de nuestro planeta, pero no es un destino inexorable. Podemos aun elegir y decidir qué futuro común queremos para el mundo, nuestro mundo. Es el único planeta que tenemos. Si bien, como lo sabemos, no tenemos muchas opciones, contamos aún con un tiempo precioso si unimos nuestros esfuerzos para que la naturaleza y la familia humana no sólo sobrevivan, sino prosperen juntas. El futuro por decidir está en nuestras manos. En México, a pesar de las frecuentes apreciaciones negativas, actitudes escépticas y las decisiones gubernamentales que le apuestan al pasado, no podemos dejar pasar las oportunidades extraordinarias de ser parte de la descarbonización global, proceso que determinará el desarrollo humano y el crecimiento económico sustentable. Es la hora de la acción que marquen los ciudadanos, no sólo la que compete a los gobiernos. Otra oportunidad perdida no es opción.

@JAlvarezFuentes

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Escrito en: Editorial Jorge Álvarez Fuentes

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