EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial Enríquez

Jaque mate/Morirás cerca

Sergio Sarmiento

“A mí sólo me importa / el testimonio / del momento que pasa // las palabras / que dicta en su fluir / el tiempo en vuelo”.

José Emilio Pacheco

No es ajeno José Emilio Pacheco a los premios. Desde muy joven su trabajo como escritor fue reconocido y galardonado. Su primera novela, Morirás lejos, obtuvo el premio Magda Donato en 1968. Unas de sus primeras colecciones de poesía, No me preguntes cómo pasa el tiempo, recibió el Premio Aguascalientes de Poesía en 1969. Pacheco ha recibido también el Premio Xavier Villaurrutia en 1973 (por el Principio del placer), el Premio Nacional de Periodismo en 1980, el Malcolm Lowry en 1991, el José Donoso en el 2001 y el Nacional de Letras en 1992.

A todos éstos hay que añadir hoy el Octavio Paz en su sexta (y quizá última) edición, a poco más de 40 años de la publicación de su primera colección importante de poesía: Los elementos de la noche (1963). Quizá por ello resulta paradójica la afirmación de Pacheco de este pasado jueves, en una plática en el Palacio de Bellas Artes, que “recibir un premio es absolutamente incompatible con el acto de escribir”.

Quien conoce la obra y vida de Pacheco entenderá a la perfección esta actitud. José Emilio es un escritor obsesivamente reservado. Su casa de la colonia Condesa es un castillo de la pureza cuyo foso son los libros. Sus obras son receptáculos de reflexiones profundas protegidas por un lenguaje que a fuerza de limpieza puede volverse distante. En su columna Inventario en la revista Proceso siempre se ha firmado siempre y sencillamente como J.E.P. Vicente Quirarte escribía en 1999 en La Jornada Semanal: “En la feria de vanidades de nuestra República Literaria, José Emilio Pacheco es el autor incómodo. La versatilidad de su trabajo lo hace indefinible; no concede entrevistas, casi nunca presenta sus libros, se niega rotunda y valientemente a responder encuestas sobre temas de los que se espera que el escritor sepa todo... José Emilio es uno de nuestros grandes escritores porque es el más inseguro de todos”.

Pacheco, sin embargo, ha podido analizar con sentido crítico la inseguridad personal y el deseo de aislarse del mundo. De él es el guión original de El castillo de la pureza, que en 1972 llevó al cine Arturo Ripstein: la inquietante historia de un hombre —basada en un hecho real— que para proteger a su esposa y a sus hijos de las impurezas del mundo los encierra durante 18 años en su casa.

José Emilio Pacheco ha buscado su propia pureza en una obsesión con la limpieza y sencillez del lenguaje. Quizá por eso su prosa ha sido comparada con la de Alfonso Reyes. En el campo de la poesía sus primeros trabajos tenían todavía elementos de rebuscamiento, pero con el tiempo Pacheco ha reescrito gradualmente algunos hasta convertirlos en expresiones minimalistas de lo que fueron. Jorge Fernández Granados, en su ensayo “José Emilio Pacheco: la fábula del tiempo”, muestra como una frase compleja del poema “De algún tiempo a esta parte”, incluido originalmente en Los elementos de la noche, es depurada una y otra vez en cada nueva versión publicada hasta quedar reducida a unas cuantas palabras.

La misma búsqueda de la pureza está contenida en la ambigüedad de Morirás lejos. En esta novela un narrador busca justicia ante los crímenes del holocausto para quedar finalmente hundido en la incertidumbre. El título de la obra se basa en una frase de Quevedo en una traducción glosada de Séneca: “Sólo muere lejos el que en su propia casa se persuade que está lejos su muerte”.

José Emilio Pacheco es uno de nuestros escritores más citados y admirados del México contemporáneo, pero quizá uno de los menos leídos. Su trabajo confunde a quienes esperan todavía brillantez épica o romántica en la poesía. Sus dos novelas, Morirás lejos y Las batallas en el desierto, no son obras de lectura fácil sino ejercicios demandantes para el lector. Su obra periodística, muy abundante, no se encuentra recopilada.

Quizá por ello su elección como ganador de esta sexta edición del premio Octavio Paz, en un momento en que la vieja Fundación Octavio Paz se ha deshecho en medio de una acre disputa, ha sido ampliamente aplaudida. Pacheco merece salir de ese círculo pequeño al que lo ha reducido su propia reclusión. Qué mejor que un premio creado en honor de otro poeta —quien colaboró con él y con Homero Aridjis en la famosa antología Poesía en movimiento: México 1915-1966— para darle nueva visibilidad a su obra.

Valiente

Rogelio Cárdenas Sarmiento fue un hombre valiente que resistió todas las presiones gubernamentales para modificar la línea independiente de El Financiero, el periódico que durante tantos años dirigió. Descansa en paz Rogelio, te lo has ganado.

Correo electrónico: [email protected]

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 41926

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx