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Plaza pública/Alfonso Corona del Rosal

Miguel Ángel Granados Chapa

El martes cuatro, al estrenar su nueva casa en Pachuca, el PRI hizo develar una estatua que perpetua la memoria del general y licenciado Alfonso Corona del Rosal que, como el licenciado Manuel Sánchez Vite, fue gobernador del estado y presidente del comité nacional priista. Mucho dice de las actuales condiciones de ese partido el que los descendientes de esos próceres del autoritarismo hayan renunciado a su militancia tricolor y buscado acogida en otros partidos. El monumento a Corona del Rosal lo es a su trayectoria.

Conozcamos con sus propias palabras cómo la forjó. Las citas corresponden a su autobiografía, Mis memorias políticas, publicadas por Grijalbo: En 1938, para constituir el sector militar del Partido de la Revolución Mexicana (hijo del PNR, padre del PRI), “la Secretaría de la Defensa Nacional giró instrucciones sobre el procedimiento requerido para elegir a sus 40 delegados...Uno de mis compañeros, el teniente coronel J. de Jesús Ahumada, propuso mi candidatura; resulté electo al ganar 22 votos de los 28 que se contaron en el escrutinio”. Cuando en 1939 se definió la candidatura oficialista, y se integró el comité de propaganda, dijo Corona del Rosal, “el propio Ávila Camacho me nombró secretario de acción juvenil del citado comité, donde tuve la satisfacción de lograr la amistad del licenciado Miguel Alemán y de don Adolfo Ruiz Cortines”.

Corona del Rosal fue diputado federal de 1940 a 1943. Al concluir el trienio, “el presidente Ávila Camacho le indicó al licenciado Rojo Gómez que me nombrara jefe de una oficina de la dependencia a su cargo, con objeto de que yo pudiera colaborar en la administración... El titular del Ejecutivo giró dicha recomendación a sabiendas de que el licenciado Rojo Gómez, ex gobernador de Hidalgo y el autor de estas líneas éramos paisanos y amigos”. Rojo Gómez era jefe del departamento del Distrito Federal, y nombró a Corona del Rosal director de Trabajo y Previsión Social. “Poco después el licenciado Rojo Gómez me ofreció la secretaría particular de la jefatura del DDF...”, cuyo titular era precandidato presidencial. Cuando la sucesión fue resuelta en favor del secretario de Gobernación, dice Corona del Rosal, “solicité una audiencia con el licenciado Alemán para ofrecerle mi adhesión a su candidatura... Posteriormente me llamó el doctor Rafael Pascasio Gamboa”, primer presidente del naciente PRI. “Quería saber cuándo iniciaría mi propaganda para diputado, pues era precandidato de nuestro partido por el quinto distrito electoral de mi estado natal. Le contesté que tres años antes había diputado por ese distrito y que no veía con agrado repetir en dicha diputación; le manifesté que mi aspiración era ser senador y que creía tener derecho a ese ascenso en mi carrera política. Me dijo entonces que consultaría mi caso con el licenciado Alemán. “Enseguida me dirigí al Palacio Nacional, donde me recibió el presidente Ávila Camacho. Le informé sobre mi situación y él descolgó el teléfono de la red privada para hablar con el licenciado Alemán. Tras una breve conversación colgó el auricular y me sugirió que fuera a ver al doctor Pascasio Gamboa. Así me convertí en candidato a senador por mi estado natal...”.

Lanzada en 1951 la candidatura presidencial de Ruiz Cortines, dijo Corona del Rosal, “los senadores Gilberto García, Eutimio Rodríguez y yo fuimos invitados para acompañarlo en su campaña por Jalisco. Durante el trayecto de La Barca a Guadalajara quiso conocer mi opinión sobre la situación electoral en el Distrito Federal...Una vez terminada su primera gira... don Adolfo regresó a la capital de la República y me invitó a presidir el comité del PRI en el Distrito Federal”.

Transcurrida la accidentada elección, “en 1952 el señor presidente Ruiz Cortines me nombró gerente del Banco Nacional del Ejército y la Armada”, por cuya conducción años después obtuvo la felicitación presidencial. “Entonces aproveché la oportunidad y le dije: Señor presidente, estoy muy contento en la comisión que desempeño, pero le recuerdo con todo respeto que he sido diputado y senador por mi estado y que tengo, como muchos provincianos, la ilusión de gobernar el estado en que nací. Don Adolfo sonrió y me contestó: Está bien, sigue trabajando y oportunamente se resolverá esa situación.

“A principios de noviembre de 1956 me convertí en candidato del PRI a la gubernatura de Hidalgo... “A pesar de que no requería obtener la mayoría de la votación para llegar a ser gobernador, puesto que ningún partido había postulado a otro candidato, quise que los hidalguenses me conocieran personalmente... Cuando terminé la gira, solicité una audiencia con el presidente de la República... Le agradecí la ayuda que me había dado para obtener la postulación...” Pero en cuanto pudo, dejó la gubernatura. Durante su campaña, Adolfo López Mateos anunció a Corona del Rosal que lo llamaría a colaborar con él: “Sus palabras resultaron ciertas:... el Partido Revolucionario Institucional decidió que yo fuera el presidente de su comité ejecutivo nacional”. Gustavo Díaz Ordaz lo nombró secretario del Patrimonio Nacional, y en 1965, cuando el presidente se deshizo de Ernesto P. Uruchurtu, lo hizo jefe del DDF. Precandidato presidencial así, “muchas personas me manifestaban su adhesión y preguntaban si podían realizar actos proselitistas a mi favor. Agradecí su actitud, pero les recordé que teníamos experiencia y conocíamos el sistema que sigue nuestro partido para resolver la sucesión presidencial”.

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