Estado actual del sabino en la Plaza Juárez. Desde la consumación de la Independencia en 2021, México tiene en el sabino un árbol que lo representa en todo el mundo. (CORTESÍA)
Nuestro sabino o ahuehuete de la Plaza Juárez de Gómez Palacio cumple por estos días 100 años de haber sido plantado en la esquina de las avenidas Hidalgo e Independencia. Si nos atenemos a dos fotografías: una del 2 de mayo de 1921, que refleja una campaña de plantación de árboles operada en nuestra plaza por niños de las escuelas, sus maestros y ciudadanos; y la otra, de 1924, que tiene como motivo principal el templo de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y que en su margen derecho y en primer plano aparece al ahora colosal ahuehuete, símbolo de nuestra ciudad, cuando era un arbolito de escasos tres años de edad; podemos afirmar a priori, que en esa campaña fue plantado nuestro hermoso símbolo forestal.
A mayor abundamiento, en 1910 durante las Fiestas del Centenario de nuestra Independencia, se le nombró: Árbol Histórico. En 1921, con motivo de la celebración de la Consumación de la Independencia de nuestra patria, fue declarado: Árbol Nacional de México, como resultado de una encuesta popular realizada por la Escuela Nacional Forestal, fundada por Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta (1862-1946) "El Apóstol del Árbol", entusiasta promotor de los Viveros de Coyoacán, cuyos terrenos donó, así como parques forestales de la Ciudad de México y, particularmente, promovió una campaña para que en todas las plazas públicas del país se plantara un simbólico sabino.
Desde entonces, México tiene en el ahuehuete o sabino, un árbol que lo representa en todo el mundo, no obstante que a la fecha no se ha podido rescatar algún decreto alusivo a las distinciones antes referidas.
Desde mi niñez he sido asiduo visitante de la Plaza Juárez de la ciudad de Gómez Palacio y durante mi juventud los amigos del barrio de las Banquetas Altas, (avenida Allende y Santiago Lavín) alternábamos nuestras tertulias nocturnas con visitas a la plaza, ocupando una banca ubicada por la avenida Independencia entre el puesto de periódicos de don Félix Valenzuela Arellano y la avenida Morelos, donde acudíamos puntualmente los domingos por la tardenoche a admirar el desfile de muchachas de nuestro tiempo…¡Ya llovió!
Es por ello que he tenido la oportunidad de observar la evolución de nuestra laza en sus aspectos: arquitectónico, forestal y sobre todo su desarrollo social; lo que me permitió apreciar y valorar el sabino o ahuehuete (el primer nombre nace con la llegada de los conquistadores españoles, por asemejarse a la sabina, árbol europeo y el segundo: que proviene del náhuatl: atl: agua y huehue: viejo: "árbol viejo del agua") que preside la contraesquina de la correspondiente a la ahora Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, otro fundamental símbolo de nuestra ciudad.
El sabino disfrutaba, desde siempre, de un arriate a nivel del piso, de las dimensiones del actual rectángulo que hace las veces de banca de cuatro caras, y que tenía una profundidad de unos 40 centímetros y en su interior vaciaba sus aguas un grifo o llave que le alimentaba directamente de la suficiente agua para su adecuada subsistencia y extraordinario desarrollo, como lo requieren los árboles de su especie. De dicha llave se surtían los choferes de los diversos sitios que se estacionaban en la acera, para el aseo de los automóviles de alquiler.
Al construirse la banca rectangular, que ahora lo asfixia, el arriate se convirtió, en principio, en práctico depósito de basura para personas irresponsables y posteriormente le fueron vaciando la tierra sobrante, quizá los mismos jardineros que se encargan de la plaza, hasta que no le cupo más, impidiendo con ello su función de necesario recipiente de agua. Esta anómala situación, que tiene su origen en la remodelación que sufrió nuestra plaza, a cargo de la administración estatal (2004- 2010), tiene actualmente a nuestro sabino en estado crítico de salud, ya que los árboles de su condición, para su adecuado desarrollo deben estar rodeados de abundante humedad.
Por ahora, dejo la inquietud, nacida el 17 de febrero de 2013, en estas mismas hospitalarias páginas de El Siglo de Torreón, cuando el que escribe tenía a su cargo la columna dominical Plaza Lagunera. Queda sobre la mesa esta modesta colaboración escrita con ánimo sano y constructivo para ver quién o quiénes se interesan en llevar a cabo un diagnóstico profesional del adecuado manejo hidráulico y del estado de salud que presenta nuestro centenario símbolo forestal y testigo fiel de nuestra historia… Usted, ustedes tienen la palabra. Agur. [email protected].
