Una de las causas que han generado el descrédito de la gran mayoría de los políticos mexicanos, es la falta de congruencia entre lo que dicen y lo que hacen, así como el incumplimiento sistemático de sus promesas y compromisos, algunos de los cuales están sustentados en la sola palabra, la cual en el pasado era suficiente para honrar cualquier acuerdo que se llegara a establecer, lo que en la actualidad ya no sucede.
Sostenemos lo anterior, porque gobernadores de distintas entidades federativas, cuyo origen partidista es también diverso, había aceptado atender el llamado del Instituto Federal Electoral y no publicitar las obras de sus gobiernos a condición de que el presidente Vicente Fox hiciera lo mismo en el ámbito de su competencia y no obstante que éste aceptó ese compromiso desde el pasado fin de semana, algunos gobernadores se niegan ahora a cumplir su ofrecimiento.
Cierto es que, de acuerdo con la decisión del Ejecutivo federal, para el día de ayer ya no debían aparecer los anuncios en que ese Poder difunde la obra de gobierno a pesar de lo cual siguen apareciendo, pero también lo es que ciertos gobernadores se niegan a cumplir su palabra, aun en el caso de que la Presidencia de la República retire los suyos, todo lo cual envía a la ciudadanía un mensaje de incivilidad que seguramente lo único que provocará será un mayor grado de abstencionismo.
El electorado desea ver en los actores políticos nacionales un grado de civilidad y madurez que le demuestre que las cosas van cambiando y para bien. Pero todo indica que lo único que cambia son las personas que ahora hacen lo que antes criticaban; pero a pesar de lo que algunos de ellos sostengan no hay en realidad un interés por dignificar la política, ni cumplir con la palabra empeñada, al margen de que la ley lo ordene o no, lo que acarrea un desprestigio para la democracia.
