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Tulitas de Torreón

Tulitas: voz de la raíz lagunera

El traductor Fernando Fabio Sánchez habla sobre las memorias de la hija de Federico Wulff

El Siglo de Torreón / Saúl Rodríguez

El Siglo de Torreón / Saúl Rodríguez

SAÚL RODRÍGUEZ

Las nubes rasgan las últimas luces del miércoles en el Museo Casa del Cerro. El temporal a causa del huracán Enrique promete lluvias en La Laguna. Se encuadra un clima propicio para la presentación de la tercera edición de 'Tulitas de Torreón. Reminiscencias de una vida en México', libro que contiene el diálogo entre Tulitas Wulff Jamienson y su hija Evelyn Jamienson Payne, traducido hace 21 años al español por el lagunero Fernando Fabio Sánchez.

Tulitas fue hija del ingeniero estadounidense Federico Wulff, uno de los fundadores de Torreón a quien se le atribuye el trazo de la ciudad y la construcción de edificios históricos como el que ahora alberga al Museo Casa del Cerro. Las memorias de Tulitas no son sólo la narrativa personal, sino del origen de La Laguna.

Dan las siete y media. Los asistentes se reparten en asientos ubicados dentro de la pinacoteca del museo, la cual a principios del siglo XX fue la oficina de Federico Wulff. En ocasiones el suelo de madera se cimbra ante el paso del ferrocarril, transporte propulsor de la ciudad cuyo silbato es voz resonante en los cerros del poniente.

El evento se realiza a iniciativa del Archivo Municipal de Torreón, dependencia que propuso la tercera edición del libro. En la mesa se coloca Fernando Fabio Sánchez, acompañado del escritor Jaime Muñoz Vargas y el profesor Gerardo García Muñoz. Después de las intervenciones de sus colegas y tras brindar sus propias palabras, Fabio Sánchez se dedica a firmar ejemplares para luego subir por los 81 escalones de la Casa del Cerro y ser capturado por la grabadora, como quizá algún día Evelyn Jamienson lo hizo con Tulitas.

EL ENCUENTRO

En su juventud, Fernando Fabio Sánchez, quien es profesor en California Polytechnic State University, se aproximó por primera vez al legado de la Casa del Cerro a través de un ejercicio fotográfico. En esa ocasión entró a la casa, pero sólo se encontró con ruinas y rastros de habitantes ocasionales.

Al terminar la licenciatura, el lagunero se trasladó a Estados Unidos. Allí se instaló en California y una tarde de 1996 se le ocurrió hurgar en los registros electrónicos de la Biblioteca Pública de Los Ángeles. Con la inquietud de quien añora a su tierra, escribió en el buscador la palabra "Torreón". Dos fueron los resultados: un texto sobre una población en Nuevo México que también se llama Torreón y otro con el título 'Tulitas of Torreon. Reminiscenses of life in Mexico'. La curiosidad se despertó en Fernando Fabio y comenzó a leer aquel testimonio escrito en inglés.

"Sentí mucha curiosidad de saber qué significaba Torreón y sentí mucha sorpresa de que había un libro que yo no conocía, que era en inglés, que tenía ese título misterioso que hablaba de Torreón, pero de Torreón, Coahuila, porque hay una ciudad que se llama Torreón en Nuevo México. Entonces para mí fue una oportunidad de reconectarme con Torreón desde mi actividad":

Fernando Fabio Sánchez carga una libreta con apuntes hechos en la presentación y narra su anécdota al ritmo que los vagones del tren transitan cerro abajo. "Imagínate cuántas venidas de tren no veían los Wulff".

Para la poeta Jeanette L. Clariond, la traducción supone una necesidad de mostrar la belleza al otro, de compartir una voz que ha cambiado la vida del traductor. En ese sentido, Fabio Sánchez también sintió la necesidad de transmitir la voz de Tulitas, filtrada a través de su hija Evelyn. Así, el testimonio de Tulitas en español supone una triada de voces, resultado de diálogos internos y externos.

"Creo que Tulitas vivió en Torreón cuando era niña y hay una especie de idealización de la infancia. Cuando ya es anciana, con casi ochenta años, ella se reconecta con su infancia, con esa idealización y le cuenta esas historias a su hija. Me imagino que su hija las ha de haber escuchado varias veces en la casa y ha de haber dicho: '¿Por qué no las grabamos y hacemos un libro?'. También me imagino que Evelyn Payne escribió las historias que le contó su madre con esa idea de agradarla, de darle una satisfacción y de decirle: 'Mira, toda tu vida tuvo sentido y es importante'. Si tú lees el libro te das cuenta de que hay un gozo de la vida. Ese gozo de la vida lo construyó Tulitas, lo reconstruyó Evelyn y después lo que yo hice fue transferir los detonadores de emociones hacie el sentir lagunero actual".

Las texturas lingüisticas de La Laguna fueron empleadas por el traductor para que se pudiese entender a Tulitas en humor y tragedia. Por eso el fruto de su lectura posee tantos nutrientes identitarios.

En una sección del libro, Tulitas se refiere a Torreón como un recién nacido. El factor es verídico, la infancia de Tulitas también fue la infancia de la ciudad, localidad que en ese momento era más pequeña que Gómez Palacio y Ciudad Lerdo.

"Esa es la magia y cuestión de este libro, que son niños viviendo en una región que en aquel entonces era ya urbana, pero no sé si imaginaron que iba a convertirse en una ciudad como es la actual. Pero nosotros como lectores, cuando vamos a ese pasado, podemos encontrar ciertas cosas que son comunes a nosotros, pero al mismo tiempo son comunes pero son nuevas. Quien se acerque a este libro se va a encontrar con las vivencias de una familia, desde el punto de vista infantil, pero también va a encontrar esa segunda visión, que tienen todos los libros de formación, perteneciente ya al adulto".

Para el traductor, Tulitas se aventura en sus raíces personales, mientras que para el lector es un ir a las raíces de Torreón. Y es que el libro precisamente se trata de un viaje, un viaje en tren, a caballo, en diligencia e incluso a pie. El traductor lo comenta mientras observa el horizonte urbanizado bajo el manto de la noche.

"Cuando vengo aquí es inevitable no ver el tren, porque llega. Y también, me pongo a imaginar qué se sentía, como lo narra en el libro, ver desde la casa que a lo lejos, allá por Gómez, iban llegando rebeldes, no sólo de la región, sino de tan lejos como Zacatecas".

Y es que acento estridente es la narración sobre la Revolución mexicana. Este capítulo tiene un ritmo trepidante donde la Casa del Cerro fue tomada como cuartel por su privilegiada vista. Pasaje crudo es también la Mantanza de chinos en 1911, que dirige al lector lagunero hacia el incómodo trabajo de cuestionarse a sí mismo.

"Se revela algo que nosotros conocemos: en Torreón había y hay mucha riqueza, pero está mal distribuida. La Revolución llega en un momento donde la gente tenía la esperanza de que se podía redistribuir esa riqueza y aparte, de alguna manera tenían licencia de entrar a la ciudad y saquear".

En el presente, Fernando Fabio Sánchez continúa su diálogo con Tulitas a través de las presentaciones del libro y de comentarios sobre el mismo, donde suele recontar las decisiones que tomó al realizar la traducción.

"Tulitas es una mujer muy culta, una mujer con muy buena memoria y buen sentido del humor, una mujer que es un modelo por su cultura, su forma de dirigir y aparte en el libro no habla mucho de su participación directa en el mundo de los hombres, pero podemos decir y asegurar que tuvo una participación muy importante y por medio de este libro se vuelve grande".

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