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Colectiva crea memorial de periodistas asesinados en México

Cinco reporteras crearon una red que alcanza a 120 profesionales

Cinco reporteras de la Ciudad de México, entre ellas la periodista Laura Castellanos, crearon una red hace tres años que poco a poco ha ido creciendo a lo largo de 24 estados y que ahora cuenta con cerca de 120 periodistas. Reporteras en Guardia es su nombre y se definen como una colectiva a 'quienes mueve el dolor, la rabia y la exigencia de justicia'. (ESPECIAL)

Cinco reporteras de la Ciudad de México, entre ellas la periodista Laura Castellanos, crearon una red hace tres años que poco a poco ha ido creciendo a lo largo de 24 estados y que ahora cuenta con cerca de 120 periodistas. Reporteras en Guardia es su nombre y se definen como una colectiva a 'quienes mueve el dolor, la rabia y la exigencia de justicia'. (ESPECIAL)

EL UNIVERSAL

Cinco reporteras de la Ciudad de México, entre ellas la periodista Laura Castellanos, crearon una red hace tres años que poco a poco ha ido creciendo a lo largo de 24 estados y que ahora cuenta con cerca de 120 periodistas. Reporteras en Guardia es su nombre y se definen como una colectiva a "quienes mueve el dolor, la rabia y la exigencia de justicia".

Con el crecimiento de la colectiva, su trabajo también es más extenso; desarrollaron una visión descentralizada, incluyente, feminista e indigenista que no concentra sus esfuerzos en el centro de la República.

También con ellas nació la construcción del memorial digital Matar a nadie, un sitio web para recordar a compañeros periodistas asesinados desde 2000 hasta el primer semestre del gobierno de Andrés Manuel López Obrador; la obra, pensada como "un conjuro para el olvido", abarca los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. En total, son 188 periodistas asesinados; 163 hombres y 25 mujeres.

Se inició con una base de datos a partir de los datos cruzados de cuatro organizaciones civiles sobre periodistas asesinados y desaparecidos en México: Artículo 19, CIMAC, Reporteros Sin Fronteras y el Comité para la Protección de Periodistas.

A partir de esa información, arrancaron un trabajo de investigación para escribir los perfiles de cada uno de los periodistas asesinados desde el lugar, entorno y condiciones en las que ocurrieron los crímenes. Su intención es no sólo humanizar y visibilizar a los periodistas asesinados, más allá de concentrarlos en un número o estadística, también entender la dinámica profesional, el ejercicio periodístico y el contexto social, económico y gremial en el que sucedieron los homicidios.

"Queríamos enfrentarnos de primera mano a cuáles eran las violencias que se ejercían en estos lugares, porque entendíamos que había un cerco mediático, a los que se veían obligados los medios y colegas de las regiones. Queríamos descubrir todos esos cercos, esas violencias y entender las condiciones, la situación en la que se estaba ejerciendo el periodismo.

"Creíamos que si lográbamos entender los móviles de los crímenes con sus particularidades regionales, también íbamos a entender la precarización del ejercicio periodístico", explica Karen Rojas Kauffmann, una de las tres coordinadoras de Reporteras en Guardia, que radica en la ciudad de Oaxaca.

Durante estos años de trabajo, en el que han construido los perfiles de 74 periodistas asesinados y están en proceso de publicarse 20 más en el memorial www.mataranadie.com, la colectiva ha logrado desmitificar la versión de que sólo el crimen organizado está detrás de estos asesinatos. Encontraron que el aparato del Estado también ejerce violencia contra los reporteros, que hay una aparato delincuencial que violenta a la prensa y que también hay violencia de género y racial.

En el primer semestre del gobierno de López Obrador, detalla Rojas, fue visible que había una saña contra los comunicadores que cubrían la defensa del territorio, como Samir Flores, por ejemplo. En este gobierno, apunta, hay al menos cinco comunicadores indígenas que sufrieron ataques mortales.

"Nosotras creíamos que esa narrativa de que solamente el crimen organizado estaba agrediendo o matando a los periodistas no era tan real y que de alguna manera eximía al Estado de muchas de sus responsabilidades", abunda.

Todos los perfiles de los periodistas asesinados exponen la precarización y la vulnerabilidad de quienes ejercen el periodismo desde las diferentes regiones del país y ayudan a humanizar los datos duros sobre estos crímenes.

También logran un equilibrio entre esas dos posturas generalmente encontradas de un periodismo "santificado" y de un periodismo "satanizado", comenta. De alguna manera, hay un labor de autocrítica: se acepta que hay malas prácticas, pero también se exhiben las motivaciones y presiones a la hora de realizar el trabajo.

El memorial ayuda a revelar que la responsabilidad de informar no sólo tiene que ver con los periodistas, sino que hay una fuerza externa en el trabajo periodístico que los obliga, "que no hay más recursos, que no hay otras opciones, que estamos limitados y acotados".

Rojas puntualiza que se trata de entender las causas, más allá de juzgarlas, de presentarlas, plantearlas y replantearlas; además, conocer cómo estos crímenes han impactado en las familias, los amigos y el gremio, porque después de un asesinato, de una desaparición o incluso del desplazamiento forzado, el gremio "se ve tocado. Empieza a generar dinámicas de autocensura. Estábamos seguras [de] que había violencias estructurales más profundas y queríamos explicarlas", puntualiza.

Reporteras en Guardia es un colectivo integrado sólo por mujeres periodistas, que además del memorial han realizado protestas y exigencias puntuales de justicia ante el alto número de casos de comunicadores asesinados que permanecen en la impunidad.

Y son sólo mujeres porque decidieron mantener una postura feminista, con el fin de reflexionar sobre el ejercicio periodístico desde su propia experiencia, en la que no sólo prevalece el bajo salario, sino también el acoso laboral y sexual, las amenazas de las autoridades por ser mujeres, la doble jornada que realizan con su familia, el trabajo y sus parejas, con las que dan cuenta de las condiciones altamente precarizadas en las que llevan a cabo su labor.

Uno más

La mañana del pasado 17 de marzo, fue asesinado a balazos el periodista Gustavo Sánchez Cabrera, en la comunidad de Morro Mazatán, perteneciente al municipio de Santo Domingo Tehuantepec, en la región del Istmo de Oaxaca.

El comunicador fue atacado en la calle mientras conducía al panteón de la comunidad de Morro Mazatán, por sujetos desconocidos, quienes le dispararon en la cabeza y se dieron a la fuga en un auto.

Sánchez Cabrera era reportero y editor de Nota Roja en el Istmo de Tehuantepec y en julio de 2020 sobrevivió a un ataque armado en el que recibió un disparo de arma de fuego.

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