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De fonda en fonda: a mitad del camino

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos".— Simón Bolívar

Me cuenta, casi al oído, una persona que lo conoce como la palma de su mano: "2006 lo afectó demasiado, no pudo superar los acontecimientos de aquellos años. Desde entonces no es el mismo, está aturdido y un tanto desquiciado por un poder inconmensurable".

Enamorado del sonido de su propia voz y no contento de estar hasta en la sopa, Andrés Manuel López Obrador ahora nos receta otro libro, A Mitad del Camino, como si a México no le bastara con un mandatario omnipresente que pontifica todas las mañanas. Revelándose más prolífico que el mismísimo Óscar Flores Tapia, quien también perjuraba vivir de las regalías de su vasta producción literaria, López Obrador festina estar en el olimpo de lo que él llama los escritores más leídos, casi presumiéndolo como otro logro de Gobierno.

No encuentro mayor necesidad de atender lo que bien pudo haberse titulado De Fonda en Fonda y ser un recetario de cocina, dado el gusto del presidente por las garnachas. Casi sin leerlo podremos advertir que se trata de otro panfleto ideológico plagado de lugares comunes, obsesiones malsanas, diagnósticos y cifras alegres sacadas de un guion de Luis Buñuel y, claro, agravios al por mayor porque el sello de la casa ha sido la denostación y el insulto a quien se atreva a pensar distinto. Cegado por la terquedad, el presidente solo premia la abyección.

Porque odio, tal parece, es lo único que profiere López Obrador a quienes no festinan cada una de sus ocurrencias y las de un Gobierno que va decidiendo todo sobre la marcha y la improvisación. La única vez que se comportó como presidente de todos los mexicanos fue tras haber ganado las elecciones de 2018. Ahí, por un instante, en lo que muchos recordamos como un gran discurso, el tabasqueño nos convocó a un gran pacto de unidad nacional y prometió que gobernaría para ciento veinte millones de mexicanos. Después comenzarían los agravios que hoy incluyen prácticamente a todos los sectores de la vida nacional.

Producto y resultado de los sueños de opio inherentes al presidencialismo bananero y tercermundista al cual pretende condenarnos, A Mitad del Camino recopila las reflexiones de un mandatario más célebre por vivir de gira, culpar a otros de cada infortunio y comer garnachas a todas horas que por dar resultados.

Con todas sus fuerzas, López Obrador ha querido parecerse al Benemérito, pero en los hechos habita en 1970 y desde ahí predica, imposibilitado para callar, a un México aturdido por el sonsonete de un hombre que si bien acumula algunos logros y es popular entre los beneficiarios de sus programas sociales, jamás le para la boca y está ávido del público cautivo que crea y se trague otras cifras y datos.

Al igual que Luis Echeverría, también creyente de la bonanza petrolera, la reivindicación del tercer mundo y el nacionalismo trasnochado, López Obrador ahora lanza dardos envenenados a Grupo Nuevo León.

Furioso tras haber perdido una de las gubernaturas más importantes del país, López Obrador dedica varias líneas a agraviar al Grupo de los 10 en Monterrey y en particular al empresario José Antonio Fernández, mandamás de FEMSA. Es de esperarse que al concluir el sexenio, tal como lo hiciera Echeverría en su momento, López culpe a los empresarios del país, particularmente a los regiomontanos, de todo lo que no pudo hacer en lo que ya se advierte como el clásico "enemigos de mi administración truncaron las cosas", tan socorrido por los expresidentes de México.

En su columna titulada El Cruel Ocaso del Mesías, Jorge Suárez-Vélez anticipa cómo serán los últimos tres años de un presidente que abrió demasiados flancos de batalla y se hizo de enemigos innecesarios. Muchos de ellos esperan sigilosos para cobrarse todas y cada una de las facturas pendientes. Lo harán, intuyo, en la recta final de la administración.

El ocaso, advierto, será más cruel que el de Aurelio Gómez Anda, personaje de Luis Spota, quien en la novela El Primer Día vive en carne propia el eclipse de quien ha dejado de ser el hombre más poderoso del país.

"México no va a crecer suficiente en la segunda mitad de este sexenio. No generaremos los empleos que necesitamos. Por mucho, no recibiremos la inversión que con tanta urgencia buscamos. Pemex y CFE nos seguirán desangrando, primero a gotas, después a borbotones. La mejor parte del sexenio se acaba. Empieza una ruta empedrada, llena de retos y baches", dice Suárez-Vélez.

Y yo, querido lector, me remonto a una de las primeras cartas de Dante Delgado a Andrés Manuel López Obrador, para adivinar cómo podría ser el desenlace de un hombre que renunció a la posibilidad de ser presidente de todos los mexicanos y que a mitad del camino sigue comportándose como lo único que a la larga supo ser: opositor.

"Quien siembra vientos, recoge tempestades", escribió Dante, y sí, López Obrador quizá termine el sexenio teniéndose que cuidar de todos los enemigos a los que innecesariamente insultó.

Es una pena.

Twitter @patoloquasto

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