SALADILLO, Argentina .- (Reuters) - Luz, cámara, acción!, rodaje en marcha y los protagonistas a escena.
No es una superproducción de Hollywood, ni siquiera son actores profesionales y ni tienen tiempo para ensayar.
En Saladillo, un pequeño pueblo rural del interior de Argentina, son los vecinos los que, en un principio con timidez y ahora como si fueran estrellas, saltaron a la pantalla grande.
Todo comenzó una década atrás como un juego, pero ya suman unos 250 protagonistas en 17 largometrajes y tres telenovelas en las que hasta el alcalde del lugar actuó.
En una situación que se podría comparar con el "reality show" del pueblo del filme "The Truman Show", cada vecino actúa generalmente de sí mismo y hasta las fuerzas de seguridad aportan hombres y equipos para las producciones, contó Julio Midú, un estudiante de dirección cinematográfica de 29 años.
"La idea es que cada vecino haga básicamente de sí mismo en cada película, ya que buscamos más la imagen que el texto ante la falta de recursos", dijo Midú, quien se lanzó al cine como aficionado porque al ser el mayor de siete hermanos a los padres les fue imposible pagar una carrera en Buenos Aires.
Hasta el alcalde Carlos Gorosito actuó en una de las novelas preparadas para el canal de cable local, con un nivel de audiencia envidiable para las grandes producciones nacionales.
Tal fue el éxito que algunos de los "actores" fueron aplaudidos al ser reconocidos en lugares públicos. Ahora se trabaja en una reposición actualizada de la novela para los próximos meses.
"Fue una linda experiencia con buena aceptación entre la gente. En la novela actué de mí mismo, porque hacía de un indendente (alcalde) que evitaba un desalojo en una villa (barrio pobre)", dijo a Reuters Gorosito, quien a bordo de una bicicleta suele recorrer el pueblo para conocer las urgencias de su gente.
"Y... alguna escena tuve que repetir porque al director no le gustaba", reconoció el alcalde de 50 años que ocupa el cargo público desde 1991.
Tal empuje logró la iniciativa que hace una semana terminó en este pueblo ubicado a 180 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires el primer encuentro nacional de "cine con vecinos" y ya se prepara la segunda edición en el 2005.
PROBLEMAS DE CADA DIA, AL CINE
El pueblo, de unos 26 mil habitantes y calles tranquilas, tiene en la agricultura y en la ganadería su principal fuente de ingresos, con un nivel de desempleo semejante al de todo el país, en torno al 14,8 por ciento.
La temática de los guiones es, en su mayoría, de corte social y refleja las necesidades y problemas comunes en un país golpeado por sucesivas crisis políticas y económicas.
La cláusula que cada producción debe cumplir para participar de los festivales es que su costo no puede superar unos 330 dólares. Esa regla obliga a contar con la desinteresada ayuda de los vecinos.
"Es relativamente barato porque tenemos mucho apoyo de la gente", sintetizó Fabio Junco, un locutor profesional de 35 años y recientemente recibido como director cinematográfico que se sumó al proyecto.
"La comuna (alcaldía) aporta elementos, los bomberos nos prestan grúas o hacen la lluvia cuando la necesitamos, también la policía apoya y los comerciantes se ofrecen para que usemos sus locales", comentó mientras se ultimaban los detalles de su último filme, titulada "Lo bueno de los otros".
Originalmente los filmes se realizaban con estudiantes de teatro de la zona, pero ahora se ofrecen para actuar chicos y grandes, profesionales de diferentes especialidades y amas de casa.
DESCONOCIDOS PROTAGONISTAS
"A mi edad no me imaginé hacer cine, pero me gusta el desafío. Me encanta la idea (...) y hasta Hollywood no paramos", dice con una sonrisa Ana Pacheco, una enfermera jubilada de 67 años y que recuerda haber repetido hasta nueve veces una escena porque no salía como se esperaba.
Con atención la escuchaba Emanuel Chidichimo, que con sus 15 años es "estrella" en el colegio, luego de comenzar su participación en la primera novela local hace seis años tras superar una prueba por la insistencia de su abuela.
Los actores vecinos nunca ven el filme antes del estreno, el que siempre se hace en una coqueta sala céntrica del pueblo con la presencia masiva de curiosos que quieren ver cómo trabajan para la pantalla las personas a las que cruzan por la calle todos los días.
"A cada estreno lo vivimos con nerviosismo porque nos damos cuenta en cada reacción (del público) si logramos reflejar lo que nos impusimos en el guión", enfatizó Franco Midú de 23 años, hermano de uno de los ideólogos del cine con vecinos, que ya cumplió funciones de actor y de camarógrafo.
Entre decenas de anécdotas, Franco recuerda el día que tuvo que besar a una chica: "debo reconocer que no fue difícil ...
porque ella era mi novia".
Con las filmaciones como excusa, sobran motivos para reunir a los lugareños e imaginar un futuro estreno.