OAXACA, OAX.- Los antiguos zapotecas tenían una percepción del sonido tan fina que eran capaces de reproducir, mediante silbatos de arcilla, el canto de algunas aves como el búho, sostiene Gonzalo Sánchez Santiago (San Antonino Castillo, Oax.), alumno de la Escuela Superior de Música de la UNAM, donde cursa la carrera de Etnomusicología.
Esta afirmación se basa en el estudio que desarrolla con una beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FOESCA) sobre los silbatos zapotecas de la Época Clásica. Sánchez Santiago visitó varios museos para realizar una descripción pormenorizada de sesenta diferentes silbatos de la cultura zapoteca que datan del Período Clásico, comprendido entre los años 350 al 800 después de Cristo. De cada pieza obtuvo fotografías, medidas, elementos decorativos y lo más importante, grabó sus sonidos.
En el Museo Nacional de Antropología e Historia ubicó 47 piezas, en el Museo de las Culturas de Oaxaca del Centro Cultural Santo Domingo analizó siete más; y en el acervo del Museo Frissell de Mitla, encontró otras seis piezas.
?En el Museo Nacional de Antropología encontré un silbato de esos que tienen tocado de plumas pero que también muestra fauces como de serpiente o de lagarto. El lagarto se asociaba con el inframundo en las culturas de Mesoamérica.
Es un silbato que conjuga forma humana -la cabeza- y de ave: antropo-zoomorfo se le dice en términos arqueológicos. Al realizar los estudios acústicos resultó que el sonido es muy parecido al del tecolote, así que indagué qué especies de búhos existen en el Valle de Oaxaca y obtuvimos grabaciones de su canto. Hicimos comparaciones con el sonido del silbato y efectivamente corresponde al de estos búhos?.
El búho en las culturas indígenas de Mesoamérica era considerado como un ave mensajera del inframundo; se creía que el canto de esta ave anunciaba la muerte de alguna persona. Alfonso Caso sostenía que el sonido producido por este tipo de silbatos se parecía al del canto del búho.
En los vocabularios indígenas aparecen datos que se relacionan con las deducciones de Sánchez Santiago, pues en el vocabulario Castellano-zapoteco de Fray Juan de Córdova (1492-1578) se utiliza la palabra Tama, cotáma, para denominar al búho; mientras que en el vocabulario publicado por la Junta Colombina (1893) aparece la palabra damma, también para referirse al tecolote.
En el idioma zapoteco que todavía se habla en San Antonino Castillo Velasco, de donde es originario Gonzalo Sánchez, al búho se le conoce como dam; y al tipo de silbato con forma de tecolote dam guiú? que se traduce como búho, o tecolote de tierra o barro.
?En una de mis visitas a Oaxaca, en la comunidad de San Antonino Castillo Velasco, Jesús Mateos me mostró un silbato que representa un búho, pero sin cabeza humana. Me comentó que todavía por los años sesenta era común encontrar este tipo de objetos, considerados como juguetes, entre las artesanías elaboradas por la gente de San Bartolo Coyotepec. Actualmente estos silbatos son muy escasos.
Hace tres años visité todos los talleres artesanales de San Bartolo y sólo hallé un silbato con las características arriba mencionadas. Me surgió así la interrogante acerca de si los silbatos elaborados en tiempos prehispánicos tuvieron continuidad hasta hace algunos años; claro, tomando en cuenta los cambios en cuanto a su uso y función?, comenta Sánchez Santiago.
Desde luego, apunta, también faltan investigaciones a fondo, con la ayuda de un lingüista para descifrar la posible relación entre las palabras utilizadas para nombrar al búho con los silbatos zapotecos. Por lo pronto, Gonzalo Sánchez asegura que los pueblos zapotecas tenían un oído tan fino que podían reproducir los sonidos de la naturaleza con los silbatos de barro. ?Esto podría significar que tenían un conocimiento musical muy avanzado; pero no vayamos a pensar en la música en su concepción occidental, sino en los sonidos que formaban parte de sus rituales o que les servían para enviar señales durante la guerra?.
Con la realización de este estudio, Gonzalo Sánchez podría estar abriendo un nuevo campo para el estudio de la cultura zapoteca, el de los sonidos, afirma la arqueóloga Mónica Pacheco Silva, quien menciona que aún cuando es frecuente la presencia de silbatos en todo tipo de excavaciones en los sitios donde se asentaron pueblos zapotecas, son escasos de los estudios acerca de los artefactos sonoros prehispánicos de Oaxaca.
Los silbatos prehispánicos, añade, no han sido estudiados como lo que son, instrumentos musicales que revelan la concepción de los sonidos de los antiguos pobladores de Mesoamérica. En los museos suelen ubicarse en los conjuntos conocidos como figurillas, pero en este caso no se trata de simples figurillas, sino de instrumentos sonoros, conocidos también como aerófonos, que seguramente tenían un uso religioso o práctico, pero todo eso aún se desconoce.