De acuerdo con un estudio dado a conocer por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, si no se atienden con la celeridad que demandan los problemas de salud, pobreza, educación e infraestructura, entre otros, éstos se convertirán en una pesada carga que ensanchará la brecha que actualmente existe entre nuestro país y las naciones industrializadas, lo que también generará serios riesgos de estallamientos sociales.
Desde luego que las causas que generaron el que actualmente existan casi cincuenta millones de mexicanos que se encuentran en condiciones de bajo o muy bajo grado de marginación no puede serle imputable a una administración federal determinada. Pero resulta evidente que es a quien actualmente se encuentra al frente del Ejecutivo Federal al que le corresponde tomar las medidas necesarias para abatir el citado rezago.
Es bien sabido que la falta de empleo incide en cierto grado en los índices de inseguridad, así como que la falta de una vivienda digna y de atención médica se traduce en promiscuidad y mortandad, al tiempo que la baja escolaridad cancela sin duda oportunidades de desarrollo personal. De ahí que todos estos problemas exijan una atención que si bien es de largo plazo, debe iniciarse cuanto antes para mejorar las condiciones sociales de vida.
Pero todo indica que el Gobierno Federal no logra pasar de las buenas intenciones y no hay programas que hagan pensar que las cosas pueden comenzar a cambiar en el corto plazo, antes al contrario, la administración de Vicente Fox se muestra más preocupada en dar satisfacción a los grandes capitales y estabilidad a los niveles macroeconómicos, que atender los problemas de los sectores mayoritarios del país. Aunque no logra ni lo uno ni lo otro.
