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La escuela: ¿regresar o no regresar?

EDGAR SALINAS URIBE

Conforme se acerca la fecha para el inicio del nuevo ciclo escolar, la pregunta por el regreso seguro mantiene su indefinición, aunque autoridades federales y las de algunos estados insistan en el regreso a pesar de la tendencia creciente en contagios, la afectación a la población joven en esta tercera ola, la rapidez con que se propaga la variante Delta y los casos críticos y de fallecimientos en personas menores de dieciocho años. La mayoría de los especialistas señalan que es muy riesgo un regreso a las aulas en estas condiciones, pero, como se ha visto en toda la pandemia, su voz es nada frente a la decisión de la autoridad política.

Frente a dilemas como el regreso o no a clases presenciales en estas circunstancias ayuda como referente la decisión que han tomado la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad de Guadalajara de iniciar el próximo ciclo escolar a distancia. Suponer que tres de las principales instituciones académicas del país tomaran esa decisión solo con base en el famoso semáforo epidemiológico sería ingenuo. ¿Por qué la máxima casa de estudios del país tomó la decisión de que su ciclo escolar lo iniciarían a distancia?

La respuesta podemos encontrarla en el mensaje del rector Enrique Graue del día de ayer: "Iniciaremos este nuevo ciclo escolar sí, a distancia, pero tengan la certeza de que, más temprano que tarde, superaremos esta emergencia sanitaria y podremos gradualmente regresar a las aulas y a los espacios físicos a los que ustedes aspiraron y que tanto extrañamos… El personal académico y administrativo ya ha sido vacunado. Pero nos faltan ustedes, nuestro estudiantado mayor de 18 años…todas y todos debemos ser parte de la solución. Vacúnense y protéjanse…"

El personal ya esta vacunado, señala el Rector, pero, no el estudiantado. Aunque no lo han dicho con esas palabras, hemos de suponer que en la lógica de los gobiernos que con afán buscan que sí o sí se regrese a las aulas en el inicio de este ciclo, el razonamiento sería algo como: "el personal docente y administrativo ya está vacunado, y aunque el estudiantado no, regresaremos siguiendo protocolos rigurosos para una enfermedad que se transmite por aerosoles como tapetes sanitizantes, toma de temperatura, cubrebocas y gel". Hasta aquí me parece más convincente el razonamiento de la UNAM. Regresar al aula no significa solo la vuelta a la escuela, sino a los camiones del transporte público, a los taxis, significa en pocas palabras la movilidad más numerosa junto a la del sector productivo, con todo el riesgo que eso implica.

En contraparte no se puede negar que en las condiciones actuales el estudiantado más vulnerable es, otra vez, el que tiene que acudir a los centros con la peor infraestructura educativa. La ausencia ha profundizado la desventaja respecto a quienes pueden acudir a centros con la capacidad de garantizar ventilación, distancia, experiencias de aprendizaje híbridas, etcétera. La pandemia no afecta por igual en lo que se refiere al aprovechamiento educativo, y otro ciclo a distancia amplía la brecha de desigualdad en una capacidad a la que se le otorga la principal esperanza de movilidad social y reducción de la desigualdad: la educación.

Bajo el supuesto del regreso se impone razonar entonces la pregunta por el cómo garantizar condiciones seguras para un ciclo escolar en las aulas. Lo primero que se anotaría en la lista es la vacunación también a menores de dieciocho años como ya ocurre en varios países. Pero, en el corto plazo no se daría en México con el alcance requerido. Cubrebocas de alta protección, ventilación y distancia, serían parte de la lista, junto con grupos reducidos alternados. Ha habido experiencias positivas en este sentido, pero la mayoría de ellas en instituciones cuyas condiciones superan la realidad física y organizacional de la mayoría. Dilema difícil el del regreso a clases dado que, invariablemente, la decisión que se tome conlleva previsibles efectos negativos ya sea en la salud o en la desigualdad, por lo menos.

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

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