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Por la boca muere el pescado

JULIO FAESLER

Ya están en operación algunos de los trolleybuses eléctricos chinos marca Yutong comprados el año pasado en un gigantesco pedido, y que la señora Jefe de Gobierno de la Ciudad de México anunció que son parte de más de 500 unidades que se importarán para modernizar el servicio local de transporte. Las empresas chinas están de plácemes por haber encontrado aquí un ávido mercado para vehículos completos que pudieran haber sido fabricadas por varias empresas establecidas en México que desde muchos años exportan exitosamente a norte y centroamérica.

Esa operación que refuerza la presencia de la industria china en México, excluyó a nuestros trabajadores de la más elemental participación, ni siquiera del armado. Despreciado el incorporar componentes mexicanos en esos vehículos desde aquí podrían haberse sumado a los camiones de pasajeros que ya vendemos a Estados Unidos.

La CDMX siguió sin embargo el ejemplo de Monterrey que, según el periódico El Norte, también aumentó su red de transporte urbano con autobuses chinos.

Resultaba más fácil dejar pasar la oportunidad de entrenar trabajadores y estimular la oferta de componentes mexicanos que exigir a los chinos realizar aquí, cerca además del mercado norteamericano, la fabricación de los buses.

Una empresa china ya produjo con evidente apoyo oficial el tren Qingdao que corre 600 kms por hora; nosotros no armamos en los pedidos arriba mencionados ni un trolleybus.

Hace cincuenta años el proyecto Borgward iniciaba la industria automotriz nacional. Las firmas extranjeras se burlaban de nuestra capacidad de hacerlo y Díaz Ordaz, escéptico, la asfixió. Hemos seguido su ejemplo.

Hoy lo indicado es renegociar los acuerdos de compra de trolleybuses, sin llegar a las cancelaciones traumáticas que el gobierno ha dado en otros casos, para dar una conveniente participación del obrero mexicano cuyos intereses parecen ser tan caros al gobierno norteamericano.

El crecimiento de una sólida economía se cimienta en una industria cabal, no la de ensamblaje o mera maquila, sino la que decide las mejores opciones de crecimiento conforme a las realidades socioeconómicas nuestras y no los intereses y conveniencias de consorcios transnacionales sin lealtades.

Para lo anterior, el tratado trilateral con Estados Unidos y Canadá es parte importante, no la totalidad, de la estrategia mancomunada de nuestras Secretarías de Economía y de Trabajo orientadas a promover ese objetivo. Dentro de él, apoyar la fabricación de partes y componentes se favorece con los requisitos de contenido regional.

Nuestra eventual política industrial ha de ajustarse al cambio climático que se anuncia permanente. AMLO equivocado, se hermana con Jair Bolsonaro, actuando contra las preocupaciones mundiales. Toyota, General Motors y Ford, por ejemplo, podrían dejar México como repercusión de nuestras prioridades fósiles, mientras que en Brasil sigue la deforestación de la Amazonia ignorando restricciones a combustibles fósiles.

Estos y muchos otros hechos exigen corrección en estos momentos. Viene a cuento la inane consulta programada para el primero del mes entrante sobre el hipotético procesamiento de políticos del pasado y sus decisiones. En un afán de precisión, podría añadirse a los innominados acusados el nombre del propio presidente actual muchas de cuyas decisiones podrían merecer "… un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas…encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas. "

Por la boca muere el pescado. Las decisiones de López Obrador costaron el cierre de guarderías privadas, la vida de cientos de niños cancerosos, incontables víctimas de mafias criminales, la pérdida de miles de fuentes de trabajo, la obligada emigración de miles compatriotas desocupados, la deforestación alocada y el dispendio de miles de millones de pesos en proyectos irresponsables…

Este artículo comenzó por el caso de los vehículos completos importados cuando lo sensato habría sido promover y apoyar decididamente su fabricación en México y derivar las ventajas de inversiones y tecnologías de la China amiga y los claros beneficios de capacitación de trabajadores, transferencias científicas y oferta de empleo con derrama de salarios.

No porque hasta ahora cundan los desaciertos como el de los trolleybuses y el presidente sea objeto de tanta crítica ha de detenerse el paso de México. En su segunda mitad del sexenio hay suficiente espacio para que AMLO enderece su errática marcha. Para ello hace falta realismo y concisión en su mira y discurso, y una férrea valentía en los que tiene cerca que hasta ahora no se han atrevido a detener sus funestos desaciertos.

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