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La importancia de esta elección

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos".— Octavio Paz

Quizá por momentos no lo advirtamos en su justa dimensión, pero gran parte de las decisiones que repercuten e impactan en nuestras vidas a corto, mediano y largo plazo provienen del Congreso. Ahí, en las cámaras, es donde se analiza y decide la viabilidad de iniciativas que orientarán positivamente el rumbo del país o lo llevarán al fracaso.

Por ello, estudiar sin apasionamiento los perfiles y capacidades de quienes aspiran a representarnos es una tarea que no debemos soslayar, pese a la entendible aversión que pueda causar la política. Precisamente en estos tiempos, donde la cosa pública se ha degradado al punto de asemejarse a un circo de tres pistas, es cuando debemos involucrarnos a través de la participación ciudadana.

Al ser herederos del funesto presidencialismo hegemónico que todo lo concentra en una sola persona, en ocasiones ponemos demasiada atención en la conducta del mandatario en turno, olvidándonos de la importancia de apostarle a un parlamentarismo responsable que en verdad nos represente.

Por parlamentarismo responsable me refiero a un Congreso independiente al Poder Ejecutivo, que funja como contrapeso y analice a profundidad lo que mejor convenga al país, para luego decidir en consecuencia.

Un Congreso responsable acata el mandato constitucional y en ningún momento se comporta como apéndice del presidente u oficina de trámites del mandatario en turno. Solo en democracias incipientes e imperfectas como la mexicana los legisladores pertenecientes al mismo partido político del Ejecutivo confunden afinidad ideológica con abyección ciega a los caprichos y vaivenes del presidente.

Siendo justos, tal grado de complicidad y amasiato entre los poderes de la Unión no es cosa nueva; de hecho, ha ocurrido en todos los sexenios. Aquel diputado que obedezca ciegamente cuando le pidan aprobar algo "sin moverle una coma" y se rehúse a analizar si es benéfico o no para sus representados es la clase de perfil que queremos evitar.

No soy dado a las comparaciones, pero me gusta apostar a escenarios que funcionen. En otros países el ciudadano conoce la trayectoria de su legislador, sabe en qué sentido vota y acostumbra a seguir de cerca su comportamiento. En México, con frecuencia llegamos a la casilla desconociendo no solo el distrito electoral al que pertenecemos, sino incluso hasta los nombres de quienes aspiran a representarnos. Si queremos que el actual modelo que permite la reelección legislativa funcione, más vale que nos acostumbremos a vigilar la conducta de quienes por mandato deben llevar nuestra voz a los lugares donde se toman decisiones.

Históricamente, las elecciones intermedias observan un alto grado de abstencionismo, pero también son una suerte de examen que califica qué tan bien o mal se están haciendo las cosas. A menudo acudimos a las urnas motivados ya sea para refrendar o castigar al Gobierno en turno, lo cual es válido; sin embargo, también es importante ponderar a qué clase de representantes le apostamos.

Estos comicios, lo sabemos, serán los más grandes de la historia. Retrato de la descomposición social a todos niveles, ya fueron quizá los más violentos. No solo estaremos eligiendo diputados federales sino también, en algunos estados, la conformación de congresos locales; además, gubernaturas y presidencias municipales. Las últimas revisten de especial importancia porque la política y mucho de lo que nos afecta directamente ocurre en nuestra cuadra, manzana o ciudad, es decir, desde lo local.

Hildegard Stausberg, periodista alemana de Die Welt, afirma que "la votación es en realidad una especie de referéndum sobre el presidente López Obrador, que gobierna de manera cada vez más autocrática". "AMLO es un maestro de la pintura en blanco y negro, del afiliado sí o no, del enfrentamiento implacable. Le gusta afirmar que México en realidad no está avanzando a través de procesos electorales democráticos, sino solo a través de la movilización social permanente", indica.

Más allá de las consideraciones y análisis que realiza la prensa nacional e internacional o los motivos de cada quien a la hora de ejercer el sufragio, para ninguna democracia resulta sano que todo gire alrededor de la figura del presidente. El hubiera no existe, pero así hubiese ganado Anaya, Meade o López Obrador, como fue el caso, los contrapesos al poder son necesarios y en este momento, urgentes; también el contar con políticos y funcionarios a la altura del tiempo histórico que vivimos.

Los suspirantes pueden estar o no a la altura de nuestras expectativas, pero ello no debe ser pretexto para renunciar al derecho al sufragio. De nosotros depende, a través de la fiscalización y la exigencia, contar con mejores políticos y funcionarios. Por desentendernos de lo público pagamos un precio muy alto y ahí están las consecuencias.

Salgamos a votar.

Twitter @patoloquasto

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