EDITORIAL Caricatura Editorial Columna Astillero Sergio Sarmiento editoriales

Política del balón

ÉDGAR SALINAS URIBE

A la usanza de los viejos corridos, pido disculpas primero. Quienes se acercan a las páginas de esta sección editorial esperarían leer reflexiones en torno a temas de coyuntura política, entendida ella como la actividad profesional del poder y las cosas del gobierno. Anuncio que no es el caso de esta colaboración en particular. Si bien se trata de una reflexión sobre política, lo es, en todo caso, desde un sentido radical del término, es decir, sobre cuestiones de la polis (el espacio de la ciudadanía) y no sobre el sentido derivado de la noción definida desde el poder público. Por si fuera poco, voy a plantear algunas reflexiones políticas desde lo que llamaría las enseñanzas del balón, en este caso, del balón de futbol.

Recién concluyeron los torneos de selecciones nacionales más importantes después del mundial: la Copa de oro, que congrega a las selecciones sudamericanas, y la Eurocopa, torneo de selecciones europeas de futbol. Ya es conocido que Argentina logró el campeonato del sur e Italia el de la vieja Europa. Más allá del análisis de lo futbolístico en tanto despliegue deportivo en la cancha, hay varios aspectos evidenciados en ambas competencias que ofrecen elementos para una lectura política desde el balón. Propongo algunos de esos rasgos sabedor de que seguramente hay otros más. El orden seguido no indica relevancia, sino el desarreglo propio de quien va hilando a partir de los apuntes en el viento y no con base en registro alguno.

El primero de los rasgos por evidenciar, si es que aún no lo es suficientemente, es el cinismo distintivo de los organismos rectores del futbol y sus instituciones de gobierno para justificar sus prácticas y criterios. En el caso europeo, el ejemplo más contundente fue la prohibición de la UEFA para que se iluminara el estadio de Múnich con los colores LGBT en el partido Alemania contra Hungría a solicitud del ayuntamiento de esa ciudad. El órgano de gobierno de futbol consideró que sería un desafío al gobierno húngaro que días antes había aprobado una ley anti LGBT. Para colmo, la UEFA recomendó cuando sí iluminar el estadio con esa bandera. Es decir, se mostró "incluyente" cuando esa inclusión no afectaba a un gobierno claramente contrario a los derechos de esa comunidad. Curiosamente la FIFA ha adelantado sanciones a México por el denominado "grito homófobo", ¿no debió haber intervenido para garantizar la afirmación inclusiva en el torneo europeo? Por cierto, la FIFA castiga a una selección por el grito homofóbico de sus aficionados, pero organizará el mundial 2022 en un país en el que la homosexualidad es castigada y puede ser motivo de expulsión en caso de que la persona sea extranjera.

En el caso sudamericano, la Conmebol decidió jugar la copa en el país con peor desempeño ante la crisis por COVID-19 en Sudamérica, es decir, Brasil. Múltiples fueron los casos de contagio en jugadores y personal de las selecciones. Originalmente, la copa se jugaría en Colombia y Argentina, pero estos países desistieron por la crisis sanitaria y, además, por la ola de protestas sociales en el caso colombiano. El criticado gobierno brasileño abrió la posibilidad para que Conmebol no cancelara la competencia y el organismo aceptó. Esta vez, Brasil no fue campeón en una zona donde, a decir de Messi, todo se prepara para dar ventaja a esa selección.

Quizá sea tiempo de considerar al futbol algo más que solo futbol. Y superar incluso aquella frase de que el futbol es lo más importante de lo menos importante. Una industria tan poderosa no puede ser tan poco importante. ¿Es el futbol una industria de interés público como puede ser otra de cualquier sector económico? La influencia política de esta industria tampoco debe obviarse, de allí que a la industria misma lo que más le conviene es que no se vea como tal, sino como un deporte organizado que encauza simbólicamente pasiones sociales. La noble organización de un deporte de masas.

La piedra angular de la industria del futbol es poderosa: en las naciones futboleras, no hay lámpara con un genio que cumpla más deseos que un balón pateado en la cancha donde juegan once contra once. El futbol es más que solo futbol y también más que una industria. De otro modo no se comprendería que el mejor de todos los tiempos caiga de rodillas envuelto en lágrimas al escuchar el silbato final del juego en el que, por fin, luego de cuatro oportunidades, gana un campeonato con la selección mayor de su país y sí: en el Maracaná y frente a Brasil.

@EdgarSalinasU

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1947287

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx