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La Columna de Rosell

RAFAEL ROSELL

Tan cerca y tan lejos de la séptima estrella. Guillermo Almada entrenador de Santos Laguna sabe que dejó ir la enorme oportunidad de presentarse hoy en el Coloso con alguna ventaja por mínima que esta fuere. La apuesta fuerte era en la ida, ahí Almada puso su resto sobre la mesa y perdió. No pudo descifrar la defensa a ultranza y sin ningún tipo de rubor que presentó Reynoso. Todos atrás del balón, siempre el dos a uno o tres a uno, si algún santista recibía el balón de frente al arco de Corona era porque estaba a kilómetros del objetivo, cuando algún lagunero merodeaba el área cementera siempre estaba de espalda y con mínimo dos defensas pegados a su cuerpo.

Si Cruz Azul ya hubiera roto su maldición esta actitud de equipo ratonero, medroso y cobarde no tendría justificación para una institución de la grandeza de La Máquina, pero casi 24 años sin levantar la Copa de la Liga justifica tan temeroso planteamiento. Algunos comentaristas que siempre se quieren pasar de analíticos no solo justificaron (que está bien) si no elogiaron que Cruz Azul construyera tres bardas de cemento reforzado empezando en el medio campo y terminando en su área chica. Un campo minado, todos atrincherados, a resistir noventa minutos, pase lo que pase y con un Robinson Crusoe allá adelante como Jonathan Rodríguez que para eso se pinta solo, Cabecita es capaz de entretener a toda una línea defensiva con su inagotable correr a lo largo y a lo ancho de los últimos treinta metros. Y jugar a las caiditas le dio resultado a Reynoso. Al minuto setenta, Luis Romo se aprovecha de la pésima marca de Gorriarán, Orrantia, Torres y Preciado, el siete de la Máquina entró al área lagunera como autentico toro en cristalería, chocando y desparramando rivales, los rebotes le favorecieron ¡todos! Y terminó fusilando a quemarropa a Carlos Acevedo.

¿Triunfo indigno de la grandeza institucional de Cruz Azul? ¡Al carajo! Diría ya sabes quién, ahora más que nunca el fin justifica los medios y los defensas y los delanteros y todos los que se metieron en su campo para simplemente resistir hora y media, solo eso, nada de gran estrategia, nada de lecciones de cómo se debe de jugar una final, todo eso es basura intelectual que les encanta a los sesudos analistas, fue un homenaje al Profe Cruz y su peor versión del Necaxa.

Hoy en el Azteca, Reynoso difícilmente va a cambiar el guion y con el plus de tener un gol de ventaja. Taimado el peruano esperará un contra golpe con su mejor hombre para lanzar al vehemente Cabecita, Luis Romo. Los demás a lo suyo, en bloque esperaran los embates de Otero y Preciado por los costados y la combatividad de Aguirre.

Santos enfrenta a un equipo con una larga racha sin ganar, siempre hay alguien que dice “no se preocupen que ahí esta Santos el levanta muertos”. A veces pasa y a veces no, pero a la raza le gusta recordarlo siempre. Hoy Santos podría ganarse el equivalente al Óscar, el Nobel, el Cervantes al mejor levanta muertos de la historia. Ser el equipo que permitió a la Máquina romper la malaria de casi 24 años, será algo con lo que tendrá que lidiar el resto de su existencia.

¿Lo puede evitar? Claro que lo puede evitar, pero para eso tendrá que hacer algo prácticamente rayando en lo imposible, Cruz Azul no pierde en el Azteca y Santos es impresentable como visitante, solo Querétaro fue peor foráneo que los Guerreros. Parte de lo arriesgado de jugar con chavos es obvio la falta de oficio y cuando te topas con la muralla inca, el deseo y la combatividad no bastan. Un ejemplo, el lateral izquierdo del Santos de solo 18 años Omar Campos tiene cinco juegos como lateral, el desde su paso por inferiores siempre jugó de atacante, es decir aunado a su extrema juventud súmenle su adaptación a su nueva posición, pero el chavito lo está haciendo de maravilla, el asunto es que Reynoso sabe que varios elementos de los Guerreros todavía están aprendiendo la profesión y les manda en montón a tipos de la experiencia de Aldrete, Aguilar, Domínguez, Escobar y Rivero que tratan de atemorizar a los imberbes santistas a base de maña y oficio. Ojalá gane el que arriesgue, el que trate de agradar a la tribuna y al sillón. Como nunca aquí la sobada frase aplica: “Que gane el que lo merezca”.

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