EDITORIAL Caricatura Editorial Columna Astillero Sergio Sarmiento editoriales

El declive de los Estados Unidos de América en el mundo

JORGE ALVAREZ FUENTES

La debacle provocada por el retiro apresurado de las tropas de Estados Unidos en Afganistán marcará un hito en el declive de la superpotencia. Las escenas de la horrible salida de efectivos militares y de miles de colaboradores locales, los ataques sobre el aeropuerto de Kabul, en un aterrador puente aéreo, permanecerán por algún tiempo presentes en la opinión pública mundial como un sombrío recordatorio de que el papel hegemónico estadounidense quizás pueda seguir existiendo en las referencias históricas, en la mente de sus muchos detractores, aun en los discursos de sus propagandistas, pero está lejos de ser una verdad que se corresponda con los hechos. ¡Vaya desenlace a una fracasada cruzada en contra del terrorismo global, tras los ataques en contra de las Torres Gemelas y el Pentágono! Hace ya tiempo que los ciudadanos estadounidenses, junto con sus últimos gobiernos, parecen haber llegado a una difícil conclusión: no está en su interés desplegar más tropas en escenarios de conflicto ajenos y distantes, a menos que sus intereses fundamentales y vitales estén, en efecto, en riesgo y deban protegerse.

Los estadounidenses no están ya dispuestos a pelear y a pagar las guerras de otros, aun si la paz y la seguridad internacionales están en juego; las guerras de otros, incluidas aquellas en las que están implicados sus aliados históricos o circunstanciales. No, mientras éstos no estén dispuestos a librarlas ellos mismos, en primer lugar, y a asumir, asimismo, los costos billonarios, un alto precio y las consecuencias funestas. Los Estados Unidos han llegado a un grave e incómodo convencimiento, de la mano del presidente más experimentado en asuntos mundiales que hayan tenido en décadas, como es Joe Biden: los EUA ya no serán, podrán o siquiera buscarán ser los principales policías del mundo. La nación más poderosa, la primera economía, no será ya la que dicte, por la fuerza, el derrotero en la mayoría de las situaciones de crisis y conflicto; la potencia que determine de manera unilateral el curso de las acciones o imponga sus designios en cualquier lugar o región del mundo que se encuentre en conflicto, aun si cuenta con un incomparable poderío militar. Son más de 200 mil soldados estadounidenses los que permanecen apostados en el exterior, en más de 100 países, habiendo cerca de 800 bases militares.

Consecuentemente los aliados tradicionales de los EUA, sus socios estratégicos, los países amigos, al igual que sus antagonistas y sus presuntos enemigos se han visto forzados a recalcular el valor de las amenazas, los compromisos, las capacidades y las jugadas en el tablero de ajedrez; y, sobre todo a evaluar los alcances de hasta dónde estarán dispuestos los estadounidenses, en el futuro, a respaldar sus palabras, sanciones y acciones en contra de determinados países, organizaciones y actores no estatales, para buscar cambiar un estado de cosas en el terreno, e intentar resolver situaciones que estiman sí constituyen verdaderas amenazas a sus enormes intereses. Y mientras está ocurriendo el declive estadounidense, continúa sucediendo el ascenso de China. También, de manera simultánea, el reposicionamiento geopolítico de Rusia y la India, entre otras naciones poderosas, a las que habría que agregar los nuevos cálculos y reposicionamientos de Alemania, Australia, Corea, Francia, Irán, Japón, Pakistán, Reino Unido y Turquía, por mencionar sólo a algunos de los más importantes.

Si aquel sheriff de antaño no quiere o puede hoy hacerse cargo de tan numerosos y complejos conflictos armados, ni es ni será capaz de intervenir militar y económicamente en múltiples situaciones de crisis, en medio de un colosal desorden internacional del que es parcialmente responsable, otros actores estatales y no estatales harán cuanto puedan y esté al alcance de sus capacidades y recursos para ocupar los espacios vacíos de un cambiante poder global. Ello, exacerbado por los desastrosos desenlaces de una larga y trágica serie de ocupaciones, intervenciones y provocaciones que van de Kuwait, a Afganistán y a Irak, y ahora, absortos por una insospechada pandemia global de larga duración.

La capacidad de influencia de los EUA en los asuntos mundiales se ha reducido en los últimos tiempos. La actuación irresponsable de Trump vino a agravar un peligroso aislamiento. Pero esta disminución de su papel protagónico será aún más problemática, si, como se propone el establecimiento estadounidense, -aquellos que tienen en sus manos la toma de decisiones políticas, ejercen de facto el poder económico y mantienen la cohesión social estadounidense, con una visión contumaz localista- en esta nueva era del mundo, deben ser las necesidades y prioridades internas las que deben prevalecer, aun a costa de ejercer un menor papel en el escenario internacional. No es pues el síndrome de la guerra de Vietnam y las secuelas de una quiebra moral de otros varios fracasos, como en Afganistán, las que pesan, sino el hecho que los estadounidenses hayan decidido fincar su destino y sus intereses de largo plazo a partir de sus fronteras, no las del mundo. ¿Cómo se transformará el liderazgo occidental que encabezaron por más de un siglo? ¿Cómo evolucionará el internacionalismo comprometido que por décadas gravitó en la actuación externa de los EUA, ante la competencia y asedio de China y los nacionalismos? ¿En los tiempos venideros, se comportará EUA como una potencia responsable, capaz de dialogar con todos en el mundo y de respetar las leyes y normas internacionales? Nos encontramos, parece, en unos nuevos desquiciados años veinte.

@JAlvarezFuentes

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Editorial Jorge Álvarez Fuentes

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1982682

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx