Madrugo. Desde mi dormitorio en la casona de Ábrego he oído el canto del pájaro madrugador.
Es la primera ave que nos regala el alba. Después vendrán los gorriones, las calandrias, los dominicos, las urracas, los descarados pajarillos que se meten hasta la cocina y se llevan lo que pueden llevarse -en la ciudad se les llama "chileros", pero aquí la gente les dice "carrancistas"-, las tórtolas de doliente canto, el cenzontle, cuyo nombre por acá no es tan bello ni tan sonoro: "chico".
Pero el primero en cantar es el pájaro madrugador. Antes de que los gallos canten canta él, cuando apenas se adivina el claror del amanecer en los altos picachos de Las Ánimas.
Yo quiero a esta avecilla tempranera. Con su canto me dice: "¡Anda! ¡Es un nuevo día! ¡Anda!
¡Eres un nuevo tú!".