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El danzón, ritmo de tres siglos

ÁNGEL TREJO

Este baile vive una nueva época de oro

CONACULTA

JALAPA, VER.- A pesar de sus altas y bajas, al cabo de 124 años de existencia, el danzón vive una nueva época de oro, pues en la última década ha aumentado el número de orquestas, grabaciones, bailadores, clubes y academias donde se enseña, salones donde se baila y público que simplemente gusta de escucharlo, afirman Alicia López Pérez y Miguel Ángel Vázquez Ángeles, pareja de danzoneros del Distrito Federal, con muchos años de experiencia en la promoción, difusión, exhibición y competencias dancísticas del ritmo cubano en México.

Este boom, abundan ‘Ali’ y Miguel, se hace aún más evidente si se aprecia el impacto e influencia musical del danzón sobre compositores de música de concierto como Mario Kuri-Aldana y Arturo Márquez, cuyos danzones son la delicia artística de melómanos de México, América Latina y otros países; en la cinematografía (Danzón con María Rojo); y aún en la publicación de libros dedicados a su estudio.

“En los últimos diez años -dice la pareja- se han editado muchísimo más libros que en los cien años anteriores”. Las declaraciones de López Pérez y Vázquez Angeles figuran en un texto periodístico elaborado para el Concurso Nacional de Entrevistas sobre Danzón, que en 2001-02, organizó la Asociación Estatal de Danzón del Estado de Veracruz, a iniciativa de Jesús Méndez Corona y con el respaldo del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) del Conaculta.

Otros referentes de la expansión del danzón son la presencia cada vez mayor de clubes y academias en cerca de 20 entidades de la República (en el DF hay diez y en Veracruz un número similar); la organización de actividades como el Encuentro Internacional de Danzón en 1994 y el Premio Nacional a la Preservación y Difusión del Danzón en 1998, con apoyo del Conaculta; y el interés que ha empezado a despertar en Bélgica, el sur de Estados Unidos y Francia.

Hemos estado en encuentros que logran reunir a más de diez mil personas que quieren bailar o escuchar danzón. Hoy es posible oírlo y verlo bailar por niños y ancianos, lo mismo en Guadalajara, Cancún, Cuautla, Chiapas, Celaya, Morelia o Chetumal, que en Veracruz y el Distrito Federal. En la capital se ‘danzonea’ lo mismo en la Ciudadela, el parque Tezozómoc de Azcapotzalco, en Iztapalapa y Xochimilco, que en los salones de baile tradicionales de la capital de la República, añaden Alicia y Miguel, maestros de danzón en la Academia de Baile Tezozómoc.

En Danzón y Vida, memoria literaria del Concurso Nacional de Entrevistas sobre Danzón, concentrada en la Unidad Regional de Culturas Populares de Jalapa, hay testimonios de otros danzoneros del Distrito Federal, Veracruz y Tamaulipas que coinciden en que el ritmo cubano ha aumentado su clientela en las últimas dos décadas no obstante su veteranía –el primer danzón se escribió el 1º de enero de 1879- y la fuerte competencia de otros ritmos.

El destino del danzón en los próximos años es promisorio, de acuerdo con sus bailadores, pero resienten su falta de difusión en los medios electrónicos y en la ostensible indiferencia de muchos jóvenes que prefieren escuchar y bailar música estridente extranjera -rock, pop, etcétera- y no se animan a incorporarse a la “pasión danzonera” con su suave pero sugerente coreografía, la cual ha sido madre de la mayoría de los bailes afro-antillanos, incluidos, el son, la guaracha, el guaguancó y la salsa.

El ritmo de los tres Siglos -XIX, XX y XXI- llegó a México apenas unos años después de que surgió en Cuba. Las áreas de recepción fueron Yucatán y Veracruz donde, desde 1880, hubo vestigios de su presencia en salones de baile y composiciones mexicanas.

En el Distrito Federal cundió en 1900, principalmente en barrios marginales. El primer danzón A las Alturas de Simpson- fue creado por Miguel Faílde y Pérez en la provincia de Matanzas, Cuba.

Una de las referencias literarias más relevantes de la presencia del danzón en la capital de la República está en la novela Santa, de Federico Gamboa, cuya primera edición es de 1904. En ese entonces era el ritmo de moda en salones populares de los municipios circundantes de la ciudad de México -Villa de Guadalupe, Iztapalapa, Iztacalco, Mixcoac, San Angel, Tlalpan Tacubaya- y en cantinas y piqueras del centro histórico. Fue una música de arrabal en sus primeras incursiones urbanas, tanto en Cuba, como en Veracruz y la Ciudad de México.

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