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CONTRALUZ

HONRAR LA HISTORIA

MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

El maestro César Calleja publicó esta semana un artículo en alusión a la maqueta monumental, colocada en el Zócalo capitalino. En lo particular me resulta una más de esas cortinas de humo costosas y absurdas, cuando hay tantos rubros prioritarios desatendidos.

Compartí dicho artículo con Angelina, una querida y admirada colega. Nos conocemos desde nuestro entrenamiento en la especialidad pediátrica en Monterrey, hace cuarenta años. Tenerla como jefa de guardia era una experiencia agradable, tanto por sus conocimientos como por sus dotes de liderazgo. El tiempo y las redes sociales nos han permitido seguir en contacto, y -en esta oportunidad-intercambiar opiniones con relación a lo que México representa hoy en día, frente al concepto que teníamos de él cuando cursamos los primeros estudios. Me envió un par de mensajes de voz muy valiosos, que me generaron sentimientos encontrados: Emoción al descubrir un alma que ama a México a profundidad. Tristeza, al concluir que ambas coincidimos en que el México de nuestra infancia ha desaparecido.

Ella lamenta la pobreza de contenidos de nuestros actuales programas educativos, que hacen poco por rescatar el patrimonio cultural del país: Desde la historia de los pueblos originales; las luchas que enfrentaron a unos con otros y la forma como el pueblo ganador marcaba su triunfo. El hallazgo fortuito del Templo Mayor en 1978 vino a corroborar lo que los historiadores ya habían conocido por métodos indirectos. Me atrevo a afirmar que el gran experto en el tema es el arqueólogo y antropólogo Eduardo Matos Moctezuma, miembro de El Colegio Nacional, quien ha sido uno de los fundadores clave del proyecto del Templo Mayor. Tras el hallazgo de la Diosa Luna, una madrugada de 1978, durante ciertas excavaciones de la extinta Compañía de Luz y Fuerza, intervino de inmediato el INAH para estudiar la zona arqueológica y prepararla para ser visitada. Se edificó el museo que contiene, entre muchas otras piezas de enorme valor, el gran monolito redondo de la Coyolxauhqui. El monolito de Coatlicue, madre de Coyolxauhqui y Huitzilopochtli, había sido encontrado, junto con el Sol Azteca, a finales del siglo 18.

El propio Matos ha señalado que la elaboración de una maqueta del Templo Mayor representa un gasto inútil, cuando a corta distancia está la construcción original, que por cierto no ha acabado de rehabilitarse desde que el mal clima causó el desplome del techo que resguarda la parte central de la zona arqueológica. "Todas estas cosas no son maneras de consolidar nuestro origen, sino que son ideas de distracción", señaló acertadamente el investigador.

La estructura de cartón piedra, iluminada en colores pastel, genera un espectáculo de luz y sonido. Una forma más, ociosa y absurda, de pretender rehacer la historia, --opinión personal.

Volviendo a mi admirada amiga Angelina: Los de nuestra generación tuvimos la oportunidad de conocer la historia de modo de sentirnos orgullosos de ser mexicanos. Me causó simpatía escuchar que ella guarda sus libros de historia y geografía de primaria y secundaria. Tuve esta reacción, pues yo he hecho justo lo mismo. Los tengo como grandes tesoros que revelan un México del cual, siendo niños, aprendimos a sentirnos privilegiados de nuestro origen.  Ahora sí, que entre la globalización y el adoctrinamiento que se busca imponer, vamos rumbo a un proceso de desapego nacionalista, con una consigna que dice, más o menos: "lo pasado pasado/no me interesa", como la balada de José José, y que lo que cuenta es lo que suceda de aquí en adelante, al modo como una corriente política nos lo quiere imponer.

La historia de cada país suele ser contada por los vencidos, con escasas excepciones.  Para el caso de México valga entonces recomendar el pequeño gran libro "La visión de Anáhuac" de Alfonso Reyes. Su lectura nos permitirá enriquecer esa realidad pasada que nos formó.  

Detrás de gran parte de los fenómenos sociales que se presentan en el país, está el desconocimiento de nuestra propia esencia.  Ese afán de dañar a la nación de tantos modos, hasta diría yo que, con cierta carga de agresividad, es resultado directo de la ignorancia.  Entonces: ¿Cómo desarticular esos patrones de comportamiento? Enseñando a nuestros niños las razones que hay para amar nuestra tierra.

Es una prioridad fundamental desarrollar el orgullo patrio. Sobre este se fundamenta lo que México necesita en  educación, economía, salud y derechos humanos.  Conozcamos los sueños de nuestros grandes héroes, para honrar su memoria. A través de ello y de pulir nuestra propia conducta ciudadana, estaremos enseñando que el esfuerzo de aprender y cuidar lo propio bien vale la pena. Así estaremos impartiendo las más valiosas  lecciones de civismo.

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