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Democracia en las rocas

ARTURO SARUKHÁN

El título de esta columna no es una nueva bebida en los bares de Washington, pero crecientemente se cierne como un coctel peligroso para el país entero. Al grado que hace un mes, 100 prominentes politólogos estadounidenses advirtieron, vía una carta abierta, que como nunca antes en su historia, la democracia en Estados Unidos hoy está en riesgo. Los demócratas, con mayúscula y sin ella -dentro y fuera de EUA- no pueden darse el lujo de ignorarlo.

Como advierte Daniel Ziblatt, coautor del libro "How Democracies Die", "si tienes un partido que no sabe perder, entonces la democracia no puede sobrevivir". Biden ciertamente derrotó a Trump en noviembre, pero eso no quiere decir que el trumpismo haya sido aniquilado. Muchos pensaban que el impacto de ser perseguidos por los pasillos del Capitolio por una turba de simpatizantes de Trump podría haber hecho que los legisladores Republicanos recuperaran, si no la razón, por lo menos la espina dorsal. Pero ahora han pasado seis meses y las cosas sigue tan mal como entonces. De hecho, puede ser que estén peor que nunca. En mayo la bancada del GOP purgó a la legisladora Liz Cheney de su puesto como la número tres de su liderazgo en represalia por haber votado a favor de la certificación de la elección y del juicio político contra Trump por su papel en los actos sediciosos del 6 de enero. En junio, 120 Representantes del GOP votaron en contra del retiro de los bustos de líderes confederados y otros supremacistas blancos en pasillos del recinto legislativo, y días después 190 Republicanos votaron en contra de la creación de un comité especial para investigar el asalto al Capitolio. En conjunto, la defenestración de Cheney y estos votos muestran que el GOP se ha convertido sin tapujos en un partido supremacista blanco, empeñado en la restauración étnica y demográfica y hostil a la democracia multirracial estadounidense. Su radicalización en los últimos años es vertiginosa y desalentadora. Ahora, en un intento por apuntalar su poder en el Congreso y los estados, está promoviendo, en aquellas entidades en las que cuenta con mayoría en asambleas estatales, leyes de supresión del voto para evitar que personas de color puedan votar. Republicanos han hablado abiertamente sobre garantizar la "pureza" y "calidad" del voto, haciendo eco de los argumentos utilizados en el sur de EUA antes de la década de los 60 como razones para restringir el voto afroamericano. Además, en futuras elecciones, estas leyes que politizan la administración y certificación de las elecciones podrían permitir que algunas legislaturas estatales o funcionarios electorales partidistas reviertan el resultado de elecciones libres y justas.

Es un hecho que ante la troleada de Trump a la democracia estadounidense estos últimos cuatro años, sus instituciones y pesos y contrapesos funcionaron relativamente bien. Pero con uno de los dos partidos consumido -ya sea como producto de la convicción o la conveniencia- por la gran mentira del "fraude" y la narrativa de que cualquier triunfo Demócrata es ilegítimo, y con el tsunami de iniciativas de ley estatales para suprimir el voto de ciudadanos de color, la democracia estadounidense podría entrar en una fase esclerótica y brutalmente disruptiva. Y tiene implicaciones que trascienden a EUA, porque a diferencia de Las Vegas, lo que ocurre en EUA no se queda en EUA. No podemos decir que no fuimos advertidos.

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Escrito en: Editorial Arturo Sarukhan

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