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LA COLUMNA DEL PERRO

SOLO ES CIEGO EL QUE NO QUIERE VER

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

Hace algunos días recibí la llamada de una persona que me decía que fuera a su casa para darle eutanasia a una perrita de su propiedad, ya que estaba muy enferma. Por supuesto que este tipo de llamadas que aunque muchas de las veces tienen justificación no son muy agradables, aunque hay que atenderlas como parte muy importante de nuestro trabajo como veterinario.

Paty García se comunicó conmigo por teléfono después de darme su dirección y todas las señas para llegar a su casa, ya que vive en una colonia allá por el oriente de la ciudad y es un poco complicado para llegar a ellas.

Al llegar a la casa vi a Paty sentada y deteniendo a Camila, que era el nombre de su perrita, y me dice "A ver médico, revíseme la perrita" a lo que yo inmediatamente contesté "Usted me llamó para darle eutanasia y no vamos a empezar ahorita con titubeos". Cuando pasa este tipo de situaciones siempre hay sentimientos encontrados y la persona encargada de decidir sobre la eutanasia quisiera transferir esa responsabilidad hacia otra persona, que finalmente resulta ser muchas veces el veterinario.

Revisé a la Camila y efectivamente, en la vulva tenía un tumor muy grande, que seguramente se lo habían transmitido meses atrás durante alguna cruza con algún perro que a su vez estaba contagiado, además tenía dos tumores mamarios de tamaño considerable. Por consiguiente le dije "Mire, como médico le digo que probablemente tenga un porcentaje bajo de posibilidades de una cura total, pero para eso hay que instituirle varias sesiones de quimioterapia y probablemente cirugía, además de muchos cuidados e higiene".

Me comentó "Por eso mejor pensé en la eutanasia, ya que nunca estoy en la casa porque trabajo y vivo sola, además no puedo costear los gastos", le pregunté el porqué me decía todo esto y me dijo "Estoy ciega y vivo sola, además trabajo".

En ese momento me di cuenta de que efectivamente, ella no veía y me platicó además que no veía desde que nació, que sus padres habían fallecido ya, y tenía dos hermanos que vivían en otras ciudades, pero que toda la familia especialmente sus padres la habían criado a ella muy independiente y la habían hecho además autosuficiente en todo. Su historia me interesó y conmovió, pues se ve a leguas que es una persona luchona que no se autocompadece y con una manera muy positiva de ver la vida. Supe también que por ser ella así estaba nominada para recibir "La paca de oro", un reconocimiento que se les da a los ciudadanos distinguidos de nuestra ciudad. En ese momento Paty estaba acompañada por María Elena, quien junto con hijitas visitaba a su vecino invidente para ver cómo estaba y ayudarle en lo posible.

Antes de irme de su casa le prometí regalarle un perrito sano para que le hiciera compañía, pero me dijo que pasara cuando menos una semana para guardarle el duelo a Camila, porque, como debe ser, hay que cerrar siempre los ciclos en la vida para continuar adelante, le dije, y me retiré pensando como a veces por males muchos menores o pasajeros las personas "sanas" nos dejamos abatir y otras personas dándonos ejemplo "se creen el castigo".

Y ahora para terminar una gota de filosofía:

La esperanza de la vida vuelve con el sol (Juvenal).

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Escrito en: La columna del perro

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