(1) Hay dos clases de gente en el mundo: los que mastican huesos y los que no lo hacen. Y para los primeros, la ciencia tiene buenas noticias. Masticar los huesos puede ser benéfico de cierta manera. Primero, porque la cantidad vital de calcio que se encuentra en los huesos. Un hueso de muslo de pollo puede suministrar hasta 300 miligramos de calcio, más que un vaso de leche. También, los huesos proporcionan una buena cantidad de fósforo. Para los verdaderos aficionados, la médula ósea no es sólo una buena fuente de hierro, sino un alimento sabroso. Contiene el tejido que forma los glóbulos rojos de la sangre. El doctor Richard Atkinson, de la Universidad de Texas, asegura que masticar los huesos puede ayudar a endurecer los dientes y las encías; él aconseja masticar huesos de animales tiernos. (2) Mucha gente no hace ejercicio regularmente porque cree que no tiene tiempo. Pero es que tienen poca imaginación. El ejercicio no siempre quiere decir correr, hacer sentadillas o nadar. Se pueden usar muchas estrategias para hacer ejercicio incluso cuando está uno ocupado. Caminar, por ejemplo, puede ser un buen ejercicio. Puede uno parar su coche a tres o cuatro cuadras de donde va y ya está haciendo ejercicio aeróbico. También, es conveniente evitar los elevadores y las escaleras eléctricas. Es cuestión de estar muy conscientes de que no hay justificación real para privar al organismo del ejercicio. (3) Los celos pueden considerarse una respuesta emocional, situacional y aprendida, pero que por lo general son apropiados. Su función es reforzar la exclusividad en las relaciones.