Cuando el Gobierno de Miguel Ángel Riquelme Solís apenas arrancaba tuvo una prueba de fuego en Villa Unión, al norte del estado. Los cárteles de la droga de esa área, particularmente nacidos en la cuenca del golfo de México, se habían acostumbrado ya a campear sin contrapeso alguno por los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila a sus anchas; resultó en el caso particular de que en la tierra de Francisco I. Madero y Venustiano Carranza el entonces gobernador Rubén Moreira y, sobre todo, el actual mandatario de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, determinaron regresar a los coahuilenses la paz pública imponiendo una potestad básica de un Estado soberano que significa el monopolio la fuerza.
Cierto que Rubén Moreira empezó para Coahuila a recomponer el tejido social y, sobre todo, el principio elemental de que el Estado debe poseer el monopolio de la fuerza púbica -principio elemental de cualquier Estado-, aunque en el caso mexicano el mismo tenga tres esferas: el federal, el local y el municipal.
Aun con estas circunstancias, el actual gobernador Miguel Riquelme decidió y tuvo los arrestos para que en el estado que gobierna las bandas delincuenciales, por arrojadas que estas sean, se tuvieran que someter a las fuerzas del orden.
El primer gran capítulo de esto fue el enfrentamiento en Villa Unión, como ya se había mencionado. Uno de los cárteles poderosos del noreste del país estaba acostumbrado a ejercer su voluntad por un amplio territorio de lo que ellos mismos llaman su zona, ubicada fundamentalmente en la zona que hace frontera con el enorme estado de los Estados Unidos, exceptuando la ciudad de El Paso, que tiene como vecino a la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez y que tienen por su relevancia sus propios narcos del lugar.
En Villa Unión entonces fue el primer gran choque. Miguel Riquelme presentaba su primer informe de gobierno cuando una caravana fuertemente armada quería dar una demostración de poder y, ante los pocos elementos del orden público dependientes del orden local que presentaron cara con toda gallardía a un convoy de sicarios que pretendían dar una demostración de fuerza, frustraron una escaramuza de aquellos que yacen su poder en primera instancia en las ingentes cantidades de recursos que les da la venta de drogas, que traducen a la compra de individuos que están dispuestos con el armamento suficiente a hacer lo que sus comandantes dispongan.
Vale la pena recordar a los caídos del orden público que en aquel entonces enfrentaron a los asaltantes de Villa Unión y de todo Coahuila. La paz que hoy vivimos en el estado es producto entre otras cosas de hechos como los de Villa Unión.
Como la naturaleza humana y en lo particular, que en parte en ello radica, los productores mexicanos de la droga y sus comercializadores están a la espera de oportunidad para invertir, dejando claro que prueban a las actuales autoridades para ver hasta dónde están dispuestas a arriesgar.
Por ahora, y luego de que el propio gobernador Miguel Riquelme ha informado del enfrentamiento entre policías estatales y civiles armados en la frontera de Nuevo León y Coahuila, el resultado fueron tres policías heridos, mismos que están siendo atendidos en un hospital del estado y se encuentran fuera de peligro y estables. Asimismo, 3 "civiles" fueron abatidos.
Parece un episodio de una lucha heroica, que al final de cuentas lo es, pero el fondo de todo es que hay que estar conscientes de que sobre Coahuila siempre se cierne la amenaza del narcotráfico y que hoy el "góber" en turno se ha fajado con todo y los mantiene a raya, pero de que volverán, volverán. El chiste es valorar y aprender lo que hicieron en la materia los Gobiernos de Rubén y sobre todo el de Miguel para que Coahuila siga marchando tranquilo y así recuperemos el crecimiento, si no hay de otra.
